Estamos a unas horas de que termine una de las batallas preelectorales más cruentas de la que se tenga memoria, la guerra sucia fue el denominador común de ambas campañas.
Los partidos hoy de oposición junto con su candidata, se han empeñado en intentar revertir la tendencia de preferencia electoral marcada por las encuestas rumbo a la presidencia. Por supuesto utilizarán todos los medios a su alcance para intentarlo y repetir de “ser posible”, el “fenómeno” que llevo a Felipe Calderón a los pinos.
En aquel entonces, la tendencia de las encuestas, daban una ventaja promedio de tres a cinco puntos porcentuales a López Obrador por encima de Felipe Calderón. Hoy, en el mejor escenario, las encuestas colocan a Xóchitl Gálvez entre 8 y 10 puntos porcentuales por detrás de Claudia Sheinbaum a quien las encuestas le dan entre 15 y 18 puntos porcentuales por arriba de su oponente.
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Claro que la oposición seguirá la narrativa de que las encuestas no reflejan la realidad y que su candidata logró cerrar la brecha con el primer lugar. Pero para quienes saben de estadística y de la importancia de la tendencia, sobre todo cuando la brecha es tan amplia, entienden y saben que los comicios están prácticamente sentenciados.
Pero y entonces ¿por qué la coalición insiste en que su candidata está cerca de la puntera? Lo mencionamos en la entrega anterior, con el llamado al voto masivo, el objetivo de los tres partidos de la coalición, es restarle puntos al primer lugar para mantener su registro como partidos políticos y buscar, dicen, el equilibrio en los congresos.
Y para ello recurrirán a todos los medios a su alcance incluso a enturbiar la elección. La guerra sucia no se quedará sólo en lo verbal, pues en un intento desesperado, podríamos ver casillas incendiadas, violencia y amedrentamiento contra quienes acudan a votar y como carta principal, utilizar el artilugio legaloide que es la herramienta que utiliza la ultraderecha cuando es herida por la democracia participativa, así que, estas elecciones, podrían ser algo más que la tumba del PRI y del PRD, podría ser también el ingreso del PAN a terapia intensiva.
Por ello la coalición opositora apuesta por el algoritmo de la votación masiva, pues en este momento, ya no son Claudia Sheinbaum ni su partido sus máximos oponentes si no, la abstinencia electoral y su falta de propuestas claras para un proyecto distinto de nación.
Este fenómeno podría convertir a Movimiento Ciudadano en la segunda fuerza política del país, pues dicho partido, no sólo captará buena cantidad de votos de indecisos y nuevos votantes, también podría captar los votos de los desertores y chapulines que, desde ya, se han ido moviendo unos sigilosamente y otros abiertamente hacia otras opciones políticas alejadas de la triada de la coalición, modificando así, el mapa de la política nacional.
En el 2006, PRI, PAN y PRD contendieron cada uno por su parte, hoy, los tres partidos de la coalición, conseguirán juntos en el mejor de los casos, un poco más de los votos obtenidos por Calderón en aquel año.
Habrá quien señale que esto es una exageración, pero volviendo a los números, el asunto está claro, de acuerdo con la tendencia de las encuestas, la coalición junto con su candidata, lograrán el 30% de los votos, quizás el 35%, el asunto es que ese porcentaje, se dividirá entre los tres partidos de la alianza y de ahí, el PAN será el más beneficiado, pero en términos absolutos, quedará muy parejo con Movimiento Ciudadano en cuanto a número de votos.
El fenómeno MORENA, no sólo le dio la presidencia a su líder y fundador, sino que también trasformó por completo el ecosistema de la política nacional lo que vaticina que este movimiento, se extenderá por más tiempo del estimado por la derecha que se ha pasado seis años si haber entendido ni dimensionado el tamaño del fenómeno que los sacó de la presidencia en 2018.
Atrás quedó el discurso de que esto es una fiesta democrática para según la narrativa de la oposición y medios afines, convertirse en una ¡emergencia de terror! Por lo que es imperante acudir a votar para “conservar las libertades” que en realidad son sus privilegios a seguirle metiendo mano al erario para beneficio y desarrollo del 1% de la población que posee más del 80% de la riqueza de la nación.
El ejercicio de próximo domingo 2 de junio, sí es una fiesta democrática, aunque digan lo contrario, y sí es imperativo salir a votar, pero rogamos porque sean unas elecciones limpias en todos los sentidos, que impere el civismo, la tranquilidad y que gane la democracia en su más incólume sentido que es el principal garante de la paz aquí y en todo el mundo.