ACCESO A LA SALUD

Una deuda con la salud

Durante este gobierno que está por concluir es por demás notoria la dramática caída en los niveles de vacunación, el desabasto de medicamentos, así como el incremento en el número de personas que no tienen acceso a atención médica. | Agustín Castilla

Escrito en OPINIÓN el

Hasta el momento se han dado a conocer los nombres de 16 personas que integrarán el gabinete de Claudia Sheinbaum para los próximos seis años y, al parecer, hoy se darán a conocer otros cuatro (turismo, trabajo, cultura y el jefe de la oficina de la presidencia). En términos generales, los anuncios de quienes ocuparán cargos de primer nivel en la administración pública federal han sido bien recibidos por sus perfiles y trayectoria, pero me parece que uno de los más relevantes es el de quien estará al frente de la secretaría de salud dada la difícil situación por la que atraviesa nuestro sistema de salud pública el cual, en estos caso seis años, se ha precarizado como lo indica cualquier análisis medianamente objetivo. 

Si bien es de reconocer que en las administraciones anteriores el sistema de salud enfrentaba serias deficiencias, la falta de resultados e incluso el retroceso durante este gobierno que está por concluir es por demás notoria, principalmente por la dramática caída en los niveles de vacunación, el desabasto de medicamentos, así como el incremento en el número de personas que no tienen acceso a atención médica. 

Tan solo para ejemplificar, actualmente solo una de cada tres niñas y niños cuentan con el esquema completo de vacunación, siendo que anteriormente el nivel de cobertura era del 75%. Ante esto existe el riesgo de que en algunos años regresen enfermedades que ya habían sido erradicadas como polio o sarampión es muy alto, y la vacunación contra el virus del papiloma humano era de apenas el 0.5% de acuerdo con datos de la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud), una de las bajas del mundo, y que puede provocar un repunte en el número de mujeres con cáncer cervico-uterino, que es una de las principales causas de mortalidad.

Por otra parte, alrededor de 45 millones de recetas no se habían surtido en este periodo gubernamental, y un gran número de pacientes infantiles de cáncer se quedaron sin medicamentos oncológicos con graves afectaciones a su salud –con la natural desesperación de sus familiares a quienes el gobierno descalificó–, llegando incluso en algunos casos a provocarles la muerte. Otro dato de enorme preocupación, es que para 2022 se había duplicado la población que enfrentó carencia de acceso a servicios de salud al pasar de 20.1 millones de personas en 2018, a 50.4 millones en ese año siendo las personas en situación de pobreza extrema las más afectadas. 

Esto ocasionó que más de la mitad de la población acuda a atención médica privada –principalmente consultorios de farmacia– con el gasto que ello le representa, y más grave aún es que con la desaparición del Seguro Popular, quienes no cuentan con seguridad social como el IMSS o el ISSSTE, se quedaron en el desamparo frente a enfermedades catastróficas cuya atención implica un costo impagable para la inmensa mayoría de la población.

Desde luego la salud pública sufrió un impacto muy importante debido a la pandemia –cuyo manejo también ha sido muy mal evaluado–, pero la crisis por la que atravesamos se debe en buena medida a la improvisación en la toma de decisiones, el desprecio por el diagnóstico, la planeación, los conocimientos y experiencia. El Insabi con el que se intentó sustituir al Seguro Popular fue un rotundo fracaso, y la Megafarmacia con la que se pretendía resolver el desabasto de medicamentos ha quedado en una mera ocurrencia que apenas ha podido surtir alrededor de 2.7 recetas diarias. En estos años tuvimos un secretario de salud ausente en uno de los momentos de mayor exigencia en la historia, y un subsecretario –quien en realidad era el que tenía el mando–, dedicado al halago presidencial, la propaganda política y a alimentar su efímera popularidad.

Por todo ello, me parece una buena noticia el nombramiento de David Kershenobich como próximo titular de la Secretaría de Salud, ya que se trata de un hombre con amplio reconocimiento a su trayectoria como médico especialista e investigador, así como por su gestión en dos períodos como director del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y, según quienes lo conocen, también por su calidad humana y compromiso real con la salud, lo que ha generado reacciones positivas incluso entre los más críticos. Esta es sin duda una de las principales deudas que deja este gobierno, y esperemos sea una prioridad para la siguiente administración.

Agustín Castilla

@agus_castilla