Tal vez sería muy fácil y común recurrir a la sabia frase de Antonio Gramsci que recuerda que “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Y claro que es tiempo donde los monstruos se engendran, sin duda. Pero podríamos aprovechar la ocasión para rememorar las palabras iniciales de la obra “Comment c'est” de Samuel Beckett (1961): “Como era cito antes de Pim con Pim después de Pim como es tres partes lo digo como lo oigo”, así sin puntuación, pues la sonoridad da pie a un ritmo y una cadencia que hacen inútiles los signos de separación gramaticales.
Esta novela, cabe indicar, es el monólogo de un narrador mientras se arrastra por un lodo interminable, recordando su vida dividida en tres etapas atravesadas por una repetición intensa de palabras y frases, donde la primera parte es algo más convencional, con el narrador arrastrándose en el fango, mientras que en la segunda encuentra una pareja y se llena de detalles paradójicos, ambigüedades e intercalaciones, para llegar a una tercera parte donde una vez perdida la pareja y sólo de nuevo, pero inmóvil en la oscuridad del barro, la narración se vuelve fragmentada, con hipótesis descabelladas y eso que el autor llama “lógica fatal”.
Así la elección judicial: con un órgano superior administrativo incompleto que se arrastra por el fango para encontrarse luego con la ciudadanía y en la tercera parte, del escrutinio y cómputo, perderla y quedar nuevamente sólo, inmóvil, en el barro.
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Sobre el cómputo ciudadano
No permitamos que, en este país donde metafóricamente se baila sobre las fosas clandestinas, se nos desdibuje el concepto mismo de ciudadanía al pretender reemplazarlo por una burocracia. No: no serán los ciudadanos los que por vez primera en décadas contarán los votos de unas inéditas elecciones judiciales. Y es verdad que siempre al final del camino algunos integrantes de las mesas terminan por ser arbitrariamente reemplazados, pero siempre es la minoría; y claro que en la práctica luego de cada elección los consejos distritales recuentan la mayoría de mesas receptoras de votos, pero ello es para dar certeza a unos resultados que varían de manera marginal, inapreciable, de aquellos computados por la ciudadanía insaculada. No: ahora no será la ciudadanía sorteada y contactada mediante arduos procedimientos para integrar las mesas de votación quienes cuenten los votos. No: esta labor será directamente sustituida por un cuerpo de empleados auxiliares que forman parte, se quiera o no, de una cadena de mando burocrática.
Los criterios y condiciones para formar parte de los consejos distritales no son, de manera alguna, los propios de la insaculación de ciudadanía que se realiza en cada elección, aunque sean nombrados para esta elección en particular, aunque se argumente que las personas que apoyarán en el conteo, escrutinio y cómputo de los votos son ciudadanas que en cada elección se integran temporalmente a los Consejos Distritales, a través de las Consejerías Ciudadanas o desempeñando funciones de capacitación y supervisión electoral y que forman parte del Servicio Profesional Electoral; es decir, que son personas que cumplen con un perfil técnico en materia electoral y garantizan transparencia y legalidad en cada elección. Eso no obsta para que puedan considerarse a estas personas como idénticas a la ciudadanía insaculada.
Sobre las reglas del cómputo
Es verdad que nadie puede pensar que desde la cúspide de esa estructura alguien podría dictar una medida que arbitrariamente decante los resultados a favor de una candidatura específica, pero sí es y será factible que en ese fango las autoridades se encuentren solas, atadas a sus decisiones previamente o en el momento adoptadas, que podrá transmitir a la parte inferior de la pirámide como decisiones a seguir de manera incuestionada. Esto, acorde con el aval de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación al acuerdo del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobado el 5 de febrero sobre la implementación de un mecanismo distinto para la recepción y el conteo de los votos en la elección extraordinaria judicial de este año, acuerdo que va en contra de lo establecido en la legislación electoral, que determina que el escrutinio y cómputo lo deben realizar los funcionarios de la mesa directiva de cada casilla.
Y si bien en la casilla no se llevará a cabo el cómputo de las elecciones del Poder Judicial, sí se efectuará algo que llaman clasificación, que permitirá separar las boletas de cada elección depositadas en una única urna —contra lo previsto por la legislación vigente y sin inutilizar las boletas sobrantes, como se prevé en las mismas normas— y el conteo en casillas de las boletas con votos, lo que permitirá no sólo su publicitación inmediata, sino contrastar estos datos con el resultado final. Y que cualquier persona estuvo en posibilidad de registrarse para la observación electoral, que incluye las labores de escrutinio y cómputo que se realizarán en los consejos distritales. Pero hasta ahí, pues asimismo ya fueron emitidos diversos criterios que minimizan la potencial anulación de los votos emitidos, inventando la categoría de recuadro no utilizado que rompe con el esquema convencional de sufragios válidos o nulos.
A manera de colofón
Bello y recomendable el texto “Le Dépeupleur”, del mismo Samuel Beckett (1970), donde el autor describe una estancia donde se encuentran cuerpos, un cilindro con luz amarilla y temperatura fluctuante que contiene escaleras para trepar a nichos en las paredes. Para ello, los cuerpos adoptan diferentes comportamientos, como circular, detenerse, trepar o quedarse quietos. Aunque existen teorías sobre la existencia de una posible salida secreta a través de un túnel o trampa en el techo, nadie la conoce ni se sabe si realmente existe.