Lo hecho por Trump en menos de 30 días parece un logro, de hecho, hay quienes todavía le aplauden, pero también hay quienes ya le toman con recelo cada una de sus declaraciones.
Para muchos, el clímax de su política exterior parecía haber llegado con la implementación de aranceles, pero con lo que parece haberle volado la tapa de los sesos a más de uno, fue con su propuesta para acabar con la guerra en Ucrania.
Por supuesto no faltan los advenedizos que aseguran que la determinación de Trump es encomiable aunque le esté infringiendo una dolorosa y vergonzosa derrota al pueblo Ucraniano, quien además ningunea al tinterillo que les sirvió de pretexto para detonar la guerra y pisotear la soberanía y libertad que tanto reclamaron quienes colgaron banderitas ucranianas en sus perfiles en apoyo a una guerra que desde el principio no tenía sentido para los ucranianos pero sí para los norteamericanos que siempre manifestaron su interés de usufructuar las tierras raras de ese país.
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Como en otras tantas de sus acciones, Donald Trump se brincó todos los procesos y protocolos esperados para la negociación de paz. La más importante, omitir la participación de la Unión Europea y de Zelenski en las pláticas con Rusia para firmar la paz en Ucrania. El mensaje de Estados Unidos en este proceso fue claro, no necesitamos de ustedes para lograr los objetivos y alcanzar los intereses que la unión americana persigue en Europa.
Lo anterior desató ya una crisis existencial en Europa pues no sólo ignoró la posición geopolítica de la zona, también humilló e ignoró a todos y cada uno de los mandatarios de la Unión Europea sin tomar en consideración su visión y posicionamiento en cuanto a las negociaciones de paz.
Ello no sólo es una crisis diplomática, también es una crisis económica y de seguridad, pues en un momento en que la economía europea pasa por una crisis de crecimiento y de alta inflación, debido a los altos costos de los energéticos, la pregunta que resulta en la región es de dónde sacarán recursos para echar andar su industria armamentista para prepararse al margen de Estados Unidos, ante un posible conflicto con Rusia. Bueno, al menos es lo que algunos siguen pregonando.
Cierto es que todavía hay quienes en la Unión Europea, continúan señalando que su mayor peligro lo encarna Rusia y que deberán prepararse en caso de sufrir un ataque, coyuntura que el propio Zelenski ha vuelto aprovechar para arengar a crear un solo ejército europeo que haga frente a los rusos, versión que insisten los belicistas del gobierno europeo deberá tomarse en cuenta.
El asunto es que el vicepresidente de Estados Unidos James David Vance, fue la semana pasada hasta el parlamento europeo a decirle a los mandatarios ahí reunidos que el principal enemigo de la Unión Europea, son las políticas restrictivas que privan en esa región y son las causantes de la crisis económica, política y de seguridad que acusa la región. Esto haciendo alusión a la política de la agenda 2030.
En otras palabras, Estados Unidos parece haberle dado la espalda a Europa, y a Zelenski le tiene preparada una sorpresa, pues amén de que entre los primeros acuerdos de paz para Ucrania está que deberán celebrarse elecciones en el último trimestre de este 2025. El arqueo por los recursos entregados al gobierno ucraniano ya está en curso, así que Zelenski intentará a toda costa volver a su discurso del caos para empujar a Europa hacer frente a las decisiones y condiciones de paz impuestas por Donald Trump.
Este episodio aún no termina, pero ya se dibuja el escenario de quiénes serán los ganadores y quiénes los vencidos, mientras que aquí, los que pusieron banderitas ucranianas en sus perfiles de redes sociales, no saben si aplaudir por la paz o esconder su vergüenza. El mismo país que los arengo a enfrentar al malvado gobierno de Rusia, ahora le entrega la victoria a Putin y les enseña a quienes alaban las políticas libertarias de Estados Unidos que, en política, las condiciones cambian de un momento a otro aunque algunos supongan que el pensamiento político es único y para siempre.