El combate al narcotráfico se ha convertido en uno de los focos principales en los diversos medios de comunicación. Como en otros tantos aspectos, la visión y opiniones están cruzadas. La razón, la inconformidad de algunos con el gobierno en turno que, igual que al anterior, todo le regatean.
Cierto, como cualquier otro, el gobierno actual tiene deficiencias y virtudes, pero el hecho de que sigan regateando todo lo que de ahí emana por parte de quienes no han atinado a hacer una introspección de sus errores políticos y su nula eficacia para gobernar cuando tuvieron oportunidad, le resta grados de credibilidad a su crítica.
Pero más allá de eso, la idea de esta entrega es intentar hacer una reflexión sobre lo que realmente nos preocupa en términos del narcotráfico y de inseguridad, de nuestros intereses individuales y colectivos, de nuestra visión de la realidad que priva en el país y que, en algunos casos, éstas se basan más en las creencias y los anhelos que moldean nuestra percepción de una realidad que en la mayoría de las veces, dista de ser la que priva en el día a día en cada rincón del país.
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La discusión álgida en estos momentos, ronda sobre la designación de los cárteles del narcotráfico como grupos terroristas, cosa que para unos es una desproporción amén de los riesgos geopolíticos que ello implica, mientras que, para otros, es el deseo hecho realidad y un anhelo basado en un único objetivo. Descarrilar como sea y a costa de lo que sea un gobierno que repudian y detestan.
Pero nuestra intención no es evaluar quién tiene razón, el objetivo es reflexionar sobre las condiciones y causas que nos tienen inmersos en esta crisis de narcotráfico e inseguridad.
Si nos atenemos a lo que los medios de comunicación informan todos los días a cada minuto, el país está sumido en una espantosa inseguridad, pues cada hora hay una nota roja que reportar. Y aunque muchas de esas notas no están relacionadas con el narcotráfico, algunos comunicadores encuentran la manera de torcer el contexto y dirigirlo hacia ese frente.
Es por eso que hay quienes reclaman que se debe hacer frente al narcotráfico con “todo el poder del gobierno”, que resuelva de facto, rápido y de manera expedita, sin pretextos, ni torpezas, para eso son gobierno, piensan para sus adentros y comentan en sus pláticas de sobremesa.
Asumen su postura como si el narcotráfico hubiera aparecido de manera espontánea o, lo que es peor, que llegó con este gobierno. Para esos pensamientos siempre pragmáticos, el pasado no existe, lo que vale es el aquí y el ahora, así en los negocios, en su vida y en la percepción que tienen de la realidad, pues bajo ese pensamiento, ignoran u omiten las causas que dieron forma al fenómeno del narcotráfico como hoy lo conocemos y que, por cierto, hace poco más de 20 años no vivíamos en esta magnitud.
Y aunque parece mentira, en muchas redacciones, a los editores les parece una pérdida de tiempo hablar de las causas, de los orígenes de esta crisis que vivimos y que, unos a otros, se señalan como responsables.
Pero, en dónde deberíamos situar el origen de esta crisis y ascenso del narcotráfico en México. Por supuesto, los entusiastas contrarios a los primeros, señalarán al gobierno de Felipe Calderón como causante de la crisis que hoy vivimos, pues fue él quien decidió en medio de muchas sombras y dudas, iniciar una “guerra” que sigue bañando de sangre al país.
Pero no es ese el origen, si nos atenemos a los reportajes, literatura y documentales que existen sobre el tema, podríamos ir más atrás y situarnos en el sexenio de Miguel de la Madrid el cual ya era señalado por Manuel Buendía por estar coludido con el narcotráfico. Por supuesto, los medios y algunos comentócratas que hoy se desgarran las vestiduras, no reportaban en ese entonces los hechos como hoy se hace. Era un tema vedado en muchas redacciones, por eso le costó la vida a Buendía.
Si recorremos el tiempo un poco más atrás, de acuerdo con algunos biógrafos, el gobierno de Adolfo López Mateos ya estaba tiznado por el narcotráfico y si nos ponemos un poco más estrictos, algunos investigadores ubican el sexenio de Abelardo L. Rodríguez como el primer narco gobierno. Todos estos hechos hoy están en calidad de anécdotas, quizás por eso algunos pseudoinvestigadores y comentócratas justifican su desgano a la hora de hurgar en el pasado para comprender mejor el presente.
Por supuesto que, a todas esas voces, poco les importa si nos atenemos a los documentales sobre la historia de las mafias en los Estados Unidos que fueron las primeras en comercializar las drogas en ese país. Primero traídas de Asia y posteriormente, bajo la visión pragmática de los negocios norteamericanos, promovieron cerca de sus fronteras la producción de drogas que, a manera de libre mercado, promovieron y acrecentaron su consumo para convertir a ese país, en el mayor consumidor de drogas del mundo.
Así que el narcotráfico es cuestión de libre mercado o libre comercio, como usted lo prefiera, es oferta y demanda y para crear adicciones de todo tipo y demanda, los estadounidenses se pintan solos, son maestros del marketing y la propaganda, son los héroes de muchos de quienes aquí piden que se tipifiquen de terroristas a los narcotraficantes y aplauden con vehemencia y pasión, la llegada de los “libertadores” como si se tratara de la entrada a París en agosto de 1944.