DEMOCRACIA

De vuelta a los principios

La oposición carece de narrativa y penden de ella sus propios pecados. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

Pablo Lemus ganó las elecciones de Jalisco, pero Morena sigue sin reconocer los resultados; Verónica Delgadillo ganó Guadalajara, pero Morena sigue sin reconocer los resultados; Alessandra Rojo de la Vega ganó Cuauhtémoc, pero Morena sigue sin reconocer los resultados.

A pesar del escepticismo, a pesar de que, durante la campaña, Xóchitl y quienes integramos su equipo siempre encontramos gran receptividad de la población, a pesar de que mantuvimos la esperanza hasta el final, con todo el dolor del mundo reconocimos haber perdido dos a uno. La diferencia es que somos demócratas. En frente, hipócritas, tramposos, corruptos.

El 2 de junio Morena obtuvo suficiente legitimidad para gobernar, para cambiar leyes, pero no para someter al Poder Judicial y a la Constitución como lo hizo el 11 de septiembre. No importa, no han tenido límites para denostar al que piensa distinto, a la prensa, a los defensores de derechos humanos, a las madres buscadoras, a los padres de niños con cáncer, a los políticos de oposición, a las organizaciones de la sociedad civil. Sólo con el crimen organizado el presidente y sus seguidores han sido benévolos en el lenguaje. Todo ha sido una guerra de propaganda, y en eso han sido mucho más hábiles que los opositores.

La gente quiere a López Obrador, muchos llorarán su partida; será una leyenda. Eso no le da la razón ni el derecho para someter a todos los órganos constitucionales a su capricho, a dejar el control de su partido en uno de sus vástagos, ni a perpetuarse en el poder. Para quienes lo siguen, AMLO está construyendo un sistema más justo, para quienes no creemos en él, está desmantelando el Estado para mantener un sistema autoritario desde la simplificación de los apoyos sociales y la omisión de las particularidades que representan un sistema de salud y educación robustos. Su gobierno es profundamente inepto, pero su capacidad de comunicación es magistral.

La oposición carece de narrativa y penden de ella sus propios pecados. Quedan tres partidos. Un decadente PRI con un líder que pretende perpetuarse en el poder; un esquirol movimiento naranja que no está interesado en quitarle votos a Morena sino al PRI y al PAN, y un Acción Nacional que, teniendo una base libertaria y demócrata cristiana bastante sólida, ha optado por pragmatismos tan terribles como el manifestado en el ridículo discurso de Marko Cortés reclamando a los Miguel Ángel Yunes las concesiones caciquiles que les otorgaron en los últimos años.

Hace algunas semanas lo cuestionó Jesús Silva Herzog Márquez, en “El Colapso”, publicado en Reforma el 12 de septiembre: los partidos de oposición, particularmente PRI y PAN, en vez de aprender de las derrotas premian a quienes las comandan. No existe mecanismo alguno que permita llegar airosos a los comicios federales de 2027. La narrativa es de Morena.

El PRI también tiene una base ideológica que defender, cercana a la socialdemocracia, quizá más desactualizada que la panista. De cualquier forma, esa es la herramienta que tendrían para reconstruirse: qué significa ser revolucionario e institucional en el siglo XXI, para el PRI; qué significa ser humanista, libertario y demócrata cristiano, para el PAN. No me refiero a posturas morales, me refiero a cómo recuperar las bases democráticas de la república destruida por la Cuarta Transformación... sin los defectos que le acompañaron.

Al final de cuentas, si fue fácil para el presidente López Obrador destruir la democracia es por una razón: ésta era débil, el contrato social era débil, la clase política hacía trampas, tal vez menos que hoy, pero hacía trampas. Entonces necesitamos una nueva quimera.

Si la oposición, me refiero a la verdadera porque he dejado de confiar por completo en Movimiento Ciudadano como institución, sigue apostando por cacicazgos locales, ni siquiera valdrá la pena votar en junio de 2027. Si, por el contrario, se basa en sus propios talentos para difundir nuevas quimeras, si apuesta por la construcción de una democracia más sólida que construya cultura democrática, que combata la corrupción y que deje de premiar los liderazgos corruptos, entonces hay esperanza en el largo plazo.

Oponerse a Morena es lo correcto, es lo decente, es apegarse a principios, a ver a la democracia como la ruta para resolver los problemas públicos. Sea por un interés en la justicia social por encima de la democracia, o sea por conveniencia política, los partidarios del partido en el poder están cerrando los ojos frente al autoritarismo, el mesianismo, la corrupción y la ineptitud que ha acompañado a la 4T.

Jugamos en coalición contra Morena como última esperanza del régimen democrático. Destruido éste, habiendo fracasado en la estrategia, pero no estando equivocados en el objetivo, debemos volver a los principios. 2027 no es prioridad, la reconstrucción democrática con instituciones más sólidas que las existentes hasta 2018, sí; construir cultura democrática, fundamental.

 

Roberto Remes

@ReyPeatonMX