La democracia auténtica es impensable sin la existencia de un periodismo de investigación profesional, honesto, acreditado, respetado y protegido por todas las fuerzas políticas del Estado. Además, su función social contribuye al mantenimiento de los equilibrios y contrapesos que se requieren para mantener la legitimidad del sistema y la credibilidad de los gobernantes.
El periodismo de investigación tiene como misión principal la indagación detallada y exhaustiva para revelar asuntos de interés público. Por un lado, los que en forma deliberada han sido ocultados. Por el otro, los que son difíciles de encontrar o comprender porque están envueltos por una enorme cantidad de datos, hechos o circunstancias.
A diferencia del periodismo cotidiano, el de investigación requiere de tiempos prolongados, acompañados siempre de disciplina, creatividad y perseverancia. El análisis preciso de las variables y temas que se investigan hacen de esta actividad un instrumento capaz de producir, entre otras cosas, cambios positivos en políticas públicas y comportamientos sociales.
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El impacto que puede lograr una buena investigación periodística tiene el potencial de superar las carencias, omisiones o incapacidades de algunas instituciones o sus dirigentes. También de insertar o reinsertar temas relevantes en la agenda pública, de manera particular cuando han sido desplazados en forma premeditada.
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En México se ha realizado buen periodismo de investigación desde hace mucho tiempo. Sin embargo, la actividad no ha logrado consolidarse como lo requiere el país aún cuando ha tenido un papel central en la exhibición de abusos de poder, actos de corrupción, violaciones a los derechos humanos y delitos que de otra manera habrían pasado inadvertidos para la sociedad.
La gran cantidad de casos que salieron a la luz pública a partir, por ejemplo, de las filtraciones de WikiLeaks, Panamá Papers, Pandora Papers y otros más se sumaron a las ventajas que ofrecieron las leyes de transparencia y rendición de cuentas, lo que obligó a que la mayoría de dependencias públicas mejoraran sus prácticas de comunicación en beneficio de la gente.
No obstante que algunos esfuerzos han resultado insuficientes —y que otras acciones del Poder Ejecutivo se estén viendo como verdaderas regresiones— el periodismo de investigación ha sido factor decisivo en ciertos cambios legales o reformas. Destacan tres: un mayor escrutinio de funcionarios e instituciones; el incremento de herramientas que tiene la ciudadanía para exigir información y cuestionar al poder; y una mejor defensa de sus derechos.
Aún más. Con la irrupción, primero, de los medios digitales y redes sociales y ahora con la Inteligencia Artificial, el periodismo de investigación ha mejorado en forma notable la capacidad y eficiencia para recopilar y analizar datos. También para descubrir y dar a conocer historias y narrativas que han generado precedentes muy positivos para los grupos en situación de desventaja.
Sin embargo, también está el otro lado de la moneda. Las investigaciones que exigen demasiado tiempo también necesitan mucho dinero. En el actual ecosistema de comunicación, la mayor parte de las inversiones sólo las pueden generar los grandes grupos de interés, razón por la cual se pueden presuponer sesgos y falta de objetividad en muchos de los casos que nos presentan los grandes medios de comunicación.
Por otra parte, tampoco debemos olvidar que los procesos de automatización y la influencia —en ocasiones mal intencionada— en los algoritmos de la Inteligencia Artificial, generan preocupaciones legítimas sobre la calidad y objetividad de los contenidos. Si a este problema sumamos el obsoleto marco jurídico que tenemos, no hay duda de que las zonas de riesgo se incrementen.
A pesar de todo, el periodismo de investigación no sólo debe ser promovido, protegido y apoyado desde todos los frentes posibles. Hay razones de sobra. La principal es la función política y social que cumple, cuando en verdad se busca la visibilización y freno de los grandes lastres que impiden el progreso de una nación.
Por eso, también es imprescindible luchar contra las limitaciones persistentes que hoy tiene. La primera está en los riesgos que enfrentan los periodistas: censura, autocensura, amenazas, persecución, espionaje, violencia verbal, violencia física y muerte. ¿Cómo es posible alentar a las nuevas generaciones, con estos altísimos riesgos, a que formen parte de esta actividad tan trascendente para la democracia?
La segunda es la impunidad, ya que muchos de los casos revelados no se traducen en condenas ni traen ninguna consecuencia para los responsables de lo exhibido. Y la tercera, es la imposibilidad de que las denuncias periodísticas prosperen por la captura que hacen de algunas instituciones del Estado los grupos fácticos y las organizaciones criminales.
Recomendación editorial: Syed Nazakat. Periodismo de investigación, portavoz del ciudadano. Argentina: Fundación Konrad Adenauer (Edición de la versión en español), 2018.
