En días pasados el Instituto Nacional Electoral (INE) recibió de la Asociación de Instituciones Electorales de las Entidades Federativas su propuesta de temas que consideran importante para la reforma electoral que se encuentra en construcción por la Comisión Presidencial creada para este motivo específico.
No obstante, me parece que lo más relevante con relación a los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) es valorar con toda seriedad, su permanencia como instituciones democráticas al interior de los estados.
En últimas fechas se han emitido diversos pronunciamientos que refieren de su posible desaparición para que el INE se haga cargo directamente de la organización, desarrollo y operación de los procesos electorales federales, así como locales. El tema no es tan sencillo como ha sido planteado.
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De entrada, los OPLE fueron conformados por sus respectivos congresos locales justamente para la organización de sus propias elecciones y, en algunos casos, para que realizaran diversos ejercicios denominados de participación ciudadana tales como, por ejemplo, la elección de figuras representativas de vecinas y vecinos; de la realización del “presupuesto participativo” en donde la ciudadanía tiene la opción de elegir las obras y servicios públicos más apremiantes en su comunidad conforme a sus necesidades y no de acuerdo a lo que decidan las autoridades locales, entre varios ejercicios más.
A nivel local, los OPLE han experimentado innovadores mecanismos para recibir el voto de las y los ciudadanos en las que el INE llegó tarde. Desde 2005 y hasta la fecha, varios OPLE han puesto en marcha en sus elecciones locales urnas electrónicas para recibir de forma vinculante, la votación de su ciudadanía. Hoy más de 20 entidades federativas han hecho uso de estos mecanismos no solo para recibir la votación de su ciudadanía, también para ejercicios cívicos que han buscado familiarizar a la población con las bondades del voto electrónico, para ejercicios vinculantes para que diversas autoridades consulten a la ciudadanía sobre la aplicación de determinadas políticas públicas, para la elección de dirigencias partidistas, entre varias más.
En 2012, el OPLE de la Ciudad de México (entonces del Distrito Federal), fue la primera institución que llevó a buen puerto el voto por internet para recibir la votación de su ciudadanía residente en extranjero para la Jefatura de Gobierno; el INE se hizo cargo de este proyecto hasta las elecciones locales de 2021.
Es importante reconocer que el INE ha hecho grandes aportaciones a la democracia, pero en materia de voto electrónico su avance ha sido lento, incluso dificultando lo que los OPLE ya habían alcanzado.
Los OPLE son instancias que conocen a la perfección diversos esquemas de “usos y costumbres” de diversas regiones del país y ante diversos cuestionamientos sobre su desempeño, vale la pena advertir que han hecho milagros con los raquíticos recursos que algunos de ellos reciben.
A mi parecer deben de coexistir el INE y los OPLE, lo que hace falta es fortalecer su coordinación; considero que deben ser las instituciones académicas quienes propongan en ternas al INE, las figuras de las consejerías locales; creo que es importante establecer un piso mínimo y proporcional de presupuesto a cada instancia electoral local para que puedan cumplir a cabalidad su función electoral.
Establecer en la Reforma Electoral la viabilidad de la desaparición de los OPLE sería un grave error que desembocaría en que varios congresos locales la rechazarían, irrumpirían con la autonomía de los estados, pero, sobre todo, vulnerarían la identidad electoral de la ciudadanía con la pertenencia de sus instituciones democráticas.
Sin embargo, el Legislativo tendrá la última palabra.