EXCMO. SR. DON MARCELO EBRARD CASAUBÓN NEGOCIADOR TODÓLOGO DE LA 4T
Muy Versátil y Acomodaticio Comodín:
Como buen mexicano, con pleno conocimiento de las estrofas del Himno Nacional que confortan a la Patria, como aquella que proclama que el cielo un soldado en cada hijo le dio, según tuvo a bien recordar a la Nación la Señora Presidenta de la República en fecha reciente, he estado en extremo pendiente de las mañaneras del pueblo, por si acaso la superioridad requiere de mi inútiles servicios para conjurar las inaceptables bravatas que ha recibido, a últimas fechas, desde allende el río Bravo.
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Como soy curioso por oficio, en ese trance tuve la oportunidad de escuchar a Su Eminencia en un par de ocasiones, siendo la primera aquella en que desgranó una presentación intitulada ‘Impacto en el consumidor de Estados Unidos por la imposición de un 25% de aranceles a las importaciones desde México’. Así me enteré de que México es el principal exportador de autos-computadoras-televisores-y-refrigeradores al país del norte, y que el mentado impuesto afectaría a doce-cuarenta-treinta y ocho-y-cinco millones de familias americanas, que tendrán que pagar diez mil-siete mil-dos mil-y-ochocientos millones de dólares extra por tales artefactos, todo eso de un día para otro.
¡Impresionante!
Como soy perspicaz por obligación, presté especial atención cuando Vuestra Gracia explicó al auditorio que de aquel lado de la línea divisoria también subiría el precio de los alimentos y las bebidas mexicanas, en la misma y escandalosa proporción del 25 por ciento, lo cual seguramente era un mensaje subliminal para dejar claro que los aficionados al Super Bowl, que casualmente se celebra el día de hoy, tendrán que apechugar unos dólares extra si quieren disfrutar la tradicional botana de guacamole con totopos y unas Coronas bien frías.
¡Genial!
Como soy patriota por convicción, no me quedó duda que esa advertencia dejó patidifusos a los gringos que escuchan la mañanera del pueblo, que asumo serán una multitud, minando ipso facto su atolondrada decisión de confiar a un berrinchudo como Donald Trump el manejo de la Casa Blanca. Apenas lleva el marido de Melania un par de semanas en el cargo, y ya le está pasando factura a sus propios seguidores, con la desgastada cantaleta de Let’s make America great again que, si entendí bien lo que Usía quiso decir, aunque no lo haya dicho, es una soberana majadería.
¡Demoledor!
Como soy justiciero por costumbre, pensé que a continuación Maese Ebrard, tras aterrorizar a los televidentes gringos con su cabeza fría, pasaría a explicarnos a los consumidores mexicanos lo que sucedería en el hipotético y absurdo escenario de que las amenazas del papá de Ivanka se conviertan en aranceles, es decir, si a nosotros nos perjudican o nos benefician o, como dijera aquel célebre emisario del pasado, si estamos en la peculiar circunstancia de que puede suceder todo lo contrario
¡Ay, dolor!
Como soy ingenuo por nacencia, me sentí decepcionado y confuso cuando Vuestra Gloria se dirigió muy orondo a las sillitas de escuela en la que sientan al gabinete, mientras esperan turno para hacer uso del reflector y del micrófono. Más de inmediato recapacité, pues comprendí que el tiempo de las mañaneras es Triple AAA, rating de lujo, costo multimillonario por segundo de transmisión, y que además hay que darle chance de que se luzca a la patrona. En la primera ocasión que se presente, asumí, Su Vanagloria va a despejar las dudas de quienes le pagamos su salario.
¡Oh, desaliento!
Como soy bobalicón por defecto, no alcanzó a comprender cómo fue que Su Sapiencia desperdició la siguiente ocasión, aquella gloriosa mañanera de sonrisas y regocijos, donde la Nación se rindió embelesada ante la Conductora de los Destinos Nacionales, quien en un telefonazo milagroso logró posponer por un mes completo la anunciada pamba con picahielo, que por desgracia también es el mes más corto del año. Si dejan parlar al Príncipe Marcelo, conjeturé, ahora sí nos va a pasar la parte de la película que más nos interesa, que no es otra que cómo defendernos del atropello. Lo dejaron, pero Su Alteza se volvió a ir por las ramas, explicando que la industria americana se la va a pasar del nabo sin nuestra concurrencia.
¡Oh, desilusión!
Como soy porfiado por naturaleza, esperé toda la semana que Su Excelencia, en su calidad de Ministro de Economía del Reino de Anáhuac, explicara a sus atónitos súbditos cuáles son los peligros que nos acechan, si van a subir aquí también las pantallas y las compus, si van a costar más las hamburguesas y los hot-dogs, si alcanzaremos a pagar el Sky y el Netflix, si nos van a quitar las tarjetas de Sam’s y de Costco, en fin, si están en nuestro futuro todas esas diminutas gratificaciones que hacer tolerable vivir en la República de la 4T. Nada de nada: Vuestra Contumacia no deja de insistir en que los gringos se van a dar un balazo en el pie, pero nos tiene en la ignorancia si eso mismo será para nosotros un pellizco de monja en la oreja, un gancho al hígado o una estocada en el corazón.
