El pasado fin de semana, muy a su estilo, Donald Trump dio a conocer un plan de Paz de 28 puntos para Ucrania en los que se destacan cuatro puntos relevantes que, se podría decir, son la columna vertebral de una propuesta en la que Volodímir Zelenski no participó.
El script de la propuesta que Trump presentó a Zelenski bajo el ultimátum de vencimiento el próximo día acción de gracias, le dio al mandatario ucraniano menos de una semana para aceptar las condiciones de una rendición incondicional, el reconocimiento para ceder los territorios ocupados por el ejército ruso incluida la península de Crimea, la renuncia incondicional para pertenecer a la OTAN y la aceptación del “rescate” económico avalado por una enorme deuda adquirida por el financiamiento de la guerra contra Rusia.
Al inicio del conflicto, en este espacio vaticinamos que al final de la guerra, Ucrania además de endeudada, habría perdido buena parte de su territorio y que, su entrada a la OTAN, terminaría en un sueño. Hoy, las condiciones del plan de Paz presentado por Trump, ratifican ese escenario y lo llevan un poco más allá pues Zelenski, habrá dejado buena parte de su soberanía en manos de Washington y de Moscú.
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Y es que desde el inicio de la guerra, la historia ya estaba escrita, pues el interés de Washington, no era otra que acceder a los recursos naturales de Ucrania, el gas natural, minerales y granos y de paso, acercarse a la frontera con Rusia, mientras que, desde Moscú, el objetivo era claro, salvaguardar su seguridad y mantener su influencia geopolítica en la región.
Para algunos, este conflicto tenía que ver justamente con la defensa de las libertades, la soberanía y la democracia en Ucrania, pero justamente estos tres factores habían sido violentados con la llamada revolución del Maidán en la que, la revuelta “popular”, auspiciada desde la Casa Blanca, estuvo sustentada en un golpe de Estado al gobierno pro ruso encabezado por Viktor Yanukóvych que había conseguido en las urnas la presidencia de Ucrania.
En el libro la Dictadura de las Minorías de Steve Levitsky y Daniel Zoblatt mencionado también en la entrega anterior, aborda cómo desde la oposición minoritaria en las urnas, el grupo político derrotado en los comicios, es capaz de impulsar campañas encendidas basadas en la denostación, presunción de corrupción del partido en el gobierno y hasta fraude electoral como arietes para que, en caso de que se den las condiciones, impulsar el derrocamiento del gobierno o, la manipulación de las elecciones con el afán de mermar la imagen y capacidad de los rivales electorales recurriendo a todo tipo de argucias legales o ilegales con el único fin, de remover al partido o grupo en el gobierno que sea considerado un peligro para mantener el status quo, económico, político y social y, de ser necesario incluso, recurrir a la violencia tal y como sucedió en el Maidán.
Steve Levitsky y Daniel Zoblatt, documentan cómo, hacia finales del siglo XIX en Carolina del Sur, sí, otra vez el odioso pasado histórico, cruzó un proceso de violencia, asedio y violación de los derechos humanos para las comunidades negras de esa región de los Estados Unidos que habían construido una democracia basada en las leyes derivadas de la guerra civil y la abolición de la esclavitud que llevaron a que ese Estado, fuera la primera democracia inclusiva del país en la que el congreso y cargos públicos, fueron ocupados por personas de color que eran la población más predominante de la región.
Ante semejante muestra democrática, las minorías sajonas, iniciaron una campaña de denostación argumentando entre otras cosas, que la Unión Americana había sido creada sólo para ser gobernada por blancos o aduciendo sin comprobar actos de corrupción en los gobiernos y funcionarios de color que “denigraban” decían, los grupos blancos, la calidad de vida de las personas “decentes”, entiéndase por decente sólo las personas blancas.
Las leyes tanto de Chicago como las de Carolina del Sur, permitían la inclusión y participación de la población negra en las elecciones reconociendo con ello los derechos civiles de las personas de color. Ante esto, los grupos minoritarios blancos, echaron mano primero de las leyes locales y después de las federales para echar atrás la legislación que promovía la inclusión civil.
Pero al no encontrar soluciones en la ley, los grupos minoritarios blancos recurrieron al fraude electoral, a la intimidación, la violencia y el abuso de los derechos humanos de la población de color que dieron paso a diversos grupos radicales y terroristas que, por medio de la violencia, boicotearon elecciones y dieron paso al Ku Kux Klan. En Ucrania, luego de la revolución del Maidán, el gobierno pronacionalista ucraniano, inició una redada de persecución y aniquilamiento de la población rusa que ocupaba los territorios que hoy controla el ejército ruso y que será un hecho que se convertirán en territorio de Rusia.
Ante este escenario, era muy difícil no suponer cuál sería el final de la guerra entre Rusia y Ucrania que soñó con derrotar a uno de los ejércitos más poderosos de nuestros tiempos, iniciando una revuelta auspiciada desde el exterior que se fundamentó en el ataque a la democracia ucraniana y la violación de los derechos humanos, estos, son algunos de los elementos que hoy comprometen la soberanía de Ucrania y dan un caso de estudio para entender lo que está sucediendo en el resto del mundo en esta cruzada de la ultraderecha que atenta sin menos cabo contra cualquier tipo de democracia.
Y pensar que hubo quienes, y todavía los hay, que colocan en sus redes sociales la bandera de Ucrania, según dicen, como un símbolo de libertad, democracia y soberanía.
