Mi hijo Sebastián me mandó un mensajito desde ese pueblito sublime y lejano en el que vive con mi nuerita María y me pidió que le mande canciones de vez en cuando, y él me manda otras, así, como una manera alternativa de percibir por dónde andamos, qué nos emociona, inquieta, qué nos andamos preguntando. Queridas/queridos: el inconsciente existe y se manifiesta. Entre todas las canciones posibles (para mi sorpresa), recordé una remotísima: "Acuario. Permite que el sol llegue". Una canción de los años sesenta que fue una especie de himno de los ideales pacifistas, revoltosos, hippitecos.
Cuando la rebeldía contra el autoritarismo, cuando el “Amor y paz”, cuando en el mundo se preparaba esa conciencia libertaria que daría lugar al 68. Ni siquiera recordaba todo lo que alguna vez me marcó, escuchando esa música: “La Era de Acuario”. Tampoco recordaba la letra. La escuchaba en la infancia en la casa de mis amigas que tenían hermanas/os adolescentes. Se bailaba levantando los brazos y agitándolos de un lado a otro sobre la cabeza. Minifalda, botas hasta las rodillas, cintas alrededor de la cabeza, diseños “psicodélicos”. Ahora la volví a escuchar (a todo volumen, como entonces) y su letra me conmovió de nuevo. Entendí porque emergió de golpe en mi memoria, justo ahora.
Les cuento: si las tragedias del mundo les abruman, si su vida personal les está pareciendo como una montaña a subir con un saco de piedras gigantes atado a la espalda, no se digan: "me está llevando la chingada. Me lleva. Es inminente". ¿Cómo olvidar que los años sesenta nos trajeron la promesa de la "Era de Acuario"? Y la letra dice: "La luna entrará en la séptima casa ( o “morada”) y Júpiter se alineará con Marte y la paz guiará a los planetas..." Las camionetotas Volkswagen que pasaron de transporte de familia numerosa a contenedoras de bandas de jóvenes, muchachos de cabellos largos, ropa étnica, sobre todo de la India. Muchas florecitas. La llegada de las anticonceptivas.
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El gesto de levantar el índice y el dedo medio se convirtió en un clásico del movimiento pacifista y la hippieidad. Todo esto lo miraba yo de muy lejos: en la tele, en las revistas, en el único periódico nacional que llegaba a Tabasco (sobre pedido). Miraba a esas/os jóvenes y los envidiaba muchísimo: parecían tan libres, imitaba lo que podía en ese planeta tan conservador que era el mío. Sobre todo: me colgaba de esa libertad como horizonte de futuro. Luego llegó mi tocadiscos rojo y los discos. “Acuarioooo” y una soñando: ser gitana (como Esmeralda la del jorobadito), huir de la escuela y de la casa para sumarme (como lectora de futuros felices) a la troupe del Circo Atayde, casarme (tan rápido a como fuera posible) con un héroe de Francia.
Ser hippie. "Amor y paz". "Amor y comprensión". "No más crueldad, no más falsedades, no más mentiras", dice la canción. Tengo la impresión, sin el más mínimo conocimiento cósmico, de que la “Era de Acuario” no ha llegado. Basta con mirar alrededor. Así sucede, lo mejor se tarda. Pero la promesa sigue allí. No desesperemos. Estamos al borde. Como vivimos en horarios dispersos, el mensaje de Sebastián me llegó cuando amanecía en México. Después de una noche de veinte despertares angustiados, vi llegar el amanecer (lujurioso y naranja frente a mi ventana), yo con una cintita de colores alrededor de mi cabeza (se los juro), cantando con la música a todo volumen y agitando los brazos como en la infancia.
"Acuarioooooo..." Algo se disolvió poco a poco en ese viaje al pasado, como si entre los escombros, triunfara la intensidad de la promesa. A todo volumen. Pobrecita "la chingada" (me dije), le puse enfrente a la "Era de Acuario" como la crucecita a un vampiro y huyó despavorida. Me la “chingué” a la “chingada”, por esta vez. No fui gitana. Nunca he trabajado en un circo. Jamás tuve una bola mágica para leer el futuro. Pero Hippie, sí. Hippie for ever. Y, ser hippie significa, sobre todo, honrar la esperanza. Aunque a veces, se desmaye. ¿Andas cucha/o? ¿Desacomodo/a del corazón? ¿somatizaciones varias? Saquen sus cintitas de colores. La “Era de Acuario” está por llegar.
