POLÍTICA

El cambio y la continuidad también aplica para el historiador: aplicar la experiencia en campaña

La desconexión académica con la realidad política es un problema, no basta con analizar; los historiadores también debemos actuar y entender de cerca los fenómenos políticos contemporáneos. | Luis Roberto Rosas Figueroa*

Escrito en OPINIÓN el

A lo largo de mi trayectoria profesional cuando son años electorales, escucho comentarios sobre la clase política actual de gente con diferente nivel académico y experiencias personales. Algunos de los que más he escuchado son “los mismos de siempre”, “sólo van a robar”, “no, en política no me meto”, “es una porquería”, “todos los partidos son iguales”.  Si bien no hablo de una verdad absoluta, esto permite ver el descrédito que han tenido los políticos en las últimas décadas del siglo XX y cómo estas palabras se han insertado en la sociedad culturalmente. 

Lógicamente, como historiador, pienso que este fenómeno debe ser estudiado por el gremio al que pertenezco ¿y cómo estudiarlo? Primero hay que conocer el objeto de estudio, la clase política, pero aquí se presenta el primer problema de investigación, he observado que una gran parte de nuestra comunidad académica, sean las llamadas “vacas sagradas” de la historia, investigadores jóvenes o colegas de carrera, en sus análisis u opiniones de política justamente tienen el mismo componente que he visto con el tiempo: parten de creencias sobre los políticos que si bien, pueden estar fundamentadas en lo que ven en los medios de comunicación y redes sociales, no corresponden al trabajo crítico de un historiador  ¿qué tienen en común todas expresiones? Son tajantes y generalizantes y eso no corresponde con el quehacer del historiador, nosotros deberíamos buscar los matices, lo particular y entender el contexto histórico en el que se está desarrollando, tomando en cuenta múltiples variables.

Dada esta situación, me he encontrado algo que ya es sabido, una desconexión con el mundo real por parte de los académicos al caer en prejuicios generalizantes. Gran parte del gremio trabaja en sus investigaciones sobre gente que ya no está viva, el privilegio de los que trabajamos historia del tiempo presente es que podemos empaparnos de eso a viva voz y podemos conocer dinámicas que ciertamente para compañeros que trabajan con la época de la revolución, el virreinato de la Nueva España o la independencia, es inaccesible. Así, la ruta que encontré para conocer eso fue vivir en carne propia un proceso electoral, hacer el trabajo de campo que considero, es fundamental.

Así, la experiencia dentro de una campaña para un historiador, fue muy valiosa para mí. Aunque los historiadores decimos que no olvidamos que los que participan en procesos históricos son seres humanos, ciertamente lo hacemos ¿qué implica esto? En los textos que producimos, sean de historia política o social, tendemos a escribir sobre procesos que tienen protagonistas que realizan ciertas acciones, pero olvidamos que hay toda una estructura detrás de esos actores que tiene que confluir para que las acciones se lleven a cabo tal como el equipo central de campaña lo planeó.

La política es justamente el cómo se relacionan los seres humanos entre sí. En campaña es justamente la gente —voluntarios y militantes— la que logra que las cosas salgan adelante, planeando un evento, una brigada, activaciones en redes sociales, formando cuadros políticos, ayudando a la comunidad limpiando parques, dando cursos de ingreso al bachillerato, haciendo rodadas ciclistas, debates, etc. Los dirigentes de los grupos deben tener una lectura política precisa para poder posicionarse dentro del mapa político existente, uno de los principios básicos en la historia que se nos enseñó es: los actores no saben qué sucederá mañana, pueden tener planes, pero cuenta más cómo se adaptan frente a las coyunturas que ocurren a cada día. Es decir, lidian con problemas que no estaban en sus planes, algo que puede parecer pequeño en la escala nacional puede ser muy grande al interior de una campaña.  

La presión y el compromiso con el que lidia cada miembro es algo que no se visibiliza nunca en la historia, los sentimientos de los implicados en la campaña. Un líder político dijo en campaña “En política no importa quien tenga la razón, sino cómo se sientan las partes”. Las alegrías, enojos, tristezas pueden influir realmente en las relaciones políticas y en la toma de decisiones, sean grandes o pequeñas que puedan afectar al equipo al interior y en su imagen al exterior. Todo esto habla también de la inteligencia política que cada uno tiene en el momento de actuar en un ritmo frenético de trabajo al que se está sometido en campaña, en el que además, todo urge. 

Aunque apenas di una pincelada, la importancia de la lectura política, los sentimientos y las mismas relaciones humanas al interior de los grupos políticos son parte de los elementos que se deben tomar en cuenta al realizar un texto sobre historia política: En ese sentido, invito a que se vea con otros ojos la política, con una mirada más crítica más allá de decir que “en eso no me meto” si como historiadores no vemos de cerca los fenómenos que aún podemos conocer de primera mano, nuestro saber va a seguir siendo contemplativo y no contribuiremos a la resolución de los problemas en nuestro presente. Es una práctica común en el mismo gremio decir “yo sólo analizo, no actúo”, es por ello que hay que volver como académicos a ver nuestra actualidad, pues es nuestra responsabilidad social como historiadores el hacerlo. El cambio y la continuidad también aplica para el historiador, abordemos diferente los procesos históricos. En cada uno está la decisión.

*Luis Roberto Rosas Figueroa es licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente se encuentra realizando la maestría en Historia Moderna y Contemporánea en el Instituto Mora. Sus líneas de investigación son la Historia Política del siglo XX y XXI, la Historia Conceptual y la Historia del Tiempo Presente.

 

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