En esencia, las presentes reflexiones consisten en mostrar cómo la perspectiva del Buen Vivir podría fungir como un recurso distinto para cuestionar o complementar modelos de desarrollo que han fallado en respetar a las comunidades indígenas. El Buen Vivir es un enfoque crítico que pone en cuestión, incluso, el proyecto de la modernidad occidental y sus extensiones expresadas en las nociones de progreso y desarrollo. Esta perspectiva prioriza la eufonía con la naturaleza y el bienestar colectivo sobre la acumulación del capital, que a menudo se realiza a costa de la degradación ambiental y el sostenimiento de las desigualdades estructurales.
El Buen Vivir nace, entonces, como una filosofía de vida en los pueblos indígenas del mundo andino. Sin embargo, son diversos los usos que ha tenido desde distintos actores para sus intereses particulares. Los Estados de Ecuador y Bolivia han matizado sus Constituciones con dicha perspectiva; no obstante, los resultados obtenidos han sido insatisfactorios y, también, violentos.
Como muestra de ello, basta mencionar que Ecuador ha implementado políticas extractivistas que atentan contra el territorio y la vida de las comunidades amazónicas (huaoranis, tagaeris y taromenanes) al extraer el petróleo del Yasuní. De manera similar, Bolivia ha priorizado la construcción de una carretera hacia Brasil a costa de la destrucción de la selva. “Estamos viviendo un retroceso en lo que respecta a los derechos al territorio y a la consulta previa de cara a proyectos gubernamentales que en nombre de los ‘intereses nacionales’ están despojando a los pueblos indígenas de sus recursos, contaminando sus tierras y ríos y destruyendo sus bosques” (Hernández Castillo; 2017:28).
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Aida Hernández Castillo considera que está surgiendo un discurso que interpreta a los pueblos indígenas como “pobres”, que tienen que ser encaminados al desarrollo. Esto se refleja en la disminución de presupuesto para la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, por ejemplo. Entonces, por eso es importante entender al Buen Vivir como una alternativa de desarrollo para respetar a las comunidades. La vida moderna urbanizada, industrializada, acelerada y “progresista” no tiene por qué ser vista como superior. No obstante, es crucial reconocer que todos los grupos sociales, incluidas las comunidades indígenas, deben trabajar sus relaciones fomentando el respeto, especialmente hacia las mujeres. Sin embargo, esto no implica que deban ser evaluados con modelos y parámetros del desarrollo. Entre algunas producciones del desarrollo se incluyen, por ejemplo, las teorías neoclásicas del crecimiento económico (Keynes y Schumpeter), que priorizan la acumulación, la inversión y la productividad. También, están las teorías de la modernización (Rostow), la dependencia (CEPAL), el sistema mundo y la globalización (Cárdenas Gómez y Michel Nava; 2018).
La distinción primordial de la alternativa del Buen Vivir radica en que se fundamenta en estilos de vida sostenidos desde hace siglos, definidos por el respeto y la vinculación con la naturaleza, la autosustentabilidad y un inmenso sentimiento de colectividad. En contraposición a ciertos modelos de desarrollo, esta visión fomenta la solidaridad entre sus integrantes y el cuidado recíproco. Es evidente que, al igual que hay diversas teorías acerca del Desarrollo, también existen acerca del Buen Vivir. No obstante, a pesar de sus variaciones, es posible delinear una caracterización general para comprender esta filosofía.
El Buen Vivir propone un modelo que va más allá del antropocentrismo y de la explotación de los recursos naturales, así mismo integra tres tipos armónicos interrelacionados: la naturaleza con la comunidad, la comunidad con el individuo y el individuo consigo mismo. Valores como la amistad, el amor, la participación civil, el respeto y el compartir son fundamentales. Este último valor contempla tanto aspectos materiales como espirituales de la vida. Para poder alcanzar una vida armoniosa, se debe estar en equilibrio con la naturaleza y con la comunidad, de esa manera habrá paz con uno mismo (Torres Contreras Gerardo; 2014).
Esta discusión cobra importancia dado que algunos grupos indígenas en Latinoamérica padecen violencias de distintos tipos. Además, las afectaciones causadas por el capitalismo, a la naturaleza dañan a todo el planeta y a la humanidad entera. En ese sentido, es relevante repensar los modelos existentes del desarrollo pero que incorporen, en lugar de excluir o contraponer, el Buen Vivir en miras de construir un mundo sustentable. Mis reflexiones teóricas normativas contribuyen a mantener el debate a distintos niveles. Por un lado, desde el Estado, el gobierno y las instituciones tendrían que buscar la manera de evadir las políticas extractivas que afectan el bienestar y el ambiente. Por otro lado, desde la academia se tendría que incorporar las perspectivas del Buen Vivir para mejorar el estudio de las relaciones sociales y sus estructuras. Finalmente, considero que esta filosofía no es exclusiva de ciertos grupos, pues nos podría ayudar a repensar nuestra manera de estar en el mundo. Hay mucho que pensar todavía y creo que el Buen Vivir es un camino esperanzador.
Fuentes consultadas:
Cárdenas Gómez, Gloria y Michel Nava, Rosa. (2018). Descripción de las teorías del desarrollo económico y desigualdad. Tiempo Económico / Universidad Autónoma Metropolitana / vol. XIII / Núm. 40 / septiembre-diciembre de 2018 / pp. 53-64 / ISSN 1870-1434.
Hernández Castillo, Rosalva Aída. (2017). Confrontando la Utopía Desarrollista: El Buen Vivir y La Comunalidad en las luchas de las Mujeres Indígenas. En: Soledad Varea y Sofía Zaragocin. Feminismo y Buen Vivir: Utopía decoloniales. PYDLOS Ediciones. Ecuador.
Torres Contreras, Gerardo. (2014). Buen Vivir: dimensiones y retos desde la métrica. Universidad de Oxford, Departamento de Desarrollo Internacional. Recuperado de https://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/webinec/Estudios%20e%20Investigaciones/Medias_buen_vivir/10.%20Buen_vivir-Dimensiones_retos.pdf
Eduardo Cruz García*
Licenciado en Lengua y Literaturas Modernas (alemanas) por la UNAM y en Ciencia Política y Administración Urbana, con mención honorífica, por la UACM. Maestro en Sociología Política por el Instituto Mora. Actualmente cursa el doctorado en Estudios del Desarrollo. Problemas y Perspectivas Latinoamericanas por el mismo instituto y se encuentra en proceso de titulación de la Licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas por la UACM.