El ciclo de algunas organizaciones políticas en México ve próximo su final, después de los recientes resultados electorales que marcaron el claro declive de los viejos partidos, acelerado por la arriesgada y contradictoria apuesta de intentar una mezcla entre izquierdas y derecha.
Nunca entendieron las dirigencias nacionales de los viejos partidos que la lista histórica de agravios y las diferencias entre programas y documentos básicos era (es) mucho más grande y notoria para las militancias que las marcas visibles –lemas, colores, personajes– y al final, las militancias les dieron la espalda.
Lo que queda ahora en el caso de los viejos partidos es un sentimiento de rabia, indignación y rechazo por parte de quienes llevan una vida entera militando, practicando y creyendo en sus ideologías y de pronto se encuentran con que sus organizaciones están atrapadas en los intereses de grupos específicos.
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Esos grupos exigen sumisión total a sus dirigencias. La otra opción es el ostracismo.
¿Cuánto durará este periodo de apropiación por parte de grupos exclusivos de determinados dirigentes? ¿Llegarán las viejas marcas políticas a la próxima elección? ¿Serán cooptadas por el gobierno?
El caso reciente del PRI y su apropiación de facto por el ex gobernador de Campeche Alejandro Moreno Cárdenas y su grupo político, es apenas una muestra de cómo una organización que surgió de la suma de corrientes ideológicas, grupos de poder y sectores sociales, al término de la Revolución Mexicana, se ha ido convirtiendo en una especie de culto personal a la figura de su presidente, ahora con acceso a reelecciones consecutivas…
Amistades priistas me han contactado para compartir sus pensamientos, la mayoría con desilusión, enfado, tristeza por el destino que le depara a un partido que ha venido a convertirse en camarilla de pocas personas, mientras que liderazgos regionales y locales son abandonados a su suerte por el hecho de no aceptar rendir culto a la personalidad de dirigentes actuales.
En política la forma es fondo, decía don Jesús Reyes Heroles. Y las formas que tomó la dirigencia priísta para apoderarse en los hechos y en sus nuevos documentos de todas las decisiones y recursos en cada rincón del país, delata un fondo no solo autoritario, sino dictatorial.
Entiendo a mis amistades priístas y, en privado, les manifiesto mi afecto y solidaridad. A pesar de los arranques totalitarios de algunos, en todas las organizaciones políticas y fuera de ellas, hay personas de valor que entienden que la política es parte de sumar, y que, como también decía don Jesús: siempre se elige entre inconvenientes.
México está en el umbral de una etapa de la vida social y política que nos llevará a definir la actualidad y el futuro de nuestras generaciones y las de nuestros hijos. Muchos retos y muchos paradigmas se presentarán ante nuestra valoración para construir un mejor país, mejores sociedades.
Cada partido político, sea cual fuere su color, plataforma ideológica y plan de acción, tendrá ante sí el reto de elegir lo mejor para México y las personas que aquí vivimos. Sólo llegaremos a buen puerto si tomamos en cuenta los mejores principios de reflexión y construcción, si vemos y consideramos a todas las personas en todas sus creencias y opciones.
Nuestro país requiere de visiones que incluyan, no que amenacen o excluyan. Podemos disentir, claro está, pero lo que no nos está ni siquiera permitido es descalificar y agraviar por el solo hecho de pensar diferente. Ese es el espíritu de la democracia.