PLAN PARICUTÍN

Plan Paricutín y la seguridad en Michoacán: la valentía federal y la responsabilidad compartida

El Plan Paricutín, con un despliegue robusto de fuerzas y una estrategia integral, busca no solo contener el delito, sino atacar sus raíces, restaurar la seguridad y recuperar la confianza de las comunidades. | César Gutiérrez Priego

Escrito en OPINIÓN el

La Sedena informó que Michoacán enfrenta una ofensiva decidida para enfrentar una violencia que ha ensombrecido al estado por décadas. El Plan Paricutín, con un despliegue robusto de fuerzas y una estrategia integral, busca no solo contener el delito, sino atacar sus raíces, restaurar la seguridad y recuperar la confianza de las comunidades. En este marco, la actuación del gobierno federal bajo la autoridad de la nueva etapa de seguridad pública, y la determinación de la jefa de gobierno a nivel nacional de ir de frente contra este flagelo, se proyectan como una decisión histórica: coordinar la seguridad en Michoacán con una visión de largo plazo y con responsabilidad compartida entre el federal y el estatal.

La valentía del gobierno de Claudia Sheinbaum se ha hecho evidente al enfrentar un problema que ha marcado a Michoacán durante décadas. La capacidad de homologar una estrategia de seguridad de alto nivel con una implementación en terreno exige claridad operativa, disciplina institucional y una comunicación constante con las comunidades. En este esfuerzo, el gobierno de México asume la responsabilidad de seguridad en el estado, articulando recursos y mandos para combinar la seguridad preventiva, la intervención focalizada y la protección de víctimas y testigos. Es un rumbo que busca no sólo detener la violencia, sino construir las condiciones para que la ley y la paz sean efectivas en el acercamiento diario de las personas a la vida cívica y a sus derechos.

A la luz del Plan Paricutín, se propone replicar, en Michoacán, el marco de la estrategia de seguridad que ha mostrado resultados cuando se aplica con rigor y con apego a los derechos humanos. Esto implica un enfoque integral que combine despliegues operativos, fortalecimiento institucional y un refuerzo de la prevención, siempre con rendición de cuentas y evaluación continua. A continuación, 12 ejes para entender cómo se traduce ese enfoque a nivel estatal, con el Plan Paricutín como columna vertebral:

  • Fortalecimiento de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública en Michoacán: atención a las causas de la violencia mediante educación, empleo, programas sociales y bienestar, con opciones de desarme voluntario y medidas de reinserción.
  • Consolidación de la Guardia Nacional y capacidades estatales: integración operativa entre Guardia Nacional, Policía Estatal y la Fiscalía del Estado, con equipamiento y capacitación actualizados para una respuesta coordinada.
  • - Fortalecimiento de Inteligencia e Investigación: uso de tecnología y unidades especializadas para desarticular redes violentas y neutralizar generadores de violencia, con base en evidencia.
  • Fortalecimiento de la Estrategia Anticorrupción y combate a la extorsión: detenciones y desmantelamiento de estructuras criminales; protocolos de atención estandarizados; creación de subsedes de la Unidad Antiextorsión para agilizar denuncias; coordinación con Defensa, Marina y FGR; y ampliación de la capacitación de operadores del número 089.
  • Coordinación interinstitucional con enfoque en derechos humanos: operaciones proporcionadas, transparentes y respetuosas de la dignidad de las personas, para ganar confianza social y legitimidad operativa.
  • - Despliegue estratégico de fuerzas y operaciones específicas: implementación de planes como Paricutín con despliegues coordinados de Ejército y Guardia Nacional, y de la Marina en zonas estratégicas; revisión y ajuste táctico continuo.
  • Consolidación de capacidades y recursos ya en operación: reconocimiento de lo ya desplegado y fortalecimiento de cobertura, disuasión y respuesta en distintos municipios.
  • Gabinete de Seguridad y articulación con autoridades locales: visitas y encuentros regulares para diagnósticos compartidos, políticas públicas coordinadas y ajuste de estrategias ante dinámicas regionales.
  • Cooperación interinstitucional con las fuerzas armadas y otras dependencias: fortalecimiento de la cooperación con Defensa, Marina y la FGR, para operaciones conjuntas, intercambio de inteligencia y acciones coordinadas.
  • Enfoque preventivo y comunitario en seguridad: inversión en prevención situacional, presencia comunitaria y programas sociales para reducir vulnerabilidad y fortalecer la cohesión social.
  • Fortalecimiento institucional para la denuncia y protección de víctimas: canales de denuncias eficientes y confiables, atención rápida y protección a víctimas y testigos, para cortar ciclos de violencia y extorsión.
  • Rendición de cuentas, monitoreo y evaluación: mecanismos de supervisión, evaluación y transparencia de resultados, con reportes periódicos y ajustes basados en evidencia para traducir recursos en seguridad real.

Por último, el Plan Paricutín representa, en la práctica, una definición clara de seguridad compartida: el Estado mexicano asume la responsabilidad central, la Federación coordina con el gobierno de Michoacán y las comunidades participan como piezas clave de la prevención y la legitimidad. Si se mantiene la disciplina operativa, la rendición de cuentas y el apego a los derechos humanos, este esfuerzo podría convertir décadas de violencia en un marco de seguridad sostenible y de confianza ciudadana. Michoacán merece, y hoy parece empezar a tener, una seguridad que no solo castiga el delito, sino que enmarca la paz como una realidad cotidiana para sus familias y sus comunidades.

César Gutiérrez Priego

@cesargutipri