La presidenta había perdido el control de la agenda pública. Las portadas y los noticieros de las últimas semanas daban cuenta de la creciente conflictividad social. Cuando no eran los protagonistas los transportistas hartos de las extorsiones, eran los productores del campo que exigen mejores condiciones o los empresarios de EU preocupados por sus inversiones en el país.
Eso, a pesar de la alta aprobación presidencial de alrededor del 70% que puede revelar la simpatía que la presidenta despierta, pero que no corresponde con el creciente ambiente de ingobernabilidad.
Los problemas se acumulan en tres frentes: las tensiones económicas por la desaceleración, los problemas de seguridad pública, y los desencuentros acumulados con actores de Estados Unidos. Fue en ese marco que se produjo el brutal atentado contra Carlos Manzo, un golpe que tenía todos los elementos para impactar socialmente.
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Se trata de un personaje conocido, con presencia mediática previa y que fue objeto de un atentado a la vista de todo el mundo. El registro visual de lo ocurrido resulta muy poderoso. A las imágenes del atentado le acompañan además las fotografías del alcalde cargando a su hijo apenas unos minutos antes.
Frente al brutal crimen no hay narrativa oficial que valga. Ante la evidencia de los resultados, no caben los discursos presumiendo el envío de la ayuda. La muerte de Carlos Manzo es sin duda el golpe más duro en lo que va de la actual administración.
En esa coyuntura se produjo el acoso a la presidenta Sheinbaum, una acción condenable de la que no he visto -pese a diversas especulaciones en redes- ninguna evidencia que pudiera tratarse de un acto premeditado.
El acto en sí mismo es terrible por la experiencia de la propia presidenta y por lo que exhibe sobre la vulnerabilidad de la jefa del Estado mexicano. Afirmar sin pruebas que es un montaje es una falta de rigor y una falta de respeto. Dicho eso, a partir del acoso, es evidente la puesta en marcha de una estrategia de comunicación para reconducir la agenda pública. El acto ha sido utilizado para tratar de cambiar la conversación.
El problema para el gobierno es que la estrategia no le va a funcionar. Por más que se intente alargar la conversación, no podrán desplazar el foco de atención de los problemas que se siguen acumulando.
La designación en el congreso de Grecia Quiroz como nueva alcaldesa de Uruapan, la convierte en automático en un referente nacional. Sus intervenciones, incluyendo sus futuras entrevistas con medios nacionales e internacionales serán noticia, al igual que las acciones de protesta de los grupos sociales afectados por las acciones u omisiones del gobierno actual y el anterior.
Asumir que basta una campaña alrededor de un tema social -sin duda legítimo- para reconducir la indignación pública, es equivocado. No estamos ya solo ante el malestar que se expresa en las redes sociales, sino ante grupos articulados que no están dispuestos a desaparecer de la agenda.
Si el gobierno de la presidenta Sheinbaum no replantea la operación política y asume equivocadamente que todo puede maquillarse desde la comunicación, va a encontrar cada vez un escenario más complejo para la estabilidad del país, más allá de que muestren los niveles de popularidad.