“Hice todo lo que tuve que hacer para no tener cáncer”, así inició Gabriela Castro su intervención en una conferencia organizada por la Cámara de Diputados hace un par de días. Hacer todo implicaba llevar hábitos saludables de vida: comer bien, hacer ejercicio, prevenir todo aquello que se relaciona como detonador de cáncer. Además, tenía la fortuna de no contar con antecedentes familiares con esta enfermedad.
Sin embargo, en menos de un mes todo se vino abajo: le diagnosticaron cáncer de mama, atravesó una operación y comenzó quimioterapia. Le dolía saberse enferma, pero más dolor causaba ver las consecuencias para su entorno: angustia y miedo de su familia pensando en una trascendencia súbita de su existencia.
Pero Gaby tuvo suerte. De hecho, la tuvo en dos ocasiones. Primero, porque gracias a la autoexploración de sus mamas logró detectar a tiempo lo que una mastografía no identificó en primera instancia. Segundo, porque venció al cáncer y hoy es testimonio de que la prevención y detección oportuna marcan la diferencia entre la vida y la muerte.
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Junto con Marina Tavizón, otra sobreviviente de similar padecimiento, crearon Gamma, una Institución de Asistencia Privada que ayuda a generar conciencia entre mujeres sobre la importancia de la prevención de este tipo de cáncer. También impulsan un programa de ahijadas para que reciban un kit de sostén y prótesis externa para aquellas que atravesaron una mastectomía, es decir, el retiro parcial o total de mamas.
Las cifras son claras. Cada año se detectan en el país alrededor de 27 mil nuevos casos de cáncer de mama. En el 70% de ellos esta detección sucede de manera tardía, lo que convierte al cáncer de mama en la principal causa de muerte por cáncer en México. De hecho, una de cada ocho mujeres será diagnosticada con cáncer de mama en algún momento de su vida. Aunque en los hombres la cifra de cáncer de este tipo es de apenas entre 0.5 y el 1%, Gaby y Marina insisten en que nosotros también debemos tocarnos y observarnos.
En la conferencia también participó Sofía Arévalo, 28 años, sobreviviente de leucemia. Cuenta Sofía que, cada año, cerca de un millón de jóvenes en el mundo son diagnosticados con cáncer, y que una parte importante de los casos cáncer de mama se registran en mujeres jóvenes.
Para ella, los signos de que algo no iba bien se expresaban de maneras distintas. Cansancio extremo inexplicable o moretones en el cuerpo sin razón. A veces, pasar por alto síntomas prolongados provoca llegar muy tarde al médico, por lo que escuchar a tu cuerpo y hacer algo, marca toda la diferencia en las historias de sobrevivencia.
Sofía creó Entre Causas, un proyecto de emprendimiento social deportivo para concientizar a los jóvenes sobre los riesgos del cáncer, y la urgencia de prevención y atención temprana. Mediante eventos, recauda fondos para apoyar a fundaciones que atienden a jóvenes que padecen esta enfermedad. Por su trabajo, cuenta con el respaldo del Programa de Líderes Jóvenes del Comité Olímpico Internacional.
Los testimonios de Gaby, Marina y Sofía contrastaron con relatos del público. Algunos asistentes relataron la pérdida de una madre, la extirpación de ambas mamas de un familiar, o la muerte de un niño a los 13 años cuyo diagnóstico llegó demasiado tarde. Quizás lo más difícil fue escuchar que, aun cuando la conciencia de la prevención o autoexploración está más difundida que antes, prevalecen tabús y prejuicios en diversos segmentos de la sociedad.
De ahí la importancia de conocer testimonios de vida, pero también de aquellos otros que impiden llegar a tiempo cuando una vida tiene, todavía, muchos motivos y posibilidades para seguir. Escuchar, difundir y atenderse siempre será una responsabilidad con uno mismo, y con la sociedad. Cierro con una frase de Sofía: “El cáncer no define quiénes somos. La fuerza con la que lo enfrentamos, sí”.