DESAPARICIÓN FORZADA

No hay desaparición forzada en México… dicen

Preocupa, duele y aterroriza que la desaparición forzada en los años 70 se le atribuía al ejército, y ahora no podemos distinguir entre ejército y crimen organizado. | Rodrigo Cordera

Escrito en OPINIÓN el

Algo sucede cuando se accede al poder. O el poder les envenena la mente y pierden todo contacto con la realidad o se cagan de miedo al ver en lo que el estado mexicano se ha convertido o siempre ha sido. Las luchas de las izquierdas mexicanas siempre resintieron los garrotes de la policía, los embates del ejército, las desapariciones que ahora niegan desde el Senado y la Presidencia de la República. Solo falta hacer memoria, acercarnos a las crónicas de Fritz Glockner en “Los años heridos” o “La patria de los ausentes “de Rodolfo Gamiño, y los grandes ejercicios periodísticos en este tema tan doloroso de Marcela Turati. 

La tragedia que hemos normalizado por salud mental, para no perder la cabeza y poder intentar vivir con tranquilidad y sin miedo, sigue y seguirá ahí mientras exista un contubernio entre el crimen organizado, las cúpulas militares, políticos desvergonzados y el nulo interés del poder americano en la tragedia mexicana. Mientras la coca y el cristal llenen el mercado, la tragedia pasa a segundo plano. 

Ya no sorprende que el movimiento popular de MORENA defienda a los militares a capa y espada. No sorprende que tengan gobernadores vinculados con el narco en Sinaloa y San Luis Potosí. Por desgracia nada sorprende, pero cómo duele nuestra realidad. Cómo duele ver todos los días la maldita alerta amber anunciando que especialmente niñas muy jóvenes se las traga la tierra para no volver a saber de ellas. 

Preocupa, duele y aterroriza que la desaparición forzada en los años 70 se le atribuía al ejército, y ahora no podamos distinguir entre ejército y crimen organizado. Para el nivel en el que nos encontramos es imposible que sucedan estas tragedias sin complicidad política. 

Ayotzinapa, Tlatlaya, San Fernando, Teuchitlán, y súmele la tragedia misógina de 11 mujeres asesinadas al día por ser mujeres. Es verdad cuando dicen que esto no es un país, es una fosa común. Pero ante esta tragedia vemos y recordamos al viejo régimen decir “aquí no pasa nada”. No tengo la menor idea de cómo saldremos de esta crisis, lo que sí sabemos es que llegamos aquí porque el estado mexicano renunció a su responsabilidad de controlar el territorio, monopolizar la violencia y garantizar la seguridad básica para que una sociedad pueda avanzar. El estado se fue de fiesta con el narco y en esa pachanga ya no distinguimos quién es quién. 

No tengo duda de que existen políticos preocupados y ocupados por este tema que nos atraviesa a todos los mexicanos. Sé que existen personas que quieren cambiar las cosas desde el poder, yo soy una de ellas, tal vez ingenua. Pero las declaraciones del presidente del Senado que se sumó a las protestas de Ayotzinapa, incriminó (con razón) al criminal de García Luna, me llenan de vergüenza y tristeza. 

¿Cómo un movimiento que trató de reivindicar años de lucha de las izquierdas mexicanas terminó por ser el primer defensor del poder militar? 

O reformamos al poder militar y al estado en su conjunto para que retome la senda de la legalidad, el estado de derecho y su capacidad para hacer cumplir la constitución, o la tragedia y la violencia nos terminarán por alcanzar a todos. 

Rodrigo Cordera

@Rocordera