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Aplanadora legislativa de Morena tiene tufillo priísta

A pesar de las críticas y miles de impugnaciones, el Tribunal Electoral avaló el acuerdo del INE que otorga la mayoría calificada a Morena en el Congreso. | Ricardo del Muro

Escrito en OPINIÓN el

Hubo fuertes críticas en los medios; se recibieron cientos de correos y más de 8 mil 600 impugnaciones. Incluso hubo amenazas directas e indirectas, personales, institucionales y familiares, como dijo Mónica Soto, presidenta del Tribunal Electoral (TEPJF), pero finalmente se avaló el acuerdo del Instituto Nacional Electoral (INE), que le dio la mayoría calificada a Morena en el Congreso.

Con ello, la oposición que había sido derrotada de manera apabullante en las urnas, perdió la segunda batalla en los tribunales. A partir del primero de septiembre, serán espectadores o convidados de piedra en el Congreso, donde los legisladores del bloque morenista podrán avalar sin negociar con la oposición las reformas a la Constitución, empezando por la del Poder Judicial.

El Instituto ni quita ni pone; el Instituto aplica la ley, ha señalado Guadalupe Taddei, presidenta del INE, refiriéndose a la asignación de diputados plurinominales.  De esta manera, Morena y sus aliados (PT y PVEM) tendrán 364 de las 500 diputaciones (73.8%) y en el Senado, al integrar a los experredistas Araceli Saucedo y José Sabino Herrera, el bloque de la 4T alcanzó 85 de los 86 escaños necesarios para obtener la mayoría calificada.

En el Congreso ha resurgido la Aplanadora, como la bautizó Nikito Nipongo (Raúl Prieto) refiriéndose a la hegemonía que durante más de setenta años tuvo el Partido Revolucionario Institucional (PRI), sólo que ahora el partido tricolor está moribundo y el nuevo grupo hegemónico está encabezado por Morena.

Como hace cuarenta años, señaló el periódico Reforma al comparar el porcentaje de Morena en el Congreso (73%) con las mayorías del priísmo bajo la presidencia de Miguel de la Madrid (74%), pero la presidenta electa Claudia Sheinbaum les corrigió las cifras al recordar que, en 2012, el PRI, PAN y PRD, a través del Pacto por México –que no era coalición electoral– contaron con el 84% de la Cámara de Diputados, totalizando 421 legisladores. 

Es cierto. Puntos más o menos, la comparación es válida: La mayoría aplastante de Morena en el Congreso tiene un tufillo que hace recordar el autoritarismo del PRI. Una época que parecía haberse superado hace 31 años al desaparecer la famosa “cláusula de gobernabilidad” (1993) y haberse logrado la autonomía del  Instituto Federal Electoral (1996).

El PRI perdió en 1997 la mayoría absoluta en el Congreso y tres años después el control del Senado y la Presidencia. Vicente Fox ganó la elección con el 45.5% de los votos; los partidos que lo respaldaban obtuvieron sólo 39.1% para diputados y 39% para senadores. Se hizo célebre la frase de Fox: el presidente propone y el Congreso dispone. 

Parecía haberse logrado el ideal del equilibrio democrático en el Congreso, pero, en términos prácticos, la ausencia de mayorías provocó enfrentamiento que lo mismo retrasaron la instalación de la mesa directiva en San Lázaro, hasta el rechazo de varias iniciativas del Ejecutivo e incluso el congelamiento parcial del presupuesto de egresos de la Federación. La solución que, en su momento, encontró Peña Nieto fue el Pacto por México.

Tiene razón Janine Otálora Malassis, única magistrada del TEPJF que se opuso a dar la mayoría calificada a los morenistas. Consideró que “no había una concordancia entre el porcentaje de votación de la ciudadanía por la coalición 54 por ciento y el número de curules de diputados con 20 puntos arriba”.

Sin embargo, los otros cuatro integrantes del TEPJF se negaron a reformar por la vía judicial el resultado de la voluntad popular. El magistrado Felipe de la Mata recalcó: “Nos guste o no, nuestro modelo actual no es proporcionalidad pura, sino mixta. ¿Se podrá cambiar para 2027? Ciertamente sí, pero hasta entonces; mientras la Constitución, la ley y los precedentes no cambien, el deber de las autoridades electorales es el de aplicar las actuales reglas del juego”.
 

Ricardo del Muro

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