En el primer día de su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump firmó tres órdenes ejecutivas que redefinen la política exterior de Estados Unidos en materia de salud global, medio ambiente y ayuda humanitaria. Estas medidas impactan directamente la participación de su país en organismos multilaterales y en acuerdos internacionales, afectando la cooperación global en estos ámbitos.
Una de las órdenes más significativas y mayormente difundidas es la la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París y de otros compromisos climáticos internacionales. Esta decisión argumenta que los acuerdos medioambientales internacionales imponen cargas desproporcionadas a la economía estadounidense y limitan el crecimiento del país. La retirada también implica la cancelación de financiamiento estadounidense a programas internacionales de mitigación y adaptación al cambio climático. Anteriormente, Estados Unidos se había comprometido a destinar hasta 3,000 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima, una iniciativa clave para apoyar a los países en desarrollo en la reducción de emisiones y la resiliencia climática. Pero el impacto no tiene que ver solo con financiamiento, sino con que, Estados Unidos es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero a nivel mundial, por lo que su retiro debilita los esfuerzos globales para reducir las emisiones y combatir el cambio climático.
Otra orden relevante es la retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La justificación presentada en el documento es el supuesto mal manejo de la pandemia de COVID-19 y la falta de reformas en la organización. Además, la orden argumenta que Estados Unidos realiza contribuciones financieras desproporcionadas en comparación con otros países. Hasta 2020, Estados Unidos aportaba aproximadamente el 15% del presupuesto total de la OMS, lo que representaba alrededor de 400 a 500 millones de dólares anuales. Esta salida deja un vacío financiero y estratégico en los esfuerzos globales de salud, ya que la OMS depende en gran medida de estas contribuciones para programas de vacunación, prevención de enfermedades y respuesta a crisis sanitarias.
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La tercera orden con impacto en el exterior, es la que establece una pausa de 90 días en la asistencia al desarrollo exterior para evaluar la alineación de estos programas con la política exterior de la administración Trump. La revisión abarcará la ayuda otorgada a organizaciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos extranjeros, y determinará si los programas deben continuar, modificarse o cancelarse. Estados Unidos ha sido históricamente el mayor donante de ayuda humanitaria, con presupuestos que superan los 30,000 millones de dólares anuales distribuidos en programas de salud, educación y desarrollo económico en diversas regiones del mundo. La suspensión de estos fondos podría afectar proyectos esenciales en países en desarrollo, así como la influencia diplomática de Estados Unidos.
Estas órdenes ejecutivas confirman la visión aislacionista de la política exterior de la administración Trump, privilegiando los intereses nacionales sobre la cooperación multilateral. Su impacto se sentirá en la financiación de programas globales de salud, desarrollo y medio ambiente que relantizarán los objetivos globales de frenar el cambio climático, prevenir y atender eficazmente nuevas emergencias sanitarias y cerrar las brechas de desigualdad y pobreza.