A solo tres días del inicio del segundo periodo presidencial de Donald Trump que ha concentrado la atención mundial como pocas veces se ha visto, ya se empiezan a sentir los primeros efectos de las múltiples decisiones que ha tomado principalmente a través de la firma de decenas de órdenes ejecutivas, así como de los anuncios que ha hecho, y si bien aún es poco tiempo para alcanzar a dimensionar las implicaciones que tendrán en su país, a nivel global y desde luego para México, hay motivos suficientes para preocuparnos.
De entrada, no es una buena noticia la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud pues se podría reducir significativamente la capacidad para responder a emergencias sanitarias al ser el país que aporta más recursos a esa organización –al igual que la designación de un anti-ciencia como secretario de salud–, ni del Acuerdo de París contra el cambio climático que tiene como objetivo limitar el aumento de la temperatura del planeta por debajo de los dos grados respecto a niveles pre-industriales siendo el principal generador de gases de efecto invernadero.
También habría que ver el impacto ambiental y energético que podría provocar el proyecto Stargate, ante el anuncio de una inversión de 500 mil millones de dólares durante los próximos cuatro años en centros de datos e infraestructura para Inteligencia Artificial, o las consecuencias de la alianza con los magnates sobre todo de la industria de la tecnología, y la desregulación de sus actividades con el pretexto de la restauración de la libertad de expresión y la eliminación de la censura gubernamental. En su discurso de despedida, el expresidente Joe Biden advirtió sobre la configuración en Estados Unidos de una oligarquía de extrema riqueza, poder e influencia que amenaza la democracia, derechos y libertades básicas al generar una avalancha de desinformación y manipulación informativa que permite el abuso de poder.
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Son muchos más los temas controversiales como la eliminación de todos los programas de diversidad, equidad e inclusión que promuevan la ideología de género, la recuperación del Canal de Panamá, la compra de Groenlandia o el cambio de nombre del Golfo de México y, es probable que con el paso del tiempo se sigan sumando. En lo que se refiere a nuestro país, me parece que son principalmente tres los temas de preocupación: 1) imposición de aranceles, 2) declarar a los carteles del crimen organizado como organizaciones terroristas y 3) migración, destacando este último.
En lo que se refiere a los aranceles de hasta el 25% a México, Canadá y recientemente incluyó a China y la Unión Europea, Trump anunció como fecha tentativa el primero de febrero, pero no se trata de un hecho consumado y pudiera ser un elemento de presión para la renegociación del Tratado de Libre Comercio, por lo que aún habrá que esperar. En cuanto a la aplicación de las leyes contra organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos es igualmente pronto para conocer sus alcances ya que, de acuerdo con especialistas, no es tan fácil que puedan ingresar tropas estadounidenses a territorio nacional o mandar drones asesinos como se ha dicho –y la presencia y operación de las agencias de inteligencia y seguridad como la DEA no es nueva–, e incluso podría ser positivo si realmente combaten a las redes criminales que operan en el vecino país del norte, a policías y funcionarios corruptos –pues la droga no llega solita a las personas consumidoras–, así como al lavado de dinero y pone límites a la venta indiscriminada de armas.
Sin embargo, ya están aplicando medidas severas para contener la migración y deportar a las y los migrantes indocumentados al declarar emergencia nacional en la frontera y ordenar al ejército sellarla así como la reanudación de la construcción del muro, quitar la ciudadanía automática a sus hijas e hijos nacidos en territorio estadounidense, suspender los programas de reasentamiento de refugiados, cancelar las citas y retomar su programa Quédate en México para que los solicitantes de asilo tengan que esperar respuesta del lado mexicano –con este programa devolvió en su primer periodo a unas 75 mil personas–, volver a implementar redadas en iglesias, escuelas y hospitales –que en el gobierno de Biden se consideraban como lugares sensibles– para expulsar de inmediato a quienes cuenten con antecedentes penales. También se emitió una prohibición para que no se de empleo a ningún extranjero no autorizado, además de ordenar la investigación y castigos ejemplares a funcionarios que obstaculicen la aplicación de leyes migratorias. Y eso que apenas van tres días.