En el periodo de la invasión española y aún en el México del siglo XIX se prohibieron los juegos de azar y las apuestas, pues según el dogma católico atentaban contra la moral y corrompían el alma de las personas. La prohibición no resultó eficaz puesto que las apuestas se realizaron, generando una estructura clandestina de los juegos y las apuestas. Algo que hoy en día es parte del futbol, como se verá más adelante.
No es casualidad que el futbol surgiera en Inglaterra. El naciente modo de producción necesitaba un deporte que estuviera vinculado con la disciplina, la higiene, el esfuerzo colectivo y el acondicionamiento físico como prototipo del cuerpo sano para el incipiente sector obrero que generaría la reproducción del capital. El futbol nació como un modelo contrario a los juegos de azar y las apuestas, que caracterizaron al ocio en las etapas previas a la industrialización.
El origen de la semana inglesa está vinculado con el ocio de los obreros. Como el trabajo era hasta el sábado ocupaban el domingo para descansar e ir a la iglesia, pero aplicaban el Lunes Santo. Una práctica no religiosa, más bien dionisíaca, porque estaba vinculada con el ocio, el alcohol y el placer. El saldo era que los lunes había tal ausentismo que la producción era menor de la esperada. Por ello el ocio cumplió un papel histórico para que se diera la semana inglesa y se estableciera el “sagrado” fin de semana. Sábado en la tarde para beber y ejercer el legítimo derecho al ocio, domingo para descansar y orar por la salvación. Entonces resulta que los derechos laborales fueron ganados a partir de la lucha sindical, pero también de prácticas socioculturales de ocio —echar la hueva, le llaman en México al arte de no hacer— y faltar al otro día para seguirla.
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Ahora bien, con la llegada de la televisión por cable y el internet a partir de la última década del siglo XX, la industria del futbol-espectáculo fue difundida prácticamente todos los días. Esto generó una industrialización chatarra del futbol. Los medios de comunicación dieron cobertura permanente a competiciones en los cinco continentes todo el día, así como otras tantas actividades extracancha vinculadas con la fetichización del futbolista. Los shows con gritos y peleas entre “especialistas” desplazaron el análisis deportivo.
Con la digitalización del siglo XXI esto se acentuó. Como el modelo de negocios privilegió lo que sucede fuera de la cancha, lo que el mercado buscó no fueron únicamente a los aficionados o hinchas de los equipos. Hoy el interés central está en los consumidores que ven un partido de futbol sin que necesariamente les interese lo que pasa con el resultado, porque el juego es una experiencia de consumo inmediato, no una emoción lúdica, como diría Norbert Elías. Lo mismo da si es una final de futbol mexicano que el Súper Bowl o la entrega de los Oscar. Se busca un consumidor alienado, diría Marx, si hubiera estudiado el futbol.
Cuando los equipos se convirtieron en marcas dejaron de ser clubes. Los futbolistas son inversiones que son contratados por su calidad, pero también por las proyecciones de camisetas y productos que puedan vender en línea. Siguiendo el mandato de género —diría Rita Segato— reproducen modelos de consumo con estereotipos de masculinidad hegemónica. Son los Supercampeones del capitalismo desechable que tienen que jugar tres partidos por semana, viajar, entrenar todo el día, asistir a firma de autógrafos, grabar comerciales y plantar dos ficus para combatir el cambio climático, siguiendo el dogma toyotista de la hiperproductividad.
Regreso a donde comencé este escrito. Pese a que en la mercadotecnia se disfraza al futbol como un deporte donde el esfuerzo es el camino al éxito, un submundo metalegal invade sus entrañas. Tal es la influencia de las apuestas y el amaño de partidos con el futbol espectáculo, que equipos tan importantes como la Juventus han perdido campeonatos y descendido por amaños en distintos partidos de la liga italiana. En México recientemente ha salido a la luz que jugadores de la Liga Premier de Ascenso presuntamente han sido parte de amaños de partidos para favorecer apuestas. El botín por los partidos de futbol no se circunscribe a una competencia deportiva, pues incluso en esta liga no hay ni ascenso, ni nada nuevo bajo el sol.
Para no ser sólo un pesimista bien informado, expongo el otro lado de la moneda. Las evidencias empíricas muestran que el tiempo de ocio no solamente es el salir de la rutina para luego reafirmar el orden (o dicho de otro modo que después de la fiesta “vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas” como canta Serrat), porque el ocio también puede ser un tiempo liminal antiestructural para ejercer y viralizar la protesta.
Así como el racismo es una realidad en estadios de España, Italia, Argentina o México, las protestas pacíficas han visibilizado la guerra en Palestina, los amaños de la FIFA y múltiples manifestaciones de resistencia. Incluso hace unas semanas en las calles de Buenos Aires los hinchas de River, Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo y Vélez, usualmente vinculados con la despolitización de los hinchas, con las mafias y sus violencias, se han unido a las protestas por los recortes presupuestales del gobierno de Milei.
Por eso ni los estadios de futbol, ni las redes sociodigitales son lugares neutros. Si bien, como espacios hegemónicos han servido para legitimar procesos políticos autoritarios o tendencias de hiperconsumo, también son espacios para ejercer el ocio ilustrado contra esa máquina de guerra que es el capitalismo desechable. Y ya luego pasada la euforia que cada quien decida cuándo hace Lunes Santo, o como decimos en México, San Lunes.
Jorge Alberto Meneses Cárdenas*
Nacido en la ciudad de México. Es Profesor-Investigador del Instituto de la Comunicación de la Universidad del Mar, campus Huatulco. Licenciado en Antropología Social (ENAH), maestro en Sociología Política (Instituto Mora) y doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Sus intereses de investigación son los métodos y culturas digitales, las juventudes en América Latina y la antropología del deporte. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNII I). Tiene un podcast llamado Jorge Meneses Antropólogo digital.
Entre sus últimas publicaciones están: Antifutbol. Narrativas híbridas en fuera de lugar; Ponte la verde: futbol y consumo cultural de jóvenes universitarios de Oaxaca, México; Archipiélago juvenil: jóvenes indígenas y cultura digital; y Etnografía digital multisituada: jóvenes universitarios y universitarias estudiando en casa en tiempos de covid-19. Escribe en la Revista Consideraciones y en La Silla Rota.