#NESCIMUSQUIDLOQUITUR

El autoengaño

Nos duele tanto la verdad, que postergamos el final con mentiras piadosas que administramos gradualmente, haciendo más larga la agonía; acumulando aquello que sentimos, que, de ninguna forma podemos evitar. | Jafet R. Cortés

Escrito en OPINIÓN el

Todo indicaba que era la única ruta por delante, cada elemento del espacio pronunciaba entre dientes, "sal de ahí", pero, desde la posición donde me encontraba, la verdad se entretejía a placer, haciéndome ver cada vez menos, transformando el ahora en aquello que yo quería, no en lo que en realidad era.

Así, para toda situación, por más evidente, punzante, artera, despiadada o dolorosa que fuera, había una respuesta oculta bajo la manga que le justificaba. Toda hiriente pincelada de verdad, era explicada con diez verdades a medias que le daban sentido, al momento. Toda señal de fuga, era suprimida por una cálida mentira que arropaba, momentáneamente, antes de dejarnos a la intemperie muriendo de frío, ansiando que aquel genuino cobijo que nos saque de ahí.

SÁLVESE QUIEN PUEDA

No querer irse, por ningún motivo; aferrarse con las uñas al mástil, morder las velas. Sujetarse con fuerza, ir en contra de toda indicación sensata, sostenernos mientras todo se hunde. Pese a que el capitán del barco nos grite "sálvese quien pueda", y veamos cómo la gente le hace caso y salta, y escapa sosteniendo su vida, aferrarnos a la mentira que nos contamos nosotros mismos.

Sujetarnos con tal fuerza al timón, hasta llegar a la culpa; hacer hasta lo imposible con tal de seguir ahí, recibiendo los embates del rechazo, siendo marcados una y otra vez por el desprecio de las olas; seguir ahí, esperando la salvación que no va a llegar, el improbable cambio de pronóstico; seguir, abrazando el humo que nos seguimos vendiendo, el humo que seguimos comprando. Como buenos capitanes, sostener el timón con fuerza, hundirnos heroicamente por decisión, hundirnos entre sal y lágrimas, estoicos, empachados de mentira.

LO QUE NOS CONTAMOS

Cuántos cuentos nos hemos contado, con tal de no ver la verdad; cuántos kilómetros hemos recorrido arrastrándonos, buscando un nuevo rechazo; cuántas agonías tendremos que volver a experimentar para darnos cuenta que debemos reacomodar las velas, cambiar de ruta para que exista la posibilidad de ver un nuevo horizonte.

En tanto, preferimos deambular en círculos, gastando recursos que no vuelven; dilapidando la vida, haciendo lo mismo, en la espera de que algo cambie; nos ahogamos en la comodidad de estar, sin hacernos responsables de aquella parte que nos toca asimilar. Encontramos explicaciones para todo, yéndonos por las ramas, enceguecidos por lo que queremos que sea, alejando la mirada de lo que es, porque nos duele que sea.

Nos duele tanto la verdad, que postergamos el final con mentiras piadosas que administramos gradualmente, haciendo más larga la agonía; acumulando aquello que sentimos, que, de ninguna forma podemos evitar. Tanto se acumula en nuestro pecho, que terminamos escupiendo un violento adiós que lastima sin cuidado, un portazo que rompe con todo lo bueno, si alguna vez lo hubo.

Aunque lastime, debemos hacer lo posible por alumbrar la verdad, para que, cuando se vuelva evidente, podamos enfrentarla con cautela, pero de frente; tomarla como venga, abrazándolo todo; sostener con ternura aquello en lo que fallamos y aquello que hicimos bien. Sentirnos vulnerables, acompañando lo que nos duele en todas sus facetas, desde aquellas que cortan ruidosas, hasta aquellas que punzan silentes.

Reconocer el dolor en dolores ya vividos, para juntarles, que se hagan compañía, que se aconsejen; trazando caminos menos tortuosos y más cortos en aquella ruta que nos lleve a sanar.

 

Jafet R. Cortés

@JAFETcs