Ejercer el poder es mucho más complejo que obtenerlo, y mantener la autoridad mientras se ejerce el poder es todavía más complicado. El poder hay muchas formas de obtenerlo y puede ser con votos, puede ser con miedo, puede ser con armas o puede ser porque simplemente se estaba en el lugar correcto en el momento correcto, la autoridad en cambio va más allá de los cargos y tiene mucho más que ver con una buena imagen sostenida en el tiempo (prestigio) que con un espacio político o una situación de mando pasajera.
La naturaleza de la elección presidencial pasada nos lleva a reconocer que tendremos a la primera presidenta de México y que tendrá mucho poder, sin embargo, la forma en que fue electa no le da autoridad alguna y esa la tendrá que ganar en el ejercicio con la capacidad que tenga para construir su propio liderazgo, lejos del liderazgo de López Obrador y a partir de las decisiones que vaya tomando. Algunos comentarios sobre el poder, la autoridad y la presidenta electa:
- Jefferson decía que cuando el pueblo le teme al gobierno hay una tiranía y para bien o para mal el voto duro de Claudia Sheinbaum fue por miedo a perder los programas sociales. Un miedo que promovió López Obrador seis años, un miedo que contó con brigadas de más de 20,000 personas durante seis años (servidores de la Nación) para amenazar a los beneficiarios y un miedo que incluso la misma Claudia enfatizó en comerciales de televisión y en debates. No está mal que por eso se vote, es relativamente normal que el candidato que ofrece continuidad genere miedo al cambio, y el que es cambio genere esperanza hacia algo mejor. Quizás el peor error de la campaña de Xóchitl fue ofrecer ser también continuidad y haber dejado al elector sin opción de cambio real y por lo tanto no logró capitalizar la esperanza que al inicio de su campaña provocó en millones de nosotros. El punto es que el miedo no da autoridad, la quita, y aunque sea un buen aliado para mantener el poder no lo es para ejercerlo en libertad, o retomando a Jefferson, con miedo se construye una tiranía… si se quiere una democracia el pueblo no debe temer al poderoso, es el poderoso quien debe temer al pueblo.
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- Madison decía que la acumulación de todos los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) en las mismas manos, ya sea de uno, de pocos o de muchos, y ya sea hereditario, autodesignado o electo, puede con justicia ser proclamada la definición misma de tiranía. El principal reto de Claudia va a ser que todo ese poder que ganaron en las urnas no se convierta en tiranía y eso no lo va a lograr haciendo “parlamentos abiertos” para no mover “ni una coma” en el dictamen final. El legislativo deberá ser un poder que permita la deliberación real y que no se convierta en un ejercicio de “avasallamiento” como pasó en todo lo que pudieron durante este sexenio; un poco como las políticas que se hacen para responder a las peticiones de minorías que si fuera por números en el legislativo nunca se habrían hecho. Esto fue claro en ciertas épocas en que el PRI tuvo mayoría absoluta y que en lugar de usarla para concentrar más poder la usó para abrir espacios, he ahí la importancia de Reyes Heroles en 1977. Si van a hacer una reforma inicial en el que se someta al Poder Judicial, en los hechos, ya sería una tiranía nuestro país y aunque evidentemente es López Obrador quien está obsesionado con acabar con la corte, AMLO no habría sido el tirano, lo sería la presidenta electa.
La autoridad nunca será dominio, el poder lo puede ser o se puede convertir en dominio. Hoy nuestro país está en el filo de caer al lado de la tiranía y por más que sea tentador, a quien más le afectaría eso sería a la misma Claudia Sheinbaum, quien siendo la primera presidenta de la historia de México se pueda convertir también en la primera autócrata; quien acabe con el México democrático y con división de poderes que tantos años y tantas generaciones costó construir. Se irá viendo.