INTERVENCIÓN DE GOBIERNOS EXTRANJEROS

La insulsa historia de la cruzada contra los narcoterroristas

El interés de EU en Venezuela radica en acomodar un gobierno a fin que cumpla a rajatabla y sin obstáculos los dictámenes de una política de “libertad” transaccional y comercial para usufructuar los bienes naturales de esa nación. | Ismael Jiménez

Escrito en OPINIÓN el

Como en los tiempos de sitio y asedio de la antigüedad, la política Washington pretende dar un golpe al gobierno que considera una dictadura en Venezuela, la cual para muchos personificada Nicolás Maduro pero que, en realidad, a Trump y compañía no les interesa ni el nombre ni el hombre. El interés radica en acomodar un gobierno a fin que cumpla a rajatabla y sin obstáculos los dictámenes de una política de “libertad” transaccional y comercial para usufructuar los bienes naturales de esa nación.   

A la administración de Trump no le interesa en realidad atacar a unos “narcoterroristas” que según opera en ese país, pues en la narrativa imperialista de Washington, los focos del narcotráfico estaban puestos en Colombia y México, pero si se revisa esa narrativa, en cuando menos las últimas tres décadas, no existió un narcotraficante “enemigo número uno” de origen venezolano, así que, la tesis de un narcoestado venezolano pierde fuerza, y no es que neguemos que en ese país opere el narcotráfico, no, lo que tratamos de señalar es que ese país no era el foco central de la lucha contra el narcotráfico ni de la CIA, ni de la DEA.

Lo lamentable es que hay venezolanos que suplican por la intervención militar en su país no porque les interese combatir al narcotráfico, si así fuera, su discurso lo diría, pero su objetivo, es únicamente derrocar un gobierno al que llaman “comunista” bajo las condiciones que sean, cueste lo que cueste como en algún momento declaró a un servidor el entonces títere Juan Guaidó. 

En México la historia no es distinta pues un grupo furibundo de la oposición anhela y moja sus sábanas todas las noches soñando que el ejército norteamericano interviene en México no para derrotar al narcotráfico, esa sería su fachada según su deseo, no, el objetivo apuntaría a derrocar un gobierno que no sólo consideran “comunista” sino también dictador, narcoestado y peor aún, populista.

Lo que muchos de esos cruzados por las “libertades” que piden la intervención de gobiernos extranjeros para recuperar su “tranquilidad”, no saben o si lo sabe lo omiten, es que su adalid “guardián” de “las democracias” tiene como cimiento de su “democracia” el terrorismo, la segregación, el racismo, la supremacía racial, la violencia, la intimidación y el abuso del poder parlamentario. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su obra “La Dictadura de la Minoría”, hacen un recuento de cómo en dos épocas distintas de este país finales del siglo XIX y mitad del siglo XX el partido demócrata especialmente, utilizó todos los recursos legales e ilegales para imponer una sola razón y una raza como predominante en el quehacer político de la que muchos llaman, “la mejor democracia del mundo”.

La obra de los periodistas estadounidenses hace un recorrido por la construcción de la “democracia” aún perfectible acentuando principalmente como el obstáculo principal el reconocimiento de los derechos igualitarios y civiles en ese país que en las décadas de 1880, 1940, 1950 y 1960 vivieron los más álgidos momentos todos auspiciados por la segregación, el racismo y la violencia que es la fórmula que de quienes se consideran superiores ya sea en raza, posición social, económica o política por encima de las mayorías a quienes desprecian. 

En el 2020 previo a la impugnación de Trump de las elecciones de ese año, uno de los senadores republicanos de mayor peso, Mike Lee, publicó en su cuenta de X: “La democracia no es el objetivo; lo son la libertad, la Paz y la prosperidad. Lo que queremos, es el esplendor de la condición humana. Una democracia vetusta puede echarlo todo a perder.

Sin duda, las palabras del entonces senador quien además es un extremista de derecha católico, tiene sus asegunes pues cuando habla de “libertad, Paz y prosperidad”, no la está pidiendo para “todos” y lo reafirma con su frase el “esplendor de la condición humana” refiriéndose únicamente a la población blanca y adinerada, el resto de la población multiracial, como lo ratifica la historia de la democracia norteamericana, son elementos de relleno, en ocasiones innecesarias y peligrosas justamente para esos tres pilares de su entendimiento del bienestar racial.

Si revisamos con cuidado el discurso de la desorientada oposición en México, entre línea podemos leer algunos de esos argumentos en los que está fundamentada la ideología “democrática” de los Estados Unidos y para algunos, la solución sería aplicarla a pie puntillas.

Venezuela enfrenta un momento crítico, podemos no estar de acuerdo con el gobierno de Maduro, desaprobar decisiones o visiones de su discurso, lo que no podemos hacer como ciudadanos latinoamericanos es justificar la pérdida de la soberanía y esa soberanía radica entre otras cosas, en la capacidad de los individuos, de las sociedades y de las naciones para decidir, organizar y planificar un modelo de gobierno a fin a sus principios, históricos, de creencias y culturales.

Suponer que la solución viene de fuera es el peor error que se puede cometer y para muestra está Zelenski, quien creyó que, con la ayuda foránea, podría derrotar al gigante que tiene como vecino sólo por acceder a la “libertad, la Paz y prosperidad” que le contaron podría obtener de occidente si seguía el plan de perder su soberanía.

 

Ismael Jiménez 

@ijm14