Sin ánimo de exagerar, la pasada fue quizá una de las peores semanas en mucho tiempo para la larga y valiente lucha en contra de la violencia de género, para sus víctimas y en general para las mujeres, principalmente por la operación política desplegada por los dirigentes del grupo mayoritario en la Cámara de Diputados para que no se le quitara el fuero a Cuauhtémoc Blanco, con lo que evitaron que se le siguiera proceso por la denuncia de intento de violación presentada por su media hermana, dándole con ello impunidad cuando menos por lo que resta de esta Legislatura que concluye en agosto de 2027 y, como ya se comentó en este espacio, no se descarta que apoyen su reelección o le garanticen una diputación local para que siga protegido.
Pero también por el apoyo que le dieron, sobre todo sus compañeras diputadas, al cederle el espacio para que pudiera hablar desde la tribuna –mientras se invisibilizaba a la presunta agredida–, así como por los ofensivos aplausos y gritos de “no estás solo” –como si se tratara de una pobre víctima defendiéndose de una gran injusticia–, o por su visita a la Fiscalía para supuestamente dar la cara, pero eso sí, protegido con el fuero del que no quiso privarse solicitando licencia, como se lo pidieron incluso senadoras del partido en el que ahora milita.
Es importante dejar claro que, contrario a lo sostenido por quienes intentando justificarse y minimizar las consecuencias de su decisión, respecto a que en este tipo de delitos no aplicaba el fuero, el artículo 111 constitucional establece que para proceder penalmente contra, entre otras, las y los diputados por la comisión de delitos durante el tiempo de su encargo, la Cámara de Diputados deberá declarar por mayoría absoluta si se procede o no contra la persona inculpada. También señala que si la resolución es negativa se suspende cualquier procedimiento, lo que significa que a Cuauhtémoc Blanco no se le puede detener ni tampoco citar a comparecer en un juicio, así de simple.
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Por si todo esto no bastara, y las críticas al PRI por haberse sumado a Morena no hubieran impactado seriamente su muy deteriorada imagen, hace un par de días el ex gobernador de Tamaulipas y secretario de operación política de ese partido, Manuel Cavazos Lerma, se atrevió a decir al final de una rueda de prensa en la que intentaba explicar el sentido del voto priista argumentando, al igual que Morena, que la carpeta estaba mal integrada y que debía prevalecer la presunción de inocencia, que la media hermana de Cuauhtémoc Blanco “no está muy violable que digamos” con lo que trató de restarle credibilidad a la acusación o quizá parecer simpático, lo cual es de lo más repulsivo, revictimizante y no se debe dejar pasar aunque ya lo hayan removido de su cargo partidista.
Lo menos que se podría esperar es una disculpa pública y la intervención de instituciones como la CONAPRED o CONAVIM –si es que no han sido desmanteladas como tantas otras– ante la gravedad de estas palabras y de las connotaciones que pueden desprenderse de ellas. En primer término lo que sugieren es que hay mujeres que por su apariencia o atributos físicos se explicaría que fueran violadas en esta retrograda visión cosificadora que atenta brutalmente contra su integridad, pero por otro lado también implican que no es creíble que aquellas mujeres que no cumplen con algún estereotipo de belleza pudieran ser víctimas de violencia sexual lo que, además de describir a este impresentable personaje, seguramente reflejan lo que piensan muchos hombres que siguen instalados en esta cultura machista que aun estamos lejos de poder erradicar, como condición para que las mujeres y niñas puedan vivir una vida libre de violencia. Es urgente dejar de normalizar la violencia en todas sus manifestaciones, y en particular la violencia sexual contra las mujeres, partamos de creerle a las víctimas y exijamos justicia en cada uno de los casos para que cese la impunidad.