El siglo pasado estuvo marcado por el intervencionismo americano en todo el planeta. En América Latina hicieron y deshicieron a su gusto. Desde Nicaragua, Honduras hasta Brasil y con su máximo exponente de violencia en el golpe de estado que organizaron desde Washington contra Salvador Allende, presidente electo de forma democrática. En Asia hicieron un desastre en Corea, que sigue dividida entre norte y sur. En Vietnam sufrieron una derrota histórica que jamás pudieron asimilar. En los 90 decidieron incursionar en el Medio Oriente y el mundo sigue pagando las consecuencias por sus irresponsabilidades criminales. Al arranque de nuestro siglo, volvieron a Afganistán so pretexto de la guerra contra el terrorismo, pero lo que realmente querían era acabar con Hussein y dominar los pozos petroleros de Irak. El gobierno americano tiene en sus manos una historia de sangre y ocupaciones, que tienen como común denominador el avance del capital. No de la libertad ni la democracia, el avance del capital y el control de los recursos del planeta.
Parecen estar de regreso con su afán de meterse en la vida interna de países soberanos.
El presidente de EU, Donald Trump escupe muchas tonterías todos los días. Parece ser parte de su estrategia de distracción a la opinión pública. Es imposible seguirle el paso a alguien con incontinencia verbal. Un día habla sobre Panamá, y el otro sobre Groenlandia. Pero no deja de anunciarnos con bombo y platillo que el expansionismo americano está de regreso. Yo francamente le tengo miedo a una nación con bombas atómicas y que el responsable de su uso sea un hombre tan inestable y desagradable como Donald Trump. Pero fuera de gustos y miedos, no podemos tomar a la ligera sus amenazas. Después de todo no han parado de estar en guerra en toda su historia.
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Habla de anexar a Canadá como parte de la unión americana, de recuperar el canal de Panamá. ¡Habla de hacer un club resort en Palestina! Parece chiste de un niño que está aprendiendo de historia, pero no lo es. Es el presidente del país con el arsenal más peligroso de la historia de la humanidad. Y junto a él, los nuevos ricos de la tecnología que abiertamente pregonan discursos que se asemejan más a los de la antesala de la Segunda Guerra Mundial, que al futuro que dicen proponer y que nos quieren llevar.
Los principales promotores del capitalismo y del libre mercado han sido los gobiernos de EU, y ahora se hacen las víctimas de sus propias recetas. Es francamente de lo más hipócrita que he visto en los años recientes. El imperio se queja de sus propias reglas, el imperio lloriquea porque China le ha ganado en su propio juego. El imperio americano se quiere llevar al mundo entre las patas sin importar el futuro de todo el planeta. El imperio quiere carbón, plástico, el imperio es anticiencia, antivacunas, pro religión (evangélica solamente). El imperio se ha reducido al miedo de los hombres blancos americanos que se sienten desplazados por una población que se ha convertido de lo más diversa. En algún momento esa diversidad fue la fuerza de EU, hoy la desprecian y la atacan abiertamente. Este imperio sí que es de terror y se acerca al fascismo. Ideas que creíamos derrotadas en el siglo pasado.
Qué futuro tan raro estamos viviendo. Como humanidad hemos generado muchísima riqueza, información y tecnología. Y sin embargo tenemos problemas de vivienda, problemas de tiempo, desempleo y empleo mal pagado. No tengo dudas de que podemos y debemos organizarnos mejor. Pero no con estos tecno farsantes.