RESUULTADO DE LAS ELECCIONES 2024

El mundo de la burbuja y la voz de las urnas

Desde el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018, su gobierno ha impulsado una transformación profunda en México, enfocada en equilibrar el desarrollo social y pacificar al país. | Ismael Jiménez

Escrito en OPINIÓN el

En el 2018, cuando ganó la presidencia Andrés Manuel López Obrador, durante varias reuniones de trabajo, comidas y mesas de conversación, se abordaba el tema de su triunfo en las urnas y la dudas sobre la línea que llevaría su mandato en materia económica y de negocios.

En casi todas esas conversaciones, mi respuesta se resumía en que, el plan de la 4T, era generar una revolución pasiva o pacífica, como usted guste llamarla. Este domingo 2 de junio, la voz de las urnas se hizo escuchar con un estruendoso: “que continúe la revolución pacífica”.

¿Por qué usamos el término revolución? No es un tema ideológico, ni tampoco de agitación o desestabilización social, no, es un término que significa un cambio profundo, una revisión de todos los estamentos que componen la sociedad, sus leyes y reglamentos y en el proceso, habrá heridos sociales, morales y jurídicos. Es decir, habrá oposición y renuencia al cambio, y eso es lo que vimos durante los últimos seis años, una lucha encarnizada por quienes defendían el status quo de una sociedad desigual e injusta, versus un intento por equilibrar el desarrollo social.

Hay que decirlo, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 fue una válvula de seguridad para pacificar al pueblo. Y aquí es donde llegan las diferencias y confrontaciones, podemos estar o no de acuerdo con la gestión social, económica, de seguridad y de salud de este gobierno, pero durante la pandemia, con un gobierno de corte neoliberal, es posible que las cosas hubieran sido diametralmente opuestas. Y hacemos paréntesis, por supuesto con todo respeto, para quienes perdieron un familiar durante la pandemia, su visión puede ser otra, pero allá afuera en el mundo, México fue reconocido como uno de los mejores gestores de la emergencia sanitaria.

No vamos a discutir aquí el tema, lo que sí sucedió, es que pese a ese negro pasaje que sufrió la humanidad, México salió bien librado, con poca deuda y con visos de una recuperación económica que le alcanzó para sacar a 5 millones de mexicanos de la pobreza extrema. Todo esto hubiera sido muy difícil imaginarlo con un gobierno neoliberal. 

En ese marco, la oposición solamente se enfocó en denostar, mentir, tergiversar, y calumniar todo el tiempo al gobierno de López Obrador. En ese proceso, el presidente se dedicó a seguir señalando el clasismo y racismo de una clase media alta y alta de derecha que desprecia en todos los sentidos y en todo momento todo lo que para ellos significa pobreza, la cual traducen en gente atenida, mantenida y holgazana. 

Lo hemos escuchado hasta el cansancio y lo seguimos escuchando en voz de los comentócratas, muchos de ellos airados y muchos otros decepcionados de una candidata que apoyaron desde sus micrófonos y que dicen, el domingo los abandonó cuando aceptó la derrota. Es decir, abiertamente reconocen que todo lo que decían “informar”, tenía un sesgo para favorecer a su candidata.

Pero no han entendido y ni siquiera parece interesarles entender, que esos a quienes tachan de ignorantes, hambreados, vendidos y mantenidos, son personas, cierto, no iguales a ellos, pero son personas, seres vivos que piensa, que siente y que forman parte de una sociedad que no conocen y que ignoran en toda su realidad.

El asunto es que, en su estúpida y obtusa visión, no se dan cuenta, que hay grandes empresarios, hombres de negocios, pequeños y micro empresarios, grandes comerciantes, académicos, intelectuales y hasta eclesiásticos que apoyan y votaron el domingo por la continuidad de la transformación y junto con ellos, cientos de miles de mexicanos que piden y buscan todos los días una oportunidad para salir adelante y sacar a sus familias, sus colonias y comunidades adelante.

Ese mundo lo desconocen, lo ignoran, como lo señaló Xóchitl Gálvez en una conversación filtrada con Azucena Uresti en donde señaló no interesarle hablarle a los pobres, de hecho, nos le interesa conocerlos y ni siquiera saber si existen. Si esa es su visión de la capital del país, qué pueden pensar del resto de la república en donde hay rincones que ni siquiera sabemos que existen. Por eso viven en sus burbujas, imaginan un mundo que sólo existe en los cien o doscientos metros del entorno que les rodea.

Y como colofón, se lanzan a la contienda electoral con una sola consigna, destruir a sus oponentes con mentiras y descalificaciones. El resultado, lo vivieron, lo sintieron y les duele todavía 72 horas después de la elección. 

La llamada oposición, hoy no solamente no tienen una propuesta distinta de nación a la que los sacó del poder, ni siquiera tienen identidad pues jugaron juntos los tres partidos más aborrecidos por la sociedad, mucho menos tienen el liderazgo político, ni moral para hacer frente a un movimiento que busca cambiar de fondo, el modelo que sumió a la mayor parte de la sociedad en más de 30 años sin aumento salarial, por ejemplo.

Cierto, la 4T no es perfecta, antes que eso, falta mucho por hacer para que sea un partido y un movimiento ejemplar y como dirían los entusiastas de la cultura de la “meritocracia”, tiene muchas áreas de oportunidad. 

Hay que trabajar para mejorar y moldear un proyecto más justo y humanista como dice Claudia Sheinbaum, mientras que, por la otra parte, mientras no construyan una propuesta política con sentido social, el capital político alcanzado por MORENA se prolongará por muchos años dominando los congresos, lo cual tampoco es sano, pero, al que llegamos en mucho por responsabilidad de la derecha que no atina a conectar políticamente con las masas y eso se los indicó la aplastante derrota que sufrieron el domingo en las urnas.
 

Ismael Jiménez 

@ijm14