MARCHA DE LA GENERACIÓN Z

Es la juventud, stupid

Quienes deben acudir a la marcha del próximo sábado son los jóvenes, la Generación Z, yo no tengo demasiada esperanza hoy, pero tampoco puedo suscribir la versión oficialista que reduce su movimiento a una manipulación. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

Técnicamente soy Generación X, pero rechazo ser encasillado. Soy humano, soy mexicano, soy chilango y soy coyoacanense. Según el eneagrama, soy Tres. Según el zodiaco, soy Libra (aunque habría que aceptar el ascendente en Géminis y la luna en Tauro). Según mi esposa, tengo rasgos del espectro autista.

Lo que sí puedo asegurar es que me encanta cuando los jóvenes lo cuestionan todo, incluso si, por falta de canas, sus perspectivas aún no son completas.

A menudo me siento joven, pero ya no escribo con la misma pasión de antes. Las primeras líneas de un artículo o de un proyecto me cuestan cada vez más. Con los años, uno aprende que las ideas que triunfan no son necesariamente las mejores, sino las que logran ser adoptadas por otros. Mis ideas suelen ser rebuscadas, y sabemos que lo simple siempre lleva ventaja.

El triunfo reciente de la Generación Z en Nepal inspira. Hasta parece, en cierto modo, una utopía anarquista. Pero ahí es donde me asalta lo viejo, lo institucionalista, lo escéptico, lo pesimista.

Y sin embargo, el romanticismo de la juventud nos hace pensar que todo es posible. Esa convicción implica riesgos: la megalomanía, por un lado; la decepción, por el otro.

Quienes deben acudir a la marcha del próximo sábado son los jóvenes, la Generación Z. Yo no tengo demasiada esperanza hoy, pero tampoco puedo suscribir la versión oficialista que reduce su movimiento a una simple manipulación por parte de la Generación X o por un individuo que usa la X como su segundo nombre. 

Me gustaría que la Generación Z consiguiera doblegar al presidencialismo restaurado, obligara a discutir ideas en lugar de reprimir a las minorías, que se enfrentara a los mafiosos que acompañan a la presidenta y que los éxitos de México finalmente fueran el resultado de una política acotada y una sociedad participativa.

Estamos lejos de eso, pero no puedo aceptar que el poder descalifique una movilización social con exactamente los mismos argumentos que usó Díaz Ordaz, y la hegemonía que representaba, para desacreditar al movimiento estudiantil antes de reprimirlo cruelmente.

He estado demasiadas veces en el Zócalo, en el Ángel, en la Plaza de las Tres Culturas, siempre con la ilusión de un México mejor. Mi primera manifestación fue a los 19 años de la matanza de Tlatelolco. Una tía me preguntó entonces: ¿Y tú qué ganas con andar de revoltoso?

Expresarse no es ser revoltoso. Ciertamente, al enfrentar a un régimen de propaganda que busca tachar de corrupto o de manipulado a cualquiera que piense distinto, a veces siento que aquellas primeras marchas de 1987 y 1988 no sirvieron de nada. Pero no. Sigo creyendo en las convicciones auténticas, en que nadie debería matizar sus ideas si se conduce con respeto y busca acuerdos. Las convicciones necesitan un método de convivencia, no de castración.

Para el poder, la Generación Z debería parecerse a los niños de Pink Floyd en el video de We Don’t Need No Education: idénticos, marchando en fila, enajenados, repitiendo al unísono “tenemos mucha presidenta”.

Tenemos tan poquita, que esto no es posible. Para la 4T, la Generación Z no son más que títeres. La forma en que su red de propaganda ha sobrerreaccionado ante la convocatoria de este domingo lo confirma. O bien, parafraseando aquel famoso eslogan de la campaña de Clinton, es la juventud, stupid.

Roberto Remes

@ReyPeatonMX