El crecimiento de las grandes urbes a lo largo y ancho del planeta, supone nuevas dimensiones del ser humano en la relación con su entorno. Está comprobado, por ejemplo, que el ruido urbano tiene un impacto nocivo en la salud de las personas, que va desde temas mentales y emocionales (insomnio, estrés), hasta cuestiones físicas como padecimientos cardiovasculares.
A nivel Latinoamérica, la Ciudad de México se encuentra entre las primeras cinco ciudades más ruidosas. Estas fuentes de contaminación auditiva van desde aquellas producto del tránsito de vehículos y el gran número de habitantes de la urbe, hasta las relacionadas con los establecimientos de esparcimiento.
Se calcula, por citar un dato, que en la capital del país existen más de 30 mil unidades económicas consideradas como bares, centros nocturnos y/o discotecas; que si bien forman parte fundamental de las finanzas locales, abonan notablemente a las emisiones de ruido. La mayoría de éstas se concentran en las alcaldías Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.
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Actualmente el ruido es considerado como uno de los principales contaminantes medioambientales en la ciudad. Además de las graves consecuencias relacionadas con la salud de las personas, que incluyen disminución de la capacidad auditiva e incluso sordera; las emisiones de ruido se han convertido en una de las principales quejas de vecinos de las zonas consideradas como “de vida nocturna”.
De acuerdo con la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la Ciudad de México (PAOT), en su “Estudio Técnico de Análisis Geo espacial Zonas de la Ciudad de México con Mayor Impacto por el Ruido Ambiental”, existen por lo menos treinta puntos en donde se concentran altos niveles de emisiones de ruido. Lo anterior ha hecho que las autoridades consideren la gestión y regulación de éstas, como un tema prioritario de agenda de gobierno.
Aunque la clausura de establecimientos mercantiles, producto del incremento de denuncias vecinales y del incumplimiento de los decibeles permitidos, se ha convertido en algo común; no existe a la fecha un cuerpo robusto, en materia legislativa, que oriente una política pública sólida, que permita avanzar hacia la construcción de una ciudad más armónica y empática con sus habitantes.
La Ciudad de México ha venido caminando en una ruta ejemplar de progreso, inclusión, reducción de brechas de desigualdad y derechos. En materia de desarrollo económico también hemos sido ejemplo a nivel nacional, incluso tras el fuerte impacto que provocó la pandemia de covid-19 en el 2020. Sin embargo, todavía hay pendientes importantes en materia de gestión medioambiental, salud pública y regulación de comercios (todos ellos importantes para la economía de la capital). El tema del ruido urbano es uno de ellos.