Ayer se inauguró la 47ª presidencia de Estados Unidos, generando gran atención debido a su papel crucial en la agenda internacional y la economía global. Este año no será la excepción, con anuncios esperados en temas económicos, comerciales y migratorios, como impuestos, aranceles y restricciones de visas. Además, se creará el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) para agilizar la burocracia y reducir su gasto. Aunque los detalles de su funcionamiento no se han revelado, se espera que proponga la reestructuración de agencias y la eliminación de redundancias, con el potencial de recortar hasta $2 mil millones de dólares estadounidenses del presupuesto federal.
La reforma gubernamental en Estados Unidos ha sido un referente en la disciplina administrativa desde principios del siglo XX. Woodrow Wilson promovió la profesionalización del servicio civil y técnicas administrativas modernas, inspiradas en modelos europeos. Estas ideas sentaron las bases para la administración pública en EU. En 1993, el vicepresidente Al Gore lideró la iniciativa NPR para reinventar el gobierno, eliminando programas y consolidando agencias. Estas propuestas han influido en la reforma gubernamental en otros países, como Alemania, Dinamarca, Francia, Noruega y México, donde se implementaron principios de eficiencia administrativa.
Aunque DOGE parece un nuevo esfuerzo para traer eficiencia al gobierno de EU, difiere de intentos previos que aplicaron principios de administración privada y liberalismo económico, enfocándose en el desarrollo económico y minimizando la participación democrática en favor del mercado. En contraste, la iniciativa actual, liderada por críticos como Elon Musk y Vivek Ramaswamy, destaca la democracia por encima de la burocracia.
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La tensión entre democracia y burocracia, un tema clásico en la teoría política y administrativa, persiste, enfrentando la participación democrática con la estabilidad y eficiencia burocrática. Este conflicto afecta la formulación de políticas, la rendición de cuentas y la innovación, especialmente en contextos de corrupción y regulación excesiva.
Este cambio en el paradigma gubernamental prioriza la rendición de cuentas sobre la eficiencia técnica y no es exclusivo de Estados Unidos. Países como Argentina, El Salvador y México están implementando reformas similares, respondiendo a votantes que ven a los gobiernos como corruptos y alejados del pueblo. Este paradigma reconoce la democracia y la rendición de cuentas como principios rectores, incluso con ineficiencias administrativas. Refleja una tendencia global hacia una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones y una administración pública más receptiva y responsable, priorizando la rendición de cuentas y la transparencia por encima de la eficiencia técnica, para responder a la percepción de corrupción y desconexión.
Aunque el éxito del DOGE está por verse, su impacto potencial y el de iniciativas similares en otros países sugiere un cambio necesario en la Administración Pública. Durante décadas, se priorizó la técnica sobre la democracia. Para que los gobiernos funcionen, deben reconciliar la eficiencia gubernamental con los principios democráticos. Los críticos deben enfrentar las ineficiencias administrativas al priorizar la democracia y crear instituciones que respondan a las necesidades de la ciudadanía.