El asesinato de Carlos Manzo, ha colocado de nuevo en la agenda pública un tema de gran preocupación sobre el que se ha llamado la atención de tiempo atrás, pero lo cierto es que poco o nada se ha hecho: el reclutamiento de niños y adolescentes por parte de las organizaciones criminales. En ese caso, Víctor Manuel Ubaldo, de tan solo 17 años disparó contra el alcalde de Uruapan en un evento público delante de cientos de personas y de sus escoltas, probablemente a sabiendas que las posibilidades de salir con vida eran muy bajas, tal y como sucedió. De hecho, todo indica que a Víctor Manuel lo ejecutaron después de haber sido detenido, probablemente para evitar que denunciara a quienes dieron la orden. Sin embargo, no es el único caso de adolescentes o incluso niños que son utilizados como sicarios.
Hace unos días Carlos, de 15 años que había sido reportado hace 8 meses por su familia como desaparecido en Jalisco, apareció en un video describiendo la forma en que grupos delincuenciales captan a menores de edad principalmente a través de Facebook y otras redes sociales, mediante promesas falsas de empleo, vacaciones etc., para después obligarlos a realizar actividades criminales. Otros lastimosos ejemplos son los de Derek Jair, mejor conocido como “el Niño Piedra” quien a sus 14 años era líder de una célula dedicada a la distribución de droga, secuestro y asesinato en Tabasco y, cuando lo detuvieron con una subametralladora Uzi, encontraron en su teléfono celular imágenes de una mujer secuestrada, así como del asesinato de otra persona, o “el Ponchis” a quien levantaron a los 11 años y en poco tiempo pasó de halcón a sicario.
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De acuerdo con estimaciones de la organización Tejiendo Redes Infancia, los cárteles del narcotráfico reclutan cada año entre 35 y 45 mil niñas, niños y adolescentes a quienes, como sostiene su coordinador regional, condenan a vivir rápido y morir jóvenes por ser vistos como blancos fáciles debido a su vulnerabilidad, necesidad de identidad y pertenencia, así como por su búsqueda de sobrevivencia. Juan Martín también señala que el reclutamiento de menores de edad provoca un efecto dominó pues las víctimas se convierten en perpetradores, de las tareas de mensajería y vigilancia que les asignan en un inicio, muchas veces derivan en tráfico de drogas, robo extorsión y homicidio.
En el mismo sentido, la organización Reinserta advierte que alrededor del 60% de las personas menores de edad reclutadas por el crimen organizado crecieron en entornos violentos, empezaron a consumir drogas entre los 11 y 15 años, y 7 de cada 10 terminaron como sicarios por lo que, ante esta realidad, el crimen se presenta no como una elección, sino muchas veces como la única opción en un país que les falló para brindarles condiciones de vida distintas.
La mayoría de especialistas y organizaciones sociales coinciden en que no es a través de la militarización y populismo punitivo como se atienden las causas estructurales que fomentan el reclutamiento de la niñez y adolescencia. Desde 2011, el Comité de los Derechos del Niño de la ONU emitió una serie de recomendaciones contemplando fundamentalmente tres elementos: la tipificación del delito de reclutamiento forzado, la creación de programas integrales de desvinculación, rescate, inserción social y tratamiento psicológico especializado, y la construcción de una cultura de paz desde los territorios con énfasis en las escuelas. Sin embargo, después de tres sexenios con tres distintos partidos, no han sido tomadas en cuenta. Este domingo, en el anuncio del “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, la presidenta Claudia Sheinbaum planteó entre sus objetivos, la disminución de los factores de riesgo que hacen que los jóvenes se unan a grupos criminales. Ojalá no quede tan sólo en una buena intención.
