CONFLICTOS ARMADOS

Escaladas bélicas de alto riesgo

La guerra fría de este siglo es de más alto riesgo que la del siglo pasado. | Jorge Faljo

Créditos: #OpiniónLSR
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Apenas terminada la segunda guerra mundial en 1945 inició la llamada “guerra fría” entre los países de “occidente”, liderados por los Estados Unidos, y por otro lado la Unión Soviética (URSS). Esa “guerra fría” implicó reales conflictos sangrientos llevados a cabo en terceros países, por ejemplo, las guerras civiles en China, Corea y Vietnam y conflictos en Libia, Irak y Serbia; así como insurrecciones, guerrillas y golpes de estado.   

La peor incertidumbre fue la crisis de los misiles en Cuba.  En 1958 y 1959 Estados Unidos instaló misiles balísticos con ojivas nucleares en Italia y Turquía, países miembros de la OTAN. En 1962 la Unión Soviética instaló plataformas de lanzamiento para cohetes con ojivas nucleares en Cuba. Estados Unidos respondió con un bloqueo naval a la isla mientras se acercaba un convoy soviético con deliberada lentitud. La humanidad estuvo a un paso de la autodestrucción. Afortunadamente el presidente norteamericano, Kennedy, desoyó a sus asesores militares y negoció con Krushev la retirada de sus respectivos misiles.  

Ahora, en pleno siglo XXI vivimos una nueva guerra fría, peor que la anterior. Tres son los puntos de mayor conflicto: Taiwán, Ucrania y el medio oriente.

Tras la derrota de Japón en 1945 se reanudó una guerra civil en China entre el bando “nacionalista” y el partido comunista. Este último ganó la guerra en todo el territorio continental y creo la República Popular China. Sin embargo, los “nacionalistas” se atrincheraron bajo la protección militar norteamericana en la isla de Taiwán con el nombre de República de China.

En 1979 Estados Unidos reconoció a la República Popular China como el único gobierno legítimo de toda China. También lo hizo la Organización de las Naciones Unidos (ONU). No obstante Estados Unidos siguió tratando a la isla como un protectorado.

China sigue una estrategia de mucha paciencia y considera que más tarde o más temprano Taiwán aceptará formar parte de China bajo el esquema de “un país, dos sistemas”. Tiene relaciones comerciales, financieras y culturales con la isla, pero considera totalmente inaceptable una posible declaración de independencia de Taiwán. Estados Unidos ha convertido a la isla en parte de su estrategia de contención del creciente poderío chino y promueve la independencia de Taiwán. La situación es tensa y podría desembocar en un conflicto mayor entre dos potencias nucleares.

El segundo gran conflicto se localiza en Ucrania. La Unión Soviética aceptó la reunificación pacífica de las dos Alemanias contra la promesa norteamericana de que la OTAN no se expandiría “ni una pulgada” hacia su territorio. En 1992 la Unión Soviética colapsó y se dividió en 14 países y desapareció el Pacto de Varsovia. Lejos de disolverse la OTAN, que ya no tenía enemigo visible, aprovechó la debilidad rusa para expandirse bajo las reiteradas protestas de Rusia.  

En 2014 Estados Unidos promovió en Ucrania un golpe de estado contra el gobierno pro ruso elegido democráticamente. Así se inició una sangrienta guerra civil entre el gobierno central y las provincias pro-rusas. Rusia se apoderó de la península de Crimea para garantizar su salida a los mares negro y mediterráneo. Tras repetidas advertencias de que consideraba la militarización de Ucrania y su entrada a la OTAN como un ataque existencial Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022.

Estados Unidos y Europa respondieron con sanciones comerciales, financieras y de todo tipo que, en su perspectiva, conseguirían derrumbar la economía y el gobierno rusos rápidamente. No fue así. Rusia consiguió reorientar su comercio exterior y reconvertir su economía con tal éxito que su dinámica de crecimiento es hoy en día superior a la de cualquier país occidental. Con grandes recursos energéticos y de todo tipo, incluyendo población en edad militar, Rusia está ganando la guerra.

Ucrania en cambio se ha desangrado con la muerte de medio millón de sus soldados y ha agotado buena parte de los recursos militares de occidente. Pero ni su gobierno ni occidente aceptan el consejo del Papa Francisco de hace unos meses: alzar la bandera blanca y negociar. Mientras más se retrasa la negociación que pide Rusia, peores serán las condiciones en que se encontrará más adelante.

En su desesperación occidente realiza una escalada de acciones militares que dejan atrás la doctrina defensiva para pasar a ataques cada vez más imprudentes. Por ejemplo, el bombardeo con bombas de racimo a los bañistas en una playa de Crimea. Rusia culpa directamente a Estados Unidos porque son sus armas, manejadas por sus técnicos y con apoyo logístico de drones norteamericanos. Promete venganza, pero aún no la ha realizado.

Posiblemente eso se debe a que de manera inesperada y contra la indignación de los otros gobiernos de la OTAN el presidente de Hungría viajó a Rusia para hablar con el presidente Putin. Tal vez también porque Putin elogió la disposición de Trump a negociar si es que llega a la presidencia norteamericana. 

El tercer punto de conflicto es la guerra que la ONU califica como exterminio de Israel contra los palestinos. Israel no consiguió sus objetivos: expulsar a la población palestina de la franja de Gaza y acabar con el gobierno y la milicia de Hamás. Si ha logrado destruir la infraestructura de salud, educación, gobierno y la mayor parte de las viviendas, pero no ha vencido. Su enorme desprestigio moral se extiende a los Estados Unidos.

Netanyahu, el primer ministro de Israel habla de guerra eterna porque a él no le conviene terminarla; en ese momento será juzgado por diversos fraudes. Lo cual es independiente de las investigaciones en proceso sobre el genocidio que practica Israel y las acusaciones personales de crímenes de guerra.

Israel atacó a Irán, pero este dio una respuesta muy fuerte, avisada con tiempo, lanzando centenares de drones y misiles. Demostró su poderío sin matar a nadie y sin dañar las bases militares norteamericanas.

Ahora Netanyahu se enfoca en atacar la milicia libanesa Hesbolá; pero aún no consigue involucrar aún más directamente a su gran proveedor, Estados Unidos. Netanyahu representa el mayor riesgo global porque en su desesperación busca nuevos enemigos a los cuales provocar para poder reaccionar con el apoyo norteamericano o, lo peor de lo peor, con bombas nucleares.

La guerra fría de este siglo es de más alto riesgo que la del siglo pasado. Las armas de los posibles contendientes son mucho más destructivas. Pero las guerras locales en proceso no deben hacernos olvidar el contexto que las crea.

El mundo está evolucionando de la hegemonía económica y militar de Estados Unidos y sus aliados occidentales, hacia un mundo multipolar. En el futuro Occidente deberá coexistir con otras grandes potencias, incluidas China, Rusia e India, y un conglomerado de países de mediano tamaño que construyen entre todos nuevos vínculos de comercio y finanzas fuera del control occidental. Resistirse a esa transformación sin dialogo y negociaciones genera enormes riesgos para la humanidad.  

 

Jorge Faljo

@JorgeFaljo