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Aranceles: avanza la guerra del comercio mundial

Trump apuesta a recobrar su grandeza y se juega quizás su última carta la cual radica en los mercados financieros. | Ismael Jiménez

Créditos: #OpiniónLSR
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Donald Trump abrió ya varios frentes de batalla en su cruzada por devolverle la grandeza a su nación, como mencionamos en este espacio, es un hombre temerario, siempre va hacia adelante, pero no siempre es garantía de triunfo, sobre todo con tantos escenarios abiertos.

La guerra comercial de Trump iniciada hace ocho años contra China, hoy la ha extendido por todas partes y parece perfilarse como un caos arancelario que romperá las estructuras del globalismo.

El asunto es que Trump no juega solo esta partida y los distintos actores, comenzaron a revisar sus opciones y lo primero fue responder imponiendo también aranceles a los bienes de exportación estadounidense.

Europa, Asia y Canadá, ya respondieron con cuotas arancelarias que impulsarán la espiral inflacionaria que no estaba controlada desde la pandemia. En el caso de México, el gobierno sigue avaluando sus posibilidades, sobre todo, con miras a revertir la decisión de imponer aranceles del 25% a todas las exportaciones mexicanas que van al vecino del norte.

Un escenario complejo pues, amén de la imposición arancelaria, T-MEC, estaría siendo violado y con ello, podría terminar un ciclo de integración regional que fue creado justo para hacer frente al ascenso económico de China, la Unión Europea y Rusia.

Fieles a su costumbre, los detractores del gobierno mexicano y los agoreros ya hablan de una estrepitosa recesión económica en México en caso de que se sostengan los aranceles por más un año. Es posible, pero en realidad la recesión sería global y eso hace que el panorama sea más oscuro no sólo para México, sino para todo el mundo.

Donald Trump apuesta todas sus cartas a distintos escenarios que están claramente marcados, en el terreno comercial, con China como su principal adversario, en el bélico, Israel y Ucrania, en el energético, Rusia e Irán y en el tecnológico, Asia, Rusia y Europa.

Como capitalista pragmático, Donald Trump entiende que para llevar acabo grandes cambios, es necesario tomar grandes decisiones y de ser necesario, crear el caos, que es justo a lo que parece estar jugando. Su entrada en el escenario global, ha sido más que claro, le pegado a todo y a todos por igual, no ha reparado en criticar a Europa y a China, como tampoco ha escatimado en presionar a México y Canadá, así como lo hizo con Panamá, Colombia y Venezuela.

Trump apuesta a recobrar su grandeza y se juega quizás su última carta la cual radica en los mercados financieros. Cierto, la economía de los Estados Unidos está maltrecha, pero su poder para controlar y determinar hacia dónde fluyen los recursos financieros en los mercados globales, es fundamental, pues buena parte de ese capital, proviene de las grandes empresas y ahorradores estadounidenses.

Así que Trump ha alineado perfectamente su estrategia en torno a tres factores estratégicos en el concierto mundial, el primero, es justo el financiero que, junto con el flujo de inversiones, le permite asegurar que el dólar siga siendo la principal moneda de intercambio comercial. El segundo, es el energético, pues pese a que existen esfuerzos para sustituir los combustibles fósiles, éstos seguirán siendo fundamentales para la generación de energía eléctrica de la cual, cada día crecerá más su demanda por causa de las empresas tecnológicas.

Por último, está justamente el sector manufacturero que implica no sólo la fabricación de automóviles, sino el aprovechamiento de los minerales (tierras raras), que son necesarios para consolidar las tecnologías digitales que además dependen de la manufactura de los equipos que requieren como soporte y que son fabricados con aluminio, acero, oro y otros minerales críticos que serán esenciales para consolidar el puente entre la manufacturera y el mundo digital.

En un tiempo, se pensó que la economía del conocimiento desplazaría a la industria manufacturera pues se tenía la noción de que las tecnologías, todo lo solucionarían y que la industria, tendería a desaparecer. El asunto es que, lo entusiastas, perdieron de vista que los equipos y aparatos de soporte donde funcionan las tecnologías, provenían de la manufactura y para que funcionen, requieren de energía eléctrica y grandes sumas de inversión.

Esto es justo de lo que habla Donald Trump, recuperar la grandeza de la manufacturera de los Estados Unidos, y además, mantener el control de los recursos energéticos y el flujo de inversiones será fundamental para lograr sus objetivos. Esto le permitiría seguir imprimiendo papel moneda y lograr el control de los principales factores para generar riqueza.

El asunto es que, la integración de los tres países del T-MEC tardó poco más de 30 año para llegar a donde está ahora y el mundo, está encaminado hacia la globalización. Europa, China, Rusia, Brasil y la India, tienen puestos objetivos en ese sentido.

Para México, el gran reto es ver si las empresas nacionales junto con el gobierno, están realmente preparados para invertir en el país y darle seguimiento al Plan México, pues no debemos perder de vista que, más de la mitad de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, son en su mayoría de empresas norteamericanas. El otro gran tema, es que Trump estará solamente cuatro años, y justo hace ocho, sus declaraciones detuvieron la construcción de una planta de Ford en San Luis Potosí. Sin embargo, ninguna empresa estadounidense regreso a su país. Así que, lo mejor será esperar, pues hoy, es muy aventurado atreverse a dar un pronóstico.

 

Ismael Jiménez

@ijm14