¡Ay, dolor!
¡Ya me volviste a dar!
Como soy incrédulo por sistema, debo confiarle a Vuestra Todología que no me hizo nada feliz el acuerdo telefónico del lunes, ni la pausa de un mes, ni las anunciadas mesas de trabajo, pues si antes teníamos un frente de batalla, ahora tendremos tres: los aranceles, los migrantes, los carteles. Percibo en los altos mandos, tal vez Usía lo niegue, una prisa mal disimulada por llegar a un acuerdo, aunque sea un mal acuerdo, que los obligará a ceder mucho a cambio de muy poco (o de nada, como el envío de diez mil guardias nacionales a la frontera no por un mes, sino en forma permanente, maniobra que de paso dejó a Cancún desprotegido). Sospecho, quizás Usía reniegue, que van a sufrir un trato rudo y vejatorio, y que no se puede descartar que hagan tratos inconfesables, en lo oscurito (como el abusivo ‘qu??date en México’, que los güeros ya dan por hecho y que nadie de este lado se atreve a desmentir). Presiento, seguro Usía lo requete niegue, que les urge resolver esa turbulencia inesperada con el exterior, para seguir haciendo en casa lo que les venga en gana (jueces a modo, sabadazo en Infonavit, terror en Sinaloa, usurpación de poderes, atropellos a la Corte: la lista es interminable).
¡Ay, dolor!
¡Ya me volviste a dar!
¡Y en el mismo lugar!
Como soy rencoroso por carácter, antes de terminar esta misiva debo informar a Su Exaltadísima que estoy furibundo con el atildado caballerito que responde al nombre de Justin Trudeau, porque aceptó declarar terroristas a los cárteles mexicanos. No es que no lo sean, ni que sienta la más mínima simpatía por esos asesinos seriales, que han convertido el país en un cementerio de fosas clandestinas. Pero Monsieur Trudeau es un sacatón: Trump le tomó la medida, lo humilló (gobernador de Canadá, le dijo), lo sobajó hasta donde quiso y, en su agonía política, este bribón de segunda se alineó con el grandulón de la cuadra. Algo habría que decir también de nuestros amigos latinoamericanos, del venezolano Maduro, del nicaragüense Ortega, del cubano Díaz-Canel, incluso del brasileño Lula, que con tanto silencio voltean hacia otro lado, agradeciendo de esta manera las cortesías recibidas por la 4T.
¡Ay, dolor!
¡Ya me volviste a dar!
¡Y en el mismo lugar!
¡Pa’ acabarla de fregar!
Como soy optimista por necesidad, voy a acabar estas líneas con un mensaje no de esperanza, sino de valentía. Me lo contó una amiga que vive en Nueva York donde, según su testimonio, muchos ciudadanos están indignados con Trump por el trato que está dando a Canadá y a México. Pues resulta que en una escuela de barrio, un conserje llamó a la Migra para denunciar que tenían como alumno al hijo de unos indocumentados mexicanos. Con despliegue de sirenas y patrullas, como se suele ver en las películas, la autoridad procedió a detener a la madre y al menor a la hora de la salida, y luego capturó al padre en el trabajo. El caso está en juicio, pero tuvo consecuencias: el director, los maestros, los padres de familia, la comunidad escolar en pleno repudió al soplón, quien fue cesado de manera fulminante. Somos una comunidad, nos tenemos que defender de los abusos, dice mi amiga, abuela de un alumno anglosajón.
¡Bravísimo!
Como soy pedante sin remedio, permítame Su Gestoría rematar este cuento con una cita de Cicerón, quien decía que la historia es la maestra de la vida, pero eso de nada sirve si no atendemos sus lecciones. Hace menos de un siglo, Hitler aterrorizó a Europa con sus amenazas de guerra: violó el tratado de Versalles, se anexó Austria, invadió Checoeslovaquia, todo con la complacencia de las naciones débiles. Eso no evitó la guerra, que le costó al mundo 50 millones de vidas. A Trump, grandulón del barrio, terror de la cuadra, hay que plantarle cara, con la misma determinación que la pequeña escuela de barrio de Nueva York. Nos va a ir muy mal, puede que nos dé por arriba y por abajo, seguro nos rompe nuestra mandarina en gajos, pero no nos irá mejor si nos entretienen con cuentas de vidrio, como el mes de pausa. Con esa certeza, y con la respetuosa petición de que ponga en su lista de prioridades a los consumidores mexicanos, reciba Vuestra Ambigüedad un categórico voto de desconfianza de