El tren del mame -o la tendencia, como se diría formalmente- estalló en X en las últimas semanas, cuando miles de usuarios decidieron hacer preguntas a la Inteligencia artificial de la plataforma de Elon Musk. Las interacciones iban desde consultas personales sobre el perfil de una cuenta, hasta preguntas tipo espejito espejito, quién es el gobernante más popular en América Latina. (La respuesta, por cierto, no fue la que el usuario que preguntó esperaba).
El ejercicio, más allá del uso que tuvo para trollear a unos y otros del espectro político, resultó interesante porque permitió asomarse a lo que pudiera ser el consumo de medios en los próximos tiempos, uno en el que los usuarios no solo buscan información en Google, ni en redes como TikTok, sino que parecen confiar en la capacidad de una Inteligencia Artificial para atender sus dudas.
En esa lógica se inscriben ya algunos medios, que cada vez de manera más visible incorporan el uso de la IA para atender a sus ¿lectores?, ¿usuarios?
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Es el caso, por ejemplo, del The Washington Post que en noviembre del año pasado lanzó Ask the Post, una IA que permite formular y responder a las preguntas de sus lectores, al tiempo que agregó a sus notas un botón que al pulsarlo resume las ideas principales del texto para que sus visitantes no tengan que leer toda la pieza completa a menos de que lo deseen.
Es también interesante, en la misma línea, el ejemplo de El País, que apenas esta semana lanzó Vera -por Veracidad, según su explicación- un “agente” elaborado en alianza con OpenAI que interactúa con sus suscriptores premium como un chatbot al que se le hacen preguntas que la IA responde -al igual que la IA del Post- a partir de la información con la que cuenta el medio en sus archivos.
Estas propuestas parecen anticiparse a la idea de que la lectura de piezas periodísticas completas, como hacemos todavía los que nacimos bajo la cultura del diario impreso, será una especie en extinción, y que en los tiempos de la información resumida y personalizada, el futuro está en agentes que nos destaquen solo lo más relevante y nos puedan dar explicaciones de los temas.
El concepto no es malo pues reivindica la idea de que si los usuarios quieren información, mejor que sea de fuentes confiables como medios de información prestigiados, y no de IA genéricas que corren el riesgo de mezclar información confiable con basura disponible en internet; no obstante, hay también una mala noticia, al ver cómo la demanda por lo instantáneo y breve le gana a elementos como el contexto, la reflexión pausada o el análisis.
Habrá que ver qué otros medios se suman a la misma lógica de la “conversación” con los usuarios; hasta dónde la IA -que hoy ya se usa para leer textos en voz alta, producir notas masivas con bases de datos, o moderar comentarios- sigue creciendo en la producción y distribución del contenido, y si los usuarios prefieren interactuar con agentes especializados o si se sienten más cómodos con agentes como el ChatGPT de OpenAI o Gemini de Google.
Lo cierto es que el futuro de los medios está por definirse, y hoy ni Grok, tiene la respuesta.