El pasado lunes tuvimos noticias de lo que ha ocurrido con la audiencia pendiente que tenía uno de los hijos de “El Chapo” Guzmán, a quienes se les conoce como “Los chapitos”, en concreto con Joaquín Guzmán López ante la corte Federal de Chicago, Illinois en Estados Unidos de América, Se sabe que cambió de posición, ahora se declara culpable de dos delitos: empresa criminal continuada (que en nuestro país se conoce como “delincuencia organizada”) y el segundo de conspiración por tráfico de drogas, que no es otra cosa que delito de la ley contra la salud en la modalidad de “narcotráfico”, en la legislación del país vecino el primer delito tiene una pena de cadena perpetua y el segundo de mínimo 10 años y hasta cadena perpetua. Lo interesante de una declaratoria de culpabilidad es que fue acompañada de una narrativa que contrasta con la carta realizada por Ismael Zambada García conocido como “El Mayo” Zambada.
Tal y como lo referí en este espacio hace algunos meses, la descripción del secuestro de uno de los capos más buscados por Estados Unidos de América es digno de una cuarta temporada de la serie de Narcos México. La descripción de cómo lo citó, lo apartó, de sus acompañantes; prepararon el lugar para sacarlo quitando una ventana, lo esposaron lo sacaron por la ventana y lo acostaron en la batea de una camioneta para trasladarlo por aproximadamente como 15 minutos, cómo llegaron al lugar en donde estaba la avioneta para aterrizar en el país vecino con el objeto de obtener los medios, han referido que dio el detalle de que lo sujetaron al asiento con un par de flejes (esposas de plástico) y puntualizó que ninguna autoridad de Estados Unidos le solicitó hacerlo, sino que él lo hizo con la esperanza de obtener un beneficio al momento de estar en juicio. Esto ya ocurrió, pues el fiscal federal del caso cuenta con un acuerdo de cooperación de 35 hojas donde está contenida esta información. Lo más importante de la audiencia fue que al confesarse ante la juez de distrito de Illinois se declara culpable y con ocupación “narcotraficante”.
De forma y fondo, la confesión del siglo derivada de un acuerdo de culpabilidad y colaboración no es otra cosa que un acuerdo en el que un acusado penal se declara culpable de uno o más casos, a menudo a cambio de una reducción en la severidad de la pena o del cargo, o para evitar un juicio con jurado. Este tipo de acuerdo puede acelerar el proceso penal y reducir la incertidumbre y los costos asociados a un juicio. Al declararse culpable, el acusado renuncia a ciertos derechos constitucionales, como el derecho a un juicio, confrontar testigos y permanecer callado, ya que puede dar información respecto de sujetos que tengan un lugar jerárquico en la organización criminal.
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Lo anterior nos coloca en retrospectiva respecto de la pésima actuación del dimitido fiscal Gertz Manero; pues los últimos siete años de gestión en procuración de justicia a nivel federal tienen de saldo un 100% de impunidad; o al menos la declaración de uno de “Los chapitos” y la carta de “El Mayo”, lo dejan así de mal parado. Los narcotraficantes controlaban el Estado de Sinaloa; y lo demuestran al día de hoy con una “guerra producto de la traición que se ha narrado en los párrafos anteriores” es triste y cierto, será el fiscal que pasará a la historia como el que pudo hacer todo para cambiar el destino del país y no lo quiso hacer, pues dio abrazos y no balazos a la delincuencia organizada; y lo peor, estamos enterándonos de todo esto gracias a los juicios en el país vecino. El marco legal de México cuenta con esas mismas posibilidades, solo hay que leer el Código Nacional de Procedimientos Penales y el marco jurídico para los mismos efectos.
Nota al pie de página: el 3 de diciembre es el día internacional de personas con discapacidad, hoy hay que visibilizarlas y empoderarlas, con apoyo y un trato de normalidad pueden salir adelante y de forma independiente, aceptando sus diferencias y también reconociendo el calor de sus cuidadores.