Hace unos días, la titular de la Alcaldía Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, se dio cita en el Congreso de la Ciudad de México, para comparecer ante el pleno de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, como mandata la Constitución capitalina.
De entrada saltan a la luz dos cosas: uno, que existe una discordancia entre la realidad que pinta la actual Alcaldesa y lo que se puede ver, a simple vista, cuando recorre las calles de la demarcación.
Y dos, que en el afán de evadir su responsabilidad de entregar cuentas puntuales, ahora se dice perseguida política y se compara con el ex presidente López Obrador. Un sinsentido absoluto.
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Para la titular de la Alcaldía todo es una conspiración en su contra. Y aunque existen contradicciones evidentes entre los recursos que reporta como ejercidos y los pendientes denunciados por las y los habitantes de la Cuauhtémoc; decirse perseguida es una salida fácil ante la ausencia de argumentos y datos duros.
Lo cierto es que la voz de la ciudadanía es el mejor termómetro que tenemos para evaluar el desempeño de las autoridades. Desafortunadamente, en el caso de nuestra Alcaldía, las quejas son muchas y constantes: obras inconclusas, luminarias insuficientes, guarniciones y aceras en mal estado, calles sucias y parques en abandono, inseguridad y extorsiones, así como lentitud en la respuesta de los servicios públicos.
El presupuesto de la Alcaldía, que en este 2025 ascendió a poco más de 4 mil 152 millones de pesos, se encuentra hoy marcado por la opacidad y la falta de transparencia. Así se puede constatar si se revisan los números de los “Proyectos de inversión” y otras partidas que incluye la atención de temas en la vía pública.
A la fecha, por ejemplo, los habitantes de la demarcación no sabemos cuánto se ha destinado para el tema de luminarias y en dónde se han instalado aquellas que la titular presume como logro de su administración.
Lo mismo en el programa de baches, que afectan no sólo a quienes vivimos en la Cuauhtémoc, sino a los más de 5 millones de capitalinos que visitan, circulan o trabajan en esta demarcación territorial. La actual administración no solo ha sido incapaz de atender la problemática con un plan a largo plazo, sino que también se han documentado inconsistencias en los montos destinados para estas labores.
Para nadie es secreto que entre las aspiraciones de Alessandra Rojo de la Vega se encuentra la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Lo cual es un derecho legítimo. Pero de eso a usar la alcaldía como trampolín político, hay un abismo.
Nadie puede negar, por ejemplo, que esta administración ha destinado cuantiosos recursos públicos a la promoción personal. Irónicamente, la propia Alessandra Rojo ha acusado que en la anterior administración privó la corrupción, la impunidad y ese tipo de promoción; una administración que por cierto fue encabezada en coalición por el PRD y el PAN, este último, el partido que hoy la respalda.
Mientras la historia de “persecución” sigue en las redes sociales, son los habitantes de la demarcación quienes padecen la falta de resultados. No debemos perder de vista que es su obligación y responsabilidad, entregar cuentas puntuales. Y si el contraste con la realidad le causa molestia es porque, como dice el viejo refrán: la verdad no peca, pero incomoda.
