Durante los últimos tres días se llevó a cabo en la Ciudad de México la III Conferencia de Políticas Exteriores Feministas (III CoPEF). Días antes y durante las jornadas, representantes tanto de la política exterior como del feminismo institucional dedicaron varios textos en medios nacionales sobre los logros y compromisos de México, y de la 4T en particular, sobre este tema.
Nadine Gasman habló de los pilares fundamentales de la Cuarta Transformación: el “humanismo mexicano” y el feminismo, asegurando que la perspectiva de género, o la interseccionalidad han sido la constante durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Es una pena que este gobierno tan “profundamente humanista y feminista” haya estado marcado por tantos momentos y políticas tan profundamente misóginas. Empezando por las múltiples ocasiones en las que López Obrador ejerció violencia política de género, o cuando su administración recortó el presupuesto para programas de prevención y atención a la violencia de género, como la Red Nacional de Refugios; el programa de Salud materna, sexual y reproductiva; y el apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras; o cuando la última legislatura dejó 171 iniciativas para prevenir la violencia contra las mujeres en la congeladora.
En la misma línea que la Dra. Gasman, tanto la canciller Alicia Bárcena como la Dra. Leticia Bonifaz, todas ellas admirables expertas, publicaron sendos textos oficialistas en los que recuerdan que México, así como hoy es sede de la III CoPEF, en 1975 fue sede de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer; que serlo nos “posiciona de nuevo a la vanguardia del feminismo internacional”. No sé cuándo o cómo México estuvo a la vanguardia del feminismo, pero ciertamente los datos no acompañan esta medalla. En México, cada cinco días hay un feminicidio infantil, en los últimos cinco años las desapariciones de mujeres en la capital del país aumentaron doce veces y de acuerdo a los datos oficiales, hasta diciembre, durante el sexenio de AMLO se registraron más de 5 mil feminicidios en todo el país, solo de enero a abril de 2024 se reportaron 246 presuntos feminicidios. Si México está encabezando una política exterior feminista, ¿por qué no puede encabezar una política interior feminista?
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Por ejemplo, México y sus representantes siguen levantándose el cuello asegurando en foros internacionales que nuestro país impulsa la perspectiva de género transversal. Pero quizá es más fácil decir que es importante incluir la perspectiva de género en la impartición de justicia que implementarla con medidas claras y eficaces en la propuesta de reforma judicial.
La iniciativa de presentar una Política Exterior Feminista, que de acuerdo a la actual canciller, Alicia Bárcena “otorga un papel central a la perspectiva de género y a los derechos de mujeres, jóvenes y niñas en nuestra acción internacional [...] es también una estrategia de desarrollo social y económico, de construcción de paz, de recomposición del tejido social y de promoción de derechos humanos” fue presentada por el entonces secretario de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard en 2019. México fue, sí, el primer país en América Latina en comprometerse a implementar esta perspectiva, y el quinto a nivel mundial.
Pero de nuevo, la realidad parece contarnos otra historia. De acuerdo al Observatorio Mexicano de Política Exterior Feminista (OMPEF), este posicionamiento no representa acciones reales para lograr un compromiso ni con las mujeres mexicanas en el exterior, ni con la erradicación de prácticas violentas y machistas al interior de la institución de la SRE, ni avances efectivos en la lucha por la igualdad en el país, la región o el mundo.
México sigue siendo un país profundamente desigual y violento contra las mujeres, particularmente contra las más pobres, las migrantes, las mujeres con discapacidad, las mujeres indígenas. En México, cada hora se denuncian un promedio de entre tres y cuatro casos de abuso sexual y/o violaciones; las licencias equitativas de paternidad están aún lejos de ser una realidad; apenas hace unas semanas, la OIT confirmó que el país no está haciendo avances para lograr la igualdad salarial; la lista de pendientes que tiene México con la igualdad es eterna.
México está fallando estrepitosamente en avanzar los derechos de las mujeres y la lucha por la igualdad al interior del país ¿en realidad puede hacerlo en su política exterior?