En la entrega pasada se abordó la pugna por los minerales críticos en la guerra comercial iniciada por Donald Trump y se enfatizó que China controla el 69% de la producción mundial y más del 90% de la capacidad de procesamiento mundial de tierras raras, insumos que son esenciales para la tecnología que utilizamos hoy en día. También resaltamos que la exclusión de aranceles a dichos materiales por parte de la administración Trump no hace más que evidenciar una vulnerabilidad estadounidense.
Ante este panorama, estamos en el umbral de una reconfiguración global no sólo comercial, sino de una carrera por la supremacía tecnológica en producción de energía baja en carbono, en comunicaciones y en seguridad militar.
Los protagonistas en este reacomodo internacional son China y Estados Unidos. Por un lado, China, además del cuasi monopolio en producción y procesamiento de tierras raras, prácticamente se ha posicionado como un exportador de tecnología, lo que le otorga una ventaja en el comercio internacional y una mejor posición geopolítica a largo plazo; mientras que Estados Unidos, si bien cuenta con aproximadamente la séptima parte de las reservas mundiales de tierras raras, por mucho su producción es inferior a la de China y actualmente depende de las importaciones de Pekín para mantener su posición como exportador de tecnología.
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En los últimos días se ha observado que en respuesta a la escalada en la guerra arancelaria de Donald Trump, Xi Jinping impuso restricciones a las exportaciones de tierras raras. Si ahora mismo Jinping decidiera cortar la cadena de suministro de estos minerales podría socavar no sólo los planes de Trump de que las empresas manufactureras regresen a territorio estadounidense, también podría causar serios daños a los avances en inteligencia artificial y en otras tecnologías utilizadas de la industria militar estadounidense, así como de asegurar la hegemonía de Estados Unidos sobre China, lo que a su vez reducirían las posibilidades de que los estadounidenses disuadan militarmente a los chinos en los próximos años.
Incluso, el corte de la cadena de suministro de minerales críticos a Estados Unidos le daría una ventaja a China en el terreno militar, específicamente en el desarrollo de aviones de combate que constituyen una clave en la competencia militar entre ambos países. Vale la pena mencionar que, por ejemplo, dos de las 17 tierras raras restringidas por Pekín por ahora son las conocidas con los nombres de itrio y disprosio; el itrio es básica para motores a reacción, láseres de precisión y radares de alta frecuencia; mientras que el disprosio es necesario para proteger del calor los motores eléctricos de los aviones de combate de la Fuerza Aérea estadounidense, así como para aplicaciones en robótica, drones, vehículos eléctricos y pantallas táctiles.
En este sentido, las restricciones de tierras raras por parte de Pekín en un conflicto comercial prolongado suponen un riesgo para Washington en el área militar. Estados Unidos podría afrontar una brecha de aeronaves de combate frente al coloso asiático, ámbito al que se le añaden las demás tecnologías militares que dependen de tierras raras.
Si bien una solución a corto plazo, pero no necesariamente con resultados inmediatos, es que Washington busque aliados en la producción de minerales críticos, como ya lo está haciendo con la República Democrática del Congo. Si bien los minerales críticos se pueden ubicar en cualquier parte del mundo, el reto es encontrarlas en estado puro. Por supuesto, Estados Unidos podría desarrollar sus propias capacidades extractivas y de procesamiento, pero ello conlleva tiempo, recursos económicos y daños ambientales, a lo que se suma el control de la producción global por parte de China, el resto está repartido en países como Brasil, Vietnam, Camboya, Tailandia y Laos, países que, a excepción de Brasil, están bajo la influencia china.
Es indudable que la competencia por el suministro de los minerales críticos será igualmente férrea como en su momento fue la de los hidrocarburos; pero ¿qué nos queda al resto de los países que nos encontramos en la periferia de esta carrera militar entre Estados Unidos y China? ¿Buscar un papel de mediación? o con sus diferencias ¿Elegir un bando al estilo de la Guerra Fría del siglo pasado?
