Cada 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se recuerda la importancia de continuar trabajando por la igualdad de género. Esta fecha no solo es un momento de reflexión, sino también una oportunidad para evaluar los avances en materia de derechos y equidad. Un presupuesto con perspectiva de género es una de las herramientas clave para lograr un cambio real, pero requiere de un compromiso constante que asegure su correcta aplicación y eficacia en la vida de las mujeres mexicanas.
El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025 asigna 508 mil 727.4 millones de pesos para promover la igualdad entre mujeres y hombres. Sin embargo, más de la mitad de estos recursos se destinan a pensiones, lo que reduce su impacto en la eliminación de desigualdades. Aunque los apoyos económicos pueden ayudar en el corto plazo, no resuelven problemas más profundos, como la falta de acceso a empleos formales o la carga excesiva de trabajo en el hogar que enfrentan muchas mujeres.
El presupuesto con perspectiva de género busca distribuir mejor los recursos públicos, pero su aplicación aún es incompleta. Aunque las leyes exigen que esta perspectiva esté presente en todas las decisiones de gasto, todavía hay dificultades para que realmente se cumpla. Hace falta un mejor seguimiento para verificar que los recursos se usan de forma efectiva y que los programas realmente lleguen a quienes más lo necesitan.
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Para generar cambios duraderos, es necesario invertir más en servicios esenciales. Iniciativas como la consolidación de un Sistema Nacional de Cuidados pueden ayudar a distribuir mejor estas tareas y facilitar que más mujeres tengan oportunidades laborales. También es importante mejorar el acceso a educación, salud y empleos formales, especialmente para aquellas mujeres en situaciones más vulnerables.
Como lo señalan las leyes, si bien el presupuesto para la igualdad ha crecido año con año, su ejecución no siempre ha sido eficiente. En 2022 y 2023, por ejemplo, la mayor parte de los recursos se concentró en pensiones y becas, dejando de lado otras estrategias que podrían generar cambios más profundos.
La igualdad de género no debe verse como un tema aislado. Todas las políticas públicas deberían considerar este enfoque (además de uno interseccional) para garantizar que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades. Esto implica que sectores clave como la educación, la salud y el empleo incorporen estrategias que reduzcan las brechas de desigualdad existentes. Además, es útil medir los resultados de los programas y hacer ajustes cuando sea necesario. También es clave fortalecer las reglas y procedimientos para garantizar que el dinero se use de manera adecuada y tenga un impacto real.
El presupuesto con enfoque de género no es un gasto, sino una inversión en el desarrollo. Cuando las mujeres tienen más oportunidades, la economía crece, la pobreza se reduce y la sociedad en general mejora. Sin embargo, para que esto ocurra, no bastan los apoyos económicos, se necesita crear condiciones para que todas las personas puedan desarrollarse con igualdad de oportunidades.
Además, es fundamental que los estados y municipios también apliquen un enfoque de género en sus presupuestos. La correcta implementación de programas locales puede marcar una diferencia importante en la vida de las mujeres, así como capacitar a los gobiernos locales en la asignación de recursos con perspectiva de género.
Más allá de los apoyos directos, las políticas públicas deben enfocarse en acciones que realmente cambien las condiciones actuales. La igualdad no depende solo del presupuesto, sino de un esfuerzo conjunto para transformar la manera en que se toman decisiones y se distribuyen los recursos.
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) analizó la distribución del presupuesto y los retos en la igualdad de género. El documento puede consultarse en www.ciep.mx
Itzel Loredo Ramírez*
Economista egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), especializada en Crecimiento y Desarrollo Económico. Cuenta con experiencia en la Administración Pública, principalmente en la toma de decisiones estratégicas, así como en la planeación y el manejo de recursos financieros. Durante su paso por la Unidad de Inteligencia Económica Global de la Secretaría de Economía, contribuyó con el análisis, interpretación y tratamiento de datos en materia económica, fuerza laboral y temas relacionados, fundamentando proyectos e iniciativas del Gobierno de México a nivel regional y nacional. En la actualidad, se desempeña como investigadora en el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, donde concentra su labor en el análisis de políticas educativas y el manejo del gasto público. Considera que una educación de calidad es fundamental para el crecimiento económico sostenible y para mejorar la competitividad a nivel global.