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Corrupción: ¿el eslabón más débil?

La gran corrupción, sin sanción, siempre se convierte en el Talón de Aquiles de cualquier gobierno o partido. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

El tema de la corrupción sigue dominado la agenda política de los últimos meses. Los escándalos del huachicol fiscal, desde la Armada de México, y la aprehensión de Hernán Bermúdez Requena, presunto líder del cártel de La Barredora, le pegan a la credibilidad de la bandera propagandística principal de Morena.

El objetivo de “cero corrupción” propuesto infinidad de veces por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, que convenció a millones de ciudadanos hasta llevar a Morena a un dominio avasallador de nuestro sistema político, no sólo se sigue desdibujando. Podría convertirse en su Talón de Aquiles.

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El control de daños que está llevando a cabo el movimiento de la llamada 4T, desde diversos frentes, ha resultado insuficiente. Al menos en términos de percepción. Esto a pesar de que gobierno, partido y voceros afines aseguran que en el movimiento y el gobierno no se solapa ni encubre la corrupción, mucho menos la impunidad.

Sin embargo, Morena tiene todavía tres grandes ventajas: los altos niveles de popularidad de la presidenta Claudia Sheinbaum; el mantenimiento de los programas sociales, que se ha convertido en la base de su fuerza electoral; y el creciente debilitamiento de la reputación y confianza del electorado en los principales partidos de oposición.

Por si no lo leíste: "No habrá impunidad en casos de corrupción", advierte Rosa Icela ante diputados. 

A pesar de lo anterior, la primera mandataria no puede confiarse. Mantener el control total de las variables en torno a estos escándalos —hasta el día de las elecciones del 2027— será uno de los mayores retos durante su segundo año de gobierno. Y no será fácil.

Los primeros indicadores muestran que ya comenzó el efecto de desilusión y desesperanza como el que se ha vivido en períodos similares de sexenios anteriores. Pero también es cierto que el nuevo paradigma de concentración de poder que vive el país no permite prever una gran derrota de Morena y sus aliados en el corto plazo.

Aún más. Tampoco se sabe con precisión, hasta ahora, la afectación real que tendrán las noticias de corrupción en la confianza que tienen millones de mexicanas y mexicanos en el expresidente Andrés Manuel López Obrador y su liderazgo. A poco más de un año de que terminó su gobierno, no se puede hacer a un lado el peso real que tiene en las preferencias electorales en favor de Morena.

Consulta: Ramón Soriano. "La corrupción política: tipos, causas y remedios", en Anales de la cátedra Francisco Suárez, número 45, 2011, pp. 382-402. 

Prometer acabar de tajo con la corrupción es algo que valora la ciudadanía y se convierte, también, en una esperanza que muchos ven “factible”. El compromiso en este sentido siempre da votos, no importa qué líder lo oferte o desde qué partido se haga. Pero la experiencia también ha demostrado que, además de ser imposible su cumplimiento, siempre termina erosionado la imagen de los partidos en el poder.

En mayor o menor medida, las sociedades de todo el mundo se han acostumbrado a observar la corrupción o a convivir con ella. No hay país que se atreva a “tirar la primera piedra”. La diferencia está en la magnitud que alcanza el problema, la cual tiene que ver con los mecanismos de prevención, control y sanciones que establecen las leyes.

El fenómeno se ha estudiado a fondo desde hace décadas, de manera específica en los países democráticos. Para algunos ciudadanos, se trata de algo inaceptable y que sí se puede reducir en forma significativa. Para otros, forma parte de la “normalidad” y, por lo tanto, es inevitable. En cualquier situación, lo más grave se presenta cuando personas o grupos de la sociedad, además de verla como algo “normal” se corrompen, formando un círculo vicioso muy difícil de combatir.

Te recomendamos: David Marcial Pérez. "Sheinbaum abraza el combate a la corrupción y la seguridad como banderas de su primer año de mandato", en El País, 21/09/2025.

En suma. La corrupción es inevitable en cualquier sistema político. Con base en la evidencia académica y los estudios comparados que se han hecho desde mediados del siglo pasado, en cualquier sistema donde existan recursos públicos, poder discrecional o excesivo y grandes asimetrías económicas y sociales, hay incentivos para la corrupción.

El problema no es exclusivo de los sistemas autoritarios. Sin embargo, en los países democráticos existen mecanismos institucionales que permiten, por lo menos, contener la corrupción: elecciones libres, auténtica división de poderes, órganos de control, sanciones ejemplares, amplios mecanismos de participación ciudadana, libertad de expresión y medios de comunicación independientes.

Por lo tanto, en democracias con instituciones débiles, poca transparencia y con políticas clientelistas soportadas por programas sociales paternalistas, la corrupción tiende a normalizarse, aunque también le abre oportunidades políticas a los opositores. 

El reto que enfrentan Morena y la presidenta Claudia Sheinbaum con este tema no es menor. Si no se regresa al paradigma original que llevó al poder al expresidente López Obrador, en el que la sociedad compruebe con hechos que el combate contra la corrupción va en serio, el movimiento perderá tarde o temprano la hegemonía que hoy tiene. Sólo es cuestión de tiempo.

Recomendación editorial: Fernando Ulises Flores Llanos. ¿Por qué persiste la corrupción en México? Gobiernos ineficientes o ciudadanos corruptos. México: Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), 2019.

José Antonio Sosa Plata

@sosaplata