En un país en donde conviven la polarización, el desinterés a la vida política, la apatía y por ende el abstencionismo, se vuelve urgente salir a las urnas y mostrar nuestro sentir a quienes nos gobiernan y representan, influir en el proceso político, tomar las riendas de la democracia y ser parte de la construcción del futuro que queremos para esta gran nación.
De acuerdo con nuestra Constitución Política votar es un derecho, pero también una obligación, sin embargo, a comparación de otros países, en México la sanción determinada para quienes no asistan a votar no ha tenido ninguna aplicabilidad, por lo que el voto se centra en la voluntad de la ciudadanía que quiera ejercer este derecho humano.
En este sentido, aunque se ha calificado a la no participación electoral como una irresponsabilidad social, el abstencionismo también es un síntoma de la falta de afinidad y de propuestas por parte de los actores políticos hacia los intereses de los electores y por supuesto, un indicio de desconfianza a las y los candidatos, fuerzas políticas, gobiernos, entre otros.
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Según el estudio “México: Confianza en instituciones 2018”, la confianza en los partidos disminuye en el grupo etario de 18 a 29 años, es decir que son las juventudes quienes muestran apatía y descontento hacia las fuerzas políticas.
De acuerdo con el informe “Sin Propuestas. Narrativas mediáticas en torno a las juventudes: un análisis de la carencia de propuestas políticas en el marco del Proceso Electoral Local 2021-2022”, difundido por Instituto Nacional Electoral (INE), la falta de propuestas electorales para las juventudes, aun cuando representan alrededor del 26% de la población electora del país, ha sido una constante en los procesos federales, pues revela una ausencia de narrativa y planteamientos hacia los intereses de quienes construirán el futuro del país.
Asimismo, en los estudios muestrales de participación ciudadana realizados por el INE de los procesos electorales federales de 2017-2018 y 2020-2021, muestran que en dichas elecciones justamente los jóvenes entre los 20 y 29 son los que menos participaron en ambos ejercicios electivos.
Bajo esta tesitura y como reflexión de cara los procesos electorales subsecuentes, el abstencionismo y la falta de propuestas reales y tangibles hacia los votantes, principalmente hacia las juventudes son los retos a los que los partidos y el órgano electoral administrativo deberán enfrentarse y resolver, con acciones estratégicas para incentivar la participación ciudadana, rendición de cuentas y transparencia, para volver a formar la confianza de la población mexicana.
De igual forma, no estaría demás que el Legislativo considerara, en una futura reforma electoral, revisar la conveniencia de establecer incentivos que beneficien a la población para incrementar la participación ciudadana en las elecciones.
Ahora bien, no toda la responsabilidad de este fenómeno del abstencionismo recae en estos personajes, las decisiones que tomamos en la vida democrática de nuestro país influyen en las políticas públicas que contribuirán o afectarán nuestro bienestar y el de otros.
Conforme a la teoría desarrollada por el filósofo y político contemporáneo, Felipe Curcó, votar es un método de decisión colectiva que permite transferir autoridad a algunos (la mayoría) para decidir por otros (la minoría), por lo que las consecuencias que arrojan las votaciones son responsabilidad de nosotros.
Por lo que se vuelve urgente, levantarnos, quitarnos la apatía y salir a votar, ejerciendo un voto informado, sabiendo que nuestra elección repercutirá en la calidad de vida de nosotros mismos y de los demás. Por eso, sal y ¡A votar!