Mucho por analizar y revisar de las pasadas elecciones tanto federales y locales e independientemente que las autoridades jurisdiccionales revisen los medios de impugnación que se vayan presentando por los diversos actores políticos, resulta importante referirnos a algunas consideraciones que nos vaya permitiendo entender la forma en que la ciudadanía ejerció su derecho al voto.
Para la elección presidencial, El País, ya apuntaba el 8 de mayo a través de un modelo de predicción que Claudia Sheinbaum tenía un 86% de probabilidades de victoria frente a un 14% de Xóchitl Gálvez.
Asimismo, la mayoría de las empresas demoscópicas ya pronosticaban el resultado que fue emitido por el PREP del INE, sus conteos rápidos, así como el cómputo de las elecciones presidenciales. No obstante, algunas encuestadoras mostraron registros que hoy sabemos fueron erróneos por lo que aquí hay un tema pendiente que deben de analizarse por las instancias respectivas para que no se repita en una próxima elección ya que solo genera confusión e incertidumbre en la ciudadanía al ver variedad de datos ir y venir.
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Ahora bien, en los últimos días diversos medios de comunicación, analistas, columnistas, articulistas, entre otros, han emitido sus opiniones para entender qué fue lo que pasó el día de la elección y cómo interpretar dichos resultados.
Entre múltiples explicaciones y diversas mediciones, quiero referirme a una en particular realizada por el prestigioso Diario El Financiero que resulta muy reveladora por la amplitud de información que arrojó. El 4 de junio, publicó una encuesta de salida a nivel nacional de donde destacó, entre otras cosas, la aprobación del presidente de la República en un 71%, de donde de este universo el 80% votó por Claudia Sheinbaum y el 11% por Xóchitl Gálvez; del 28% que manifestó su desaprobación por el Presidente la votación fue de un apoyo del 9% contra un 75% respectivamente, lo que deja claro que la aprobación del Presidente fue un factor determinante para el triunfo de la candidata de la Coalición “Sigamos Haciendo Historia”.
La ciudadanía votó principalmente por continuar la transformación (96%) destacando que lo que más le preocupa es reducir la pobreza (69%) y la creación de empleos y oportunidades económicas (65%).
Del 56% que manifestó ser beneficiario de apoyos sociales el 69% votó por Sheinbaum y, llama la atención que de un 22% que se manifestó de derecha como orientación ideológica, el 42% votó por Sheinbaum y un 51% por Gálvez.
Sobre el sexo, resalta que el género masculino que representa un 48% de la lista nominal votó por Sheinbaum en un 62% y las mujeres, que son el 52% de la población electora votó por Sheinbaum en un 59%.
Los segmentos de la población que más votaron por Sheinbaum fueron los de 55 años y más (68%), seguido de los de 35 a 54 años (60%) y los de 25 a 34 años (57%). De este registro quedaría pendiente los resultados que arrojen en su oportunidad los estudios muestrales de participación ciudadana que el INE ha venido realizando elección tras elección.
De las clases sociales sorpresivamente destaca que todas ellas votaron mayoritariamente por Sheinbaum, solo la clase medio alta registró prácticamente una ligera diferencia de 8 puntos porcentuales en favor de la candidata de la Coalición “Sigamos Haciendo Historia”. La clase baja votó en un 71% por Sheinbaum.
Finalmente, por grado de escolaridad entre más estudios más reñida fue la contienda, y entre menor grado de estudios, entre primaria y los que manifestaron no tener estudios votó por Sheinbaum en un 74%. Estos datos, por ejemplo, coinciden con los registrados por la empresa BGC Ulises Beltrán y Asociados publicada en el prestigiado medio Excelsior, de donde destacó que sólo el segmento de población con maestría o doctorado votó en un 52% por Xóchitl y un 39% por Sheinbaum.
Estos registros dan luz a diversos indicadores que deberán ser analizados con profundidad para entender, por un lado, el triunfo de Sheinbaum y su Coalición, y por el otro, las estrategias, apoyos y alcances de la oposición.
Finalmente, es de destacar que la ciudadanía ya habló a través de las urnas. Lo que sigue serán las impugnaciones que los diversos actores consideren interponer ante los órganos electorales jurisdiccionales y éstos tendrán que resolver en su oportunidad conforme a Derecho tal cual lo exige un sistema democrático como el nuestro.