Hoy en día los minerales críticos y las tierras raras son los insumos esenciales para la producción de energía renovable, baterías de autos eléctricos y tecnología avanzada, no sólo la que utilizamos en la cotidianidad, también la que usan los países con un sector de defensa desarrollado. Así como ha sido la competencia y la seguridad del abastecimiento de los hidrocarburos, las de los minerales críticos y tierras raras están siendo cada vez más férreas y están impulsando el despliegue de estrategias nacionales que subsanen vulnerabilidades ante futuros riesgos geopolíticos y geoeconómicos.
Ante el reconocimiento de las vulnerabilidades asociadas a una posible interrupción de suministro de minerales críticos y tierras raras, no es de extrañar que los países desarrollados estén dándose a la tarea de desplegar estrategias nacionales específicas para reducir riesgos y asegurar estos recursos.
Por ejemplo, los países de la Unión Europea adoptaron la Ley de Materias Primas Críticas en 2024 en la que se establecen objetivos para reducir la dependencia externa aumentando la capacidad de procesamiento de minerales entre el 15% y 25% del consumo europeo para 2030, así como se determinan un monitoreo intensivo del riesgo de suministro de específicamente 34 minerales críticos y un almacenamiento obligatorio. En términos de financiamiento, la Unión Europea asignó más de 2,000 millones de euros a reservas de minerales críticos y plantea una estrecha colaboración con la República Democrática del Congo, Guinea y otros productores para asegurar el abastecimiento de litio, cobalto y tierras raras mediante la inversión en infraestructura y proyectos para la búsqueda de potenciales yacimientos.
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En el caso de Corea del Sur, país que desde 2024 fabrica casi el 30% de las baterías para vehículos eléctricos a nivel mundial, en su Estrategia Integral reconoce que una de sus principales vulnerabilidades es la fuerte dependencia de las importaciones de litio, cobalto y tierras raras, por esta razón una de las metas del gobierno sudcoreano es reducir esta dependencia del 80% al 50% hacia 2030 ya que Corea, además, prevé ser una potencia industrial de alta tecnología, y con ello, garantizar su seguridad económica. Un punto interesante en la estrategia sudcoreana es la identificación, como si de petróleo se tratase, de reservas de minerales críticos que puedan abastecer a las empresas del país por 100 días y que sirva de contrapeso ante un choque de la oferta y la demanda internacional. En su estrategia, los coreanos han establecido alianzas con Australia, Indonesia y Kazajistán, países que proporcionan acceso a minerales en las primeras fases de producción mientras que la capacidad de procesamiento y reciclaje nacional reduce la dependencia respecto a China.
Reino Unido ha sido uno de los últimos, pues a finales de noviembre pasado los británicos lanzaron su estrategia sobre minerales críticos y cuyo prefacio es contundente “los minerales críticos son parte integral de la vida moderna, …desde las comunicaciones, la infraestructura crítica, la defensa, la energía renovable, el transporte y las ciencias de la vida”. El gobierno británico no sólo vincula este documento a su Estrategia Industrial publicada en junio de 2025, también identifica claramente que debe asumir riesgos si las cadenas de suministro de minerales críticos cambian pero también reconoce que para 2035 su demanda anual de cobre se duplicará y la de litio aumentará en un 1,100%, al tiempo que planea sus propios compromisos financieros para impulsar la extracción y el procesamiento de minerales a nivel nacional. No obstante, esto requiere que el Reino Unido desarrolle prácticamente de cero una industria nacional apoyada en el reciclaje de minerales críticos, ayude a las empresas nacionales y asegure las cadenas de suministro esenciales contra riesgos geopolíticos y del propio mercado de minerales y tierras raras.
Quizá uno de los países más experimentados en asegurar el suministro de minerales críticos es Japón. El aprendizaje que le dejó el embargo a las exportaciones por parte de China en 2010 le sirvió para desplegar una estrategia de enfoque multidécada que permitió ampliar la reserva de tierras raras establecida en los años 80 y 90 del siglo pasado. De hecho, la reserva actual de tierras raras de Japón se estima en 200-300 toneladas anuales, aunque tal vez la mayor apuesta japonesa es la inversión en tecnología de reciclaje y con la cual pretende reducir la dependencia de las materias primas y desarrollar capacidades para recuperar recursos. La estrategia nipona también ha establecido alianzas diplomáticas con Mongolia, Vietnam y Australia que le garantizan acuerdos de suministro a largo plazo que cubren fuentes de tierras raras y litio fuera del control chino.
En lo que se refiere a Estados Unidos, a través de la Ley de Producción de Defensa las autoridades estadounidenses han otorgado más de 500 millones de dólares en fondos para desarrollar la capacidad nacional de procesamiento de tierras raras y refinación de litio desde 2021. Estos fondos también han contribuido a que empresas como la californiana MP Materials y la texana Lynas Rare Earths desarrollen una capacidad para separar 15 mil y 12 mil toneladas anuales de tierras raras, respectivamente.
Pese a que Estados Unidos, especialmente durante la segunda administración de Donald Trump, ha insistido en la autosuficiencia de minerales críticos, la diversificación del suministro ha sido uno de los componentes más utilizados por ahora y se contemplan alianzas con Vietnam, Indonesia y productores africanos, pero cobran relevancia los acuerdos bilaterales ya establecidos con Australia, Noruega y Canadá.
En este marco estadounidense, no sería extraño que el gobierno de Trump aproveche la próxima revisión del Acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá para incluir un mecanismo de cooperación sobre minerales críticos de América del Norte, esto aprovechando que los tres países coinciden en priorizar los minerales críticos y las tierras raras como componentes esenciales de la transición energética, la seguridad económica y la tecnología avanzada.
Aquí, mientras que los canadienses amplían el financiamiento para incrementar su capacidad de producción, procesamiento y reciclaje de minerales críticos, la mayor incógnita es si la presidenta Claudia Sheinbaum realmente puede situar al país como un actor en ese escenario, a sabiendas que México produce cantidades considerables de plata, así como porcentajes razonables de molibdeno, zinc, cadmio, bario y cobre, solo este último es utilizado para las baterías de autos eléctricos y el resto para energías renovables.
En estas circunstancias, es decir, sin minerales críticos suficientes y sin una estrategia de producción y abastecimiento, proyectos como el vehículo eléctrico de bajo costo sólo serían sostenibles a largo plazo mediante acuerdos complementarios. No sería extraño que una estrategia de México en materia de minerales críticos y tierras raras iniciara con la aceptación de un “T-MEC ampliado” para sumarse al futuro.
