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Sheinbaum, Teuchitlán y las verdades

Es innegable el compromiso asumido por la presidenta para el asunto de Teuchitlán, Jalisco, pero éste debe traducirse en resultados, como lo ha dicho ella: que hable la ciencia. | Eduardo Zerón García

Escrito en OPINIÓN el

El (re)hallazgo de un rancho en Teuchitlán, en Jalisco, descubierto por un grupo de madres buscadoras que encontró restos óseos calcinados, mochilas, zapatos e indumentaria de todo tipo, ha llevado a que algunos lo llamen prematuramente un campo de exterminio. Este lugar, donde jóvenes fueron reclutados y, presuntamente, acribillados por miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ha desatado la furia, la indignación y la desesperación de miles de personas que conviven diariamente con el fenómeno de las desapariciones forzadas.

Sería fácil responsabilizar al gobierno de inmediato. La historia nos ha enseñado que, ante cualquier matanza o magnicidio, siempre habrá quienes busquen señalar al Estado como el perpetrador. “Fue el Estado”, por acción u omisión, por la izquierda o la derecha, porque hizo o porque no hizo. Este grito ha resonado desde hace más de 30 años: desde Zedillo con Aguas Blancas en Guerrero, Fox con las Muertas de Juárez, Calderón con las matanzas de San Fernando, Villas de Salvárcar y Allende, hasta Peña Nieto con Ayotzinapa.

Tal parece que Teuchitlán alcanza al presidente López Obrador en su año siete de gobierno que es una expresión que no pretende, sino advertir que posiblemente estos hechos sucedieron y se incubaron en los resabios de su gobierno cuando se dio por primera vez el hallazgo del rancho y que hoy logra brincar para morder a la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum en los albores de su administración. 

Hoy no sabemos cuántos, ni quiénes perecieron en ese predio en Jalisco, la fiscalía general tanto de la República como del estado, serán quienes y no otros, darán los avances de las indagatorias. Así, sabremos si hay pruebas suficientes para saber si en ese lugar pudo haberse llevado cremaciones o quemas tumultuarias, sabremos a quiénes mataron, cómo y por qué; y si es que los hechos que se han relatado sucedieron como tal. Pero más importante, sabremos quiénes fueron o son los dueños de las prendas, las cartas, las mochilas, los zapatos y quiénes fueron los perpetradores.

Pedir prudencia a quienes buscan a sus seres queridos es imposible, cuando todos los días vagan en ese limbo, acompañados de dolor, buscando entre todos los recovecos posibles a sus seres queridos. Pero es necesaria la mesura para aquellos quienes de manera nefasta, sesgada y carroñera buscan utilizar la coyuntura tanto a favor o en contra este evento. Lo verdaderamente miserable sería reducir este horror a una disputa de culpas, pues, de confirmarse la magnitud de lo ocurrido, estaríamos ante la peor matanza de la historia moderna de México.

Ojalá la presidenta Sheinbaum use todas las herramientas del Estado, para llegar a la verdad y que no caiga en la trampa de traer a organismos internacionales, comisiones interdisciplinarias, que sea cauta con las supuestas organizaciones de derechos humanos que rondan ya con sus advenedizos a las víctimas. No importa qué conclusión se alcance, será atacada, cuestionada y desacreditada con cosas que resultarán incluso ridículas, y por personas que lo son igualmente. La conclusión a la que llegue no será cuestionada por su veracidad, vaya, no importa lo que diga porque vendrá de su gobierno, de sus investigadores y, respetuosamente, en primera y última instancia de su presidenta.

Es innegable el compromiso asumido por la presidenta para este asunto, pero éste debe traducirse en resultados, como lo ha dicho ella: que hable la ciencia. Ojalá que la presión social no alcance a su gobierno, porque a veces, aunque uno no lo crea, ésta se alimenta de“aliados”. Esas verdades históricas que luego mucho desdeñan terminan siendo únicas, porque las mentiras tienen muchos recovecos, pero la verdad no, por eso persiste al tiempo, quiera uno o no, la verdad nunca la tiene fácil, aunque la quieran desmentir siempre encuentra su camino, 

Moneda al Aire 

Ojalá la presidenta Sheinbaum le pueda dar resignación y certeza a quienes buscan desesperadamente a sus seres queridos, porque la paz la perdieron hace mucho tiempo. 

El nuevo embajador de Estados Unidos en México Ronald Douglas Johnson en su comparecencia para ser designado como ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, Johnson subrayó al ser consultado sobre la posibilidad de acciones unilaterales contra los cárteles mexicanos, que no descarta el uso de la fuerza militar en situaciones donde la vida de ciudadanos estadounidenses esté en riesgo. Afirmó que “todas las cartas están sobre la mesa”, a lo que la presidenta respondió enfáticamente que acciones como bombardeos en territorio mexicano “no están sobre la mesa, ni sobre la silla, ni sobre el piso, ni sobre ningún lado”. 

Eduardo Zerón García

@EZeronG