ECONOMÍA GLOBAL

Crash bursátil y el mundo estupefacto

Tras romper una línea de soporte sostenida desde julio, los mercados bursátiles enfrentan una caída tan estrepitosa como la del crack del 29 y la crisis de los bonos basura de 2008. | Ismael Jiménez

Escrito en OPINIÓN el

Los mercados bursátiles, rompieron una línea de soporte que se había fijado de manera natural desde julio del año pasado, mes en que las principales bolsas del planeta, iniciaron una tendencia ascendente empujadas por la expectativas generadas por el inicio de las campañas electorales rumbo a la casa blanca y que, detuvieron su ascenso, el 17 de noviembre.

Luego de esa fecha, y tras varias jornadas a la baja, los mercados retomaron su crecimiento que se detuvo el 31 de enero, dos semanas después del discurso de Trump en la toma de posesión. Desde entonces, los mercados cayeron en picada.

El Dow Jones marcó este lunes 7 de abril un descenso de 15% con respecto al cierre del 31 de enero, mientras que el Nasdaq, registró una caída del 25% en el mismo periodo. En promedio, las principales bolsas del mundo registran retrocesos similares, mientras que la Bolsa Mexicana de Valores, reporta un retroceso del 7% en el mismo lapso de tiempo.

Para algunos, esta caída del llamado “lunes negro”, ha sido tan estrepitosa como la del crack del 29 y la crisis de los bonos basura de 2008. El asunto es que esta debacle ya se preveía desde finales del año pasado, así que el caos desatado por Trump, no es necesariamente la única razón que explica lo que estamos viendo en los mercados bursátiles.

En adelante, la discusión tal vez se centre en cuál de los factores de este crash bursátil fue el más decisivo, pero lo que es cierto, es que esté crack ya se había anunciado desde finales del año pasado. Desde entonces, se alertaba de una burbuja bursátil que estallaría en cualquier momento debido a que los mercados presentaban un crecimiento sin precedentes, sin un sustento económico, con niveles altos de inflación en las principales economías del mundo y con una desaceleración marcada del PIB mundial.

Al inicio de año, el pronóstico para el PIB global en 2024, preveían un ligero retroceso con respecto al año anterior. Así, el crecimiento de la economía mundial en 2024 fue de 3.2% mientras que, en 2023 fue de 3.3%. Para 2025 el Banco Mundial preveía antes de la toma de posesión de Trump un crecimiento de la economía igual, en el mejor de los casos, al del año pasado. 

Al cierre de diciembre, los reportes ya evidenciaban la debilidad de las principales economías de Europa, de Japón y de los Estados Unidos. La razón es, entre otras, el alto nivel de endeudamiento de estos países que, durante el confinamiento, especialmente la Unión Americana, imprimieron dinero para mantener funcionando sus economías.

La Organización Mundial de Comercio reportó que el crecimiento del comercio mundial durante 2024 fue de 2.7% pero, fue menor al esperado y las expectativas apuntaban a que este año, el intercambio global de mercancías, crecería 3.3%.

Estos factores, PIB, comercio mundial, deuda pública y la especulación en los mercados financieros, fueron la antesala de bola de nieve que empujó Trump con su retórica arancelaria.

Así que, lo que está haciendo Donald Trump, es aprovechar estas condiciones que ya eran desfavorables para Estados Unidos con la intención de detener la locomotora llamada China que, pese a los aranceles impuestos en la primera administración Trump, no lograron descarrilarla y ahora, en un acto temerario, desde la Casa Blanca, han optado por acelerar el colapso de la economía mundial para buscar en ello, una oportunidad para retomar su posición dominante en el concierto mundial.

Dicha tesis, ha generado polémica entre algunos analistas que aseguran que es una locura pensar que Trump desea provocar un colapso en su economía para después resurgir e imponer lo que serían las nuevas condiciones del comercio y la economía mundial. El asunto es que el presidente de Estados Unidos es temerario y no se parará hasta detener el ascenso de China, ya lo ha dicho abiertamente en más de una ocasión y está ocurriendo.

Los análisis en este momento están divididos, están quienes tachan de insensatas y disparatadas las decisiones de Trump, pero hay quienes también ven en él una inteligencia audaz pues de resultar exitoso su plan, podría recaudar hasta 600 mil millones de dólares sólo por concepto de aranceles más los 700 mil millones de dólares que recaudaría con su jugada con el oro, mencionada en la entrega anterior que, le otorgarían “ingresos extraordinarios” que aliviarían el déficit fiscal por el que está pasando su administración. Por ello pide “aguantar”.

En medio de todo esto, observamos un mundo estupefacto aún paralizado ante las acciones y medidas adoptadas por Donald Trump, el resto de los países, parecen otorgarle esa grandeza que busca ansiosamente con el fin de seguir dictado las reglas del juego mundial, mientras permanecen impávidos y a la expectativa. 

La apuesta es arriesgada y a la vez peligrosa pues, una confabulación de varios grupos de países, como la de Japón, China y Corea del Sur, podrían revertir las acciones de Trump y hacer aún más aguda, una crisis económica que ya es inminente, la cual para algunos, es una recesión y para otros, sólo una crisis económica de la que “los mercados” saldrán adelante.

La apuesta de Trump es temeraria en todos los sentidos y la triada Asiática en contra de los aranceles automotrices, puede ser la primera de varias que podrían terminar por sacudir la economía global. ¿Será el fin de la globalización? Quizás no, las tecnologías digitales nos han conectado con todo el mundo y esa misma tendencia se mantendrá en la economía y en los negocios, lo que cambiará, serán las condiciones y las reglas, así como el liderazgo de los nuevos protagonistas.

 

Ismael Jiménez 

@ijm14