Larga ha sido la lucha de las mujeres para que contemos con los elementos mínimos para poder desarrollarnos en los diferentes ámbitos sociales, políticos, económicos, culturales, científicos y deportivos de nuestra sociedad. Pero no es suficiente.
Hoy en día, existen fuertes barreras que impiden que la mujer pueda coexistir en igualdad de circunstancias que los hombres a pesar de diversos avances que se han materializado en diversas disposiciones tanto constitucionales como legales en donde algunas han prosperado, en otras los involucrados buscan darle la vuelta y, otras más son letra muerta.
Por ello, resulta imprescindible generar conciencia de la necesidad de empoderar a la mujer para terminar con la marginación y discriminación aún existente. Veamos algunos ejemplos.
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De acuerdo con el INEGI (2000), en el rubro de la actividad profesional, las mujeres ganan en promedio 16% menos que los hombres respecto al mismo trabajo lo que revela una enorme brecha salarial que se traduce en una marginación sistemática hacia las mujeres.
Por su parte, la Encuesta Nacional sobre Discriminación (2022) reveló que a nivel nacional el 24.5% de las mujeres de 18 años y más declararon haber tenido alguna experiencia de discriminación. Este fenómeno en grupos específicos de mujeres crece cuando hablamos de población indígena, con alguna discapacidad, afrodescendiente, entre otros.
En el ámbito de la convivencia social de acuerdo con registros estadísticos del INEGI de 2021, poco más del 70% de las mujeres de 15 años y más experimentaron al menos una vez en su vida algún incidente de violencia que pudo ser psicológica, económica, física, sexual o discriminación. Además, de 2016 a 2021 se reflejó un incremento del 4% lo que permite generarnos una legítima preocupación de este fenómeno que irrumpe una sociedad igualitaria y gangrena uno de los principios democráticos: la equidad entre hombres y mujeres.
El ámbito político no se libra. La mujer sigue teniendo fuertes resistencias para lograr una representación política en igualdad de condiciones que los hombres a pesar de que, desde 2014 se elevó a rango constitucional el principio de paridad de género en donde, si bien contamos con órganos federal y local legislativos paritarios, las comisiones de trabajo más importantes siguen siendo presididas por hombres.
A nivel municipal, para poner un ejemplo, poco menos del 30% de las presidencias municipales son ocupadas por mujeres.
Asimismo, la violencia de género en el ámbito político-electoral parecería no tener barreras en donde hemos observado que este tipo de violencia produce discriminación hacia las mujeres, las menoscaba en el desempeño de sus funciones como servidora pública o representes populares, entre otros aspectos.
Por ello, es necesario que México, en sus distintos niveles de gobierno a través de sus instituciones, los cuerpos legislativos, así como los partidos políticos, principales artífices de las demandas de la población generen campañas, cursos de sensibilización, asesorías para mujeres y hombres sobre la necesidad de empoderar a la mujer.
El Banco Mundial (2018) ha señalado la necesidad de la inclusión de las mujeres en diversos ámbitos, entre ellos en el mercado laboral, ya que es esencial para el desarrollo y crecimiento económico del país.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha sido enfático en argumentar que el empoderamiento de las mujeres está relacionado con la mejora en la calidad de vida de las familias, el núcleo de la sociedad que da vida a nuestra existencia. Asimismo, sostiene que las mujeres empoderadas visualizan de mejor manera la necesidad de invertir en educación y salud en sus hijos, lo que constituye uno de los indicadores de crecimiento de cualquier nación.
El empoderamiento de las mujeres es hoy una necesidad urgente para lograr mejores condiciones de equidad e igualdad en nuestra sociedad, para abatir la discriminación y los múltiples estereotipos que se generan en torno a las mujeres.
El empoderamiento de las mujeres debe ser el espacio que permita, desde una cultura cívica, concientizar a las actuales y nuevas generaciones sobre la necesidad de una sociedad en donde todas y todos tengan derechos iguales, así como exigir el impulso de políticas públicas adecuadas que contengan una visión de perspectiva de género.
Si lo logramos estaremos creciendo como comunidad, sociedad y como nación.