DÍA MUNDIAL DE LA FILOSOFÍA

Filosofía para un cambio

Es urgente repensar los fundamentos morales e institucionales de nuestras sociedades ante la creciente desigualdad, la erosión democrática y la aceleración de la crisis climática. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

Ante las complejidades del mundo actual, el sinfín de debates provocados por la situación económica, social, cultural, política, ecológica, y por qué no, ética, requieren de una reflexión profunda, a fondo, cuestionadora y creativa. A fin de proponer nuevas rutas para andar o volver a caminar algunos senderos ya explorados, pero desde una mirada crítica, sin concesiones, proclive al establecimiento de eslabones para redefinir lo actual y lo vigente, con miras a un mayor y un mejor alcance.

El próximo jueves 21 de noviembre se conmemorará el Día Mundial de la Filosofía, disciplina que conjuntas las cualidades antes descritas, y que, para conmemorarla, por parte de la UNESCO, se impartirá una conferencia denominada “Los valores de las sociedades del futuro”, a cargo de la filósofa Ingrid Robeyns, catedrática de la Universidad de Utrecht y autora del libro “Limitarismo: el argumento en contra de la riqueza extrema”, en cuyos capítulos argumenta la idea de limitar la riqueza excesiva como condición para la justicia, la democracia y la sostenibilidad.

Lo anterior, debido a que, la también autora de “Inequidad de género: una perspectiva de capacidades”, considera urgente repensar los fundamentos morales e institucionales de nuestras sociedades ante la creciente desigualdad, la erosión democrática y la aceleración de la crisis climática.

En ese mismo sentido, Martha Nussbaum, en su libro “Crear capacidades. Propuesta para el desarrollo humano” (2012), tras analizar múltiples políticas públicas enfocadas a proporcionar bienestar a las personas e incentivar su desarrollo, advierte que en realidad no se están cumpliendo esos objetivos, debido a que, muchos de los problemas asociados a estas limitantes para alcanzar un beneficio pleno, no son exclusivas de los países con escasez económica, sino también pueden presentarse en los denominados países ricos. 

Más bien, propone que se debe tomar en cuenta que en cualquier parte del mundo hay historias de vida, “luchas personales”, para alcanzar una calidad de vida adecuada y un mínimo de justicia social. Por lo que, estos enfoques de desarrollo no se están centrando en la garantía de la dignidad de las personas y de dotación de oportunidades a todas las personas, independientemente de su contexto socioeconómico y cultural.

Bajo esta premisa propone el enfoque de las capacidades, cuyo punto de partida es la pregunta qué es capaz de ser y de hacer una persona, y a diferencia de otros enfoques de desarrollo, en este, se privilegia a la persona como un fin en sí mismo al tomarse en cuenta todas las posibilidades de oportunidad disponibles. Por eso, su sustento es la elección de una gama de oportunidades, siendo responsabilidad de la sociedad el dotar a la persona de ese conjunto de oportunidades a elegir. 

En un primer momento, las capacidades serían el conjunto de oportunidades para elegir y actuar, por lo que representan una libertad, debido a que son esas posibilidades de elección ante diferentes alternativas de funcionamiento. Pero, estos ejercicios de libertad se deben de combinar con el entorno político, social y económico, siendo estas capacidades una combinación de lo personal con el entorno.

Dándose un traspaso a lo político, para poder considerar a un Estado justo, este debe blindarles a través de derechos y de políticas públicas. Pero, no sólo eso, sino reivindicar la noción de dignidad humana, comprendida como esa posibilidad de que toda persona sea merecedora del mismo respeto que las otras, no sólo por parte de otras personas sino también de las instituciones y los gobiernos.  

De ahí se desprende la noción de igualdad, no en el sentido de igualar las condiciones de vida de todas las personas, sino de reconocimiento de sus derechos y de su dignidad, y de posibilidades de alcanzar un bienestar para gozar de la justicia social. 

Dicho goce, propone Nusbaumm, requiere como mínimo esencial de una decena de capacidades, o más bien, de contar con capacidades en al menos las siguientes áreas: duración normal de la vida; salud física; integridad física; sentidos, imaginación y pensamiento; emociones; razón práctica; otras especies; juego y control sobre el propio entorno, político y material. 

Por eso, la dignidad consiste en estar por encima del mínimo de las capacidades para estas áreas.  

En este último sentido, la autora vuelve a poner en el centro de ambos conceptos a la persona, no como un ente pasivo, sino como totalmente activo, por lo que, a diferencia, de las otras perspectivas, se buscan establecer mínimos de un bienestar en común con base en las opciones de vida a las que pueden acceder todas las personas sin distinción alguna con base en sus propias capacidades, las cuales, son elegidas y estimuladas, pero no impuestas. 

Eso representa un enfoque totalmente diferente debido a que no se piensa en otorgar a las personas una opción de desarrollo sin que esta tome acción en el mismo. Más bien, el objetivo final es conseguir esa convivencia en la “polis” y dotar a la ciudadanía de sus propias herramientas para mantener una vida individual y en común de forma virtuosa y, por lo tanto, justa.

Leonardo Bastida

@leonardobastida