MARÍA CORINA MACHADO

Cuando se premia la resistencia democrática

La decisión del Comité Nobel de Noruega de otorgar el Premio de la Paz 2025 a María Corina Machado ha sido un golpe simbólico para quienes defendemos la democracia en América Latina. | Julio Castillo

Escrito en OPINIÓN el

La decisión del Comité Nobel de Noruega de otorgar el Premio de la Paz 2025 a María Corina Machado ha sido un golpe simbólico para quienes defendemos la democracia en América Latina. No es un reconocimiento neutro: llega mientras ella vive en clandestinidad, vetada para competir electoralmente, acosada por el régimen de Maduro y con prácticamente todos sus colaboradores en el exilio o encerrados. Representa, además, una apuesta clara: sí hay un lado correcto de la historia. Aunque les duela a los dictadores (y a la dictadora en potencia) de la región y a sus aliados, y a la extrema derecha el mensaje es claro. 

Este Nobel abre una grieta en el relato autoritario venezolano, pero también expone contradicciones políticas. No basta con celebrar la valentía; hay que entender el contexto, los aliados, los riesgos y el desafío que ahora recae sobre la oposición. Algunos comentarios al respecto: 

Loading…
  • Es muy emocionante la imagen de cuando le anuncian que ella ganó. Sólo la oímos porque vive escondida, dentro de Venezuela, pero en la sombra: escondida y amenazada. No son pocos los colaboradores que acabaron en “el Helicoide”, el centro de tortura instaurado en Caracas bajo tierra. Que irónica es la realidad… En un país como Uruguay, que lleva tiempo teniendo una democracia estable, la cárcel donde estuvo detenida la esposa se José Mujica hoy es un centro comercial (si no me falla la memoria se llama Carretas o algo así), el Helicoide fue el centro comercial más grande de Latinoamérica con varios pisos bajo tierra, hoy es una cárcel de tortura. Hace un par de semanas, en el Foro América libre, trajeron una experiencia de realidad virtual dentro del Helicoide y quienes lo experimentamos nos quedamos sin palabras. 
  • En su mensaje de aceptación, Machado dedicó el premio “al pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decisivo apoyo”. Esa alusión al expresidente estadounidense ha provocado críticas feroces: algunos la ven como una estrategia de legitimación, otros como un error estratégico que debilita la independencia de su lucha, lo que yo veo es una mujer sumamente inteligente, una mujer que sabe que Trump quería el premio por los avances en la Franja de Gaza y aunque son un gran logro que seguramente le darán premio más adelante, todavía no son una realidad consolidad. 
  • Antes del Nobel, recibió el Premio Sakharov y el Václav Havel en 2024, distinciones que resaltaron su papel como referente de derechos humanos. Pero con esos honores vino un riesgo real: el régimen venezolano intensificó su persecución, cerró embajadas, y reforzó discursos de conspiración que la presentan como agente externo. A quienes la conocemos y conocemos la realidad venezolana nos queda la duda de si esto la hará intocable (por tener todos los reflectores del mundo en ella) o la pondrá en peligro, Dios quiera no sea lo segundo. 
  • También es importante decir que el premio no se queda en Venezuela: afecta la diplomacia regional y mundial. Estados Unidos, la Unión Europea, organismos de derechos humanos han reaccionado con elogios y expectativas. Pero también reacciona el chavismo y sus aliados: acusaciones de injerencia extranjera, ataques mediáticos y hasta el cierre de la embajada venezolana en Noruega (que seguro ha de tener en vilo a los noruegos…). Es la puerta a una nueva ola democratizadora en América Latina y eso pues obviamente afecta a las dictaduras hermanas de Maduro como Nicaragua y Cuba, a las dictaduras en potencia que ven en Venezuela un ejemplo (como México y Colombia) y también a los autócratas en potencia de otro signo (como El Salvador o Argentina).
  • Como en todas las cosas buenas, siempre hay personas a las que les molesta porque no va con su agenda. Apenas se anunció el Nobel, una jauría de opinadores salió a descalificarlo. Desde el cinismo de los de personajes como Pablo Iglesias –ese eterno adolescente político que soñó con ser Lenin y acabó siendo parodia de sí mismo– pasando por la izquierda populista europea, tan fascinada con los dictadores que dicen ser del pueblo, y hasta llegar a la extrema derecha que no ve más allá de sus odios. Personas que no soportan que una mujer valiente, liberal y demócrata encarne hoy la resistencia latinoamericana. Es curioso: celebran a los tiranos y atacan a quienes se les oponen. Es la prueba más triste de que el dogma ideológico puede enceguecer incluso a quienes alguna vez se dijeron defensores de la libertad, la democracia o los oprimidos.

El Nobel a María Corina Machado no es un final, es un comienzo. No borra su vulnerabilidad ni el autoritarismo que la persigue; la expone aún más. Ese premio es aire para todo el mundo, pero para ella puede ser una carga.

Lo más importante es lo que siga y esperemos que sea el camino de libertad y democracia. Hay días y lugares en que los buenos sí ganan… Ahora que lo estamos viviendo, no hay que dejarlo pasar. 

 

Julio Castillo

@JulioCastilloL