Una de las críticas a la guerra de Calderón, fue precisamente que existía la posibilidad de que aparecieran guardias blancas y grupos de exterminio que aprovecharan el contexto y la disidencia política para operar en la impunidad y a la sombra del narcotráfico.
Las primeras narcofosas aparecieron entre 2008 y 2009 a dos años del inicio de la guerra calderonista. La versión oficial fue que las ejecuciones masivas eran producto de la guerra entre grupos del narcotráfico por la disputa de territorios. El asunto fue que, en paralelo, se dispararon las desapariciones forzadas, el secuestro y la persecución de dirigentes, líderes de organizaciones populares y de derechos humanos.
Un informe sobre Derechos Humanos de la ONU, revela que, durante el sexenio de la guerra, el 23% de las desapariciones forzadas, fueron casos de ejecución y del 55% se desconocía su paradero.
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Los desaparecidos fue una constante en el sexenio de Calderón y en su mayoría, aún siguen en esa calidad. Si damos veracidad a los datos oficiales, más de 100 mil personas se reportaron como desaparecidas en ese periodo.
A las primeras narcofosas localizadas en Ciudad Juárez en el 2008, le siguieron una fila enorme de narcofosas que fueron apareciendo por todo el país. El asunto es que, en 2010 aparecieron las primeras narcofosas con cuerpos de migrantes que fueron víctimas, según las narrativas, del narcotráfico.
Con la descomposición del país y la factible actuación de las guardias blancas y grupos de exterminio continuó al amparo de la impunidad y bajo la sombra de los narcotraficantes.
El sentido de movilizar guardias blancas es sembrar miedo, controlar regiones para el tráfico de armas y disputar de paso la venta de estupefacientes. En ese marco, la guerra de Calderón se alimentó del apoyo económico y militar de Estados Unidos para orquestar un plan que entre otras cosas mantendría dividido a un país sometido por el miedo.
Esto no justifica, ni exime de responsabilidades a los narcotraficantes, pero sí pretende explicar el deseo desenfrenado de la extrema derecha por “desaparecer” cualquier grupo social antagónico.
La cruzada contra Pablo Escobar en Colombia se sustentó con la aparición del grupo de exterminio conocido como los “PEPES”, un grupo de extrema derecha que le declaró la guerra al capo colombiano. Reconocidos como un grupo paramilitar auspiciado por Estados Unidos, entre sus tareas además de combatir al narcotraficante, también fueron detrás de los grupos guerrilleros. El resultado, un baño de sangre que dejó una herida que aún no cierra.
En plena “guerra” calderonista, se multiplicaron los “grupos de narcotráfico”, aparecieron los Zetas sanguinarios con grado de milicia, después los “mata Zetas” otro grupo ex profeso de aniquilamiento. En ese sexenio, aparecieron y desaparecieron grupos de “narcotraficantes” que trastocaron la seguridad del país y modificaron las reglas para combatirlos.
La estrategia de la ultraderecha radica en sembrar “terror” por la vía de la violencia, la extorsión, las desapariciones, la manipulación de las narrativas y la desinformación. Es un lastre que aún no termina en el que las autoridades policíacas y judiciales, muchas veces coludidas, poco o nada pudieron hacer.
Los grupos de exterminio de ultraderecha, operan en la clandestinidad y al margen de la ley bajo la consigna de mantener la “seguridad” y la “paz”. De esos grupos emanan consignas como “desaparecer”, literalmente a los pobres, y acciones como arrojar bombas en el zócalo de la capital durante sus concentraciones políticas;además los catalogan de parásitos y delincuentes.
El caso del Rancho Izaguirre es uno más de los cientos de ranchos y fosas encontradas con cuerpos de desaparecidos que, ahora sí, las narrativas de la derecha aderezan con el término de “campos de exterminio”. El hecho es lamentable por donde se vea, la manipulación de los hechos ha llevado a grupos políticos, comentócratas y opinadores a lucrar con el dolor de las familias buscadoras que, en su desesperación y dolor, están dispuestos a lo que sea con el único objetivo de obtener respuestas e indicios de sus familiares desaparecidos.
Este nuevo capítulo tiene también la consigna de involucrar a los gobiernos de la 4T con el narcotráfico que es el objetivo principal con el que buscan mermar la aceptación y popularidad del gobierno, así como dividir a la sociedad.
El caso del Rancho Izaguirre sigue generando preguntas básicas que no han sido respondidas con las imágenes y supuestas investigaciones mostradas hasta ahora, pues reconociendo sin conceder que se hubiera limpiado el escenario para recibir a los medios de comunicación, no está claro quién le dio acceso a los colectivos de buscadores y a los medios que filtraron las primeras imágenes del rancho, bajo riesgo de alterar la escena del crimen.
¿Dónde están las chimeneas de los hornos? ¿el número de cuerpos en las fosas coincide con el de los pares de zapatos encontrados? ¿Dónde están las tuberías y depósitos de gas utilizados para las cremaciones? ¿Por qué si llevaban tiempo operando nunca nadie alertó de las nubes de humo y del mal olor de las cremaciones? ¿Desde qué año data la operación clandestina del rancho?
No pretendemos dispensar a ninguno de los responsables de ésta y de las cientos de fosas que todavía existen y no han sido descubiertas, pero es un hecho que la guerra de Calderón, desató una barbarie en la que los grupos de exterminio o guardias blancas, continúan operando bajo la impunidad que emana del sistema de impartición de justicia y de las policías coludidas con esos grupos